La Jornada
En una nota de análisis detalló que la difícil inserción laboral de los jóvenes ha sido una problemática persistente en América Latina y el Caribe. La tasa de desempleo juvenil es tres veces la de los adultos, la de informalidad es 1.5 veces más alta y 21 por ciento de esta población no estudia ni trabaja.
Ahora, “el inadecuado acceso de los jóvenes al mercado laboral a raíz de la crisis de Covid-19 tiene consecuencias severas a corto plazo. Primero, reduce el ingreso y el acceso a servicios básicos”, expuso María Fernanda Gómez, consultora de la división de mercados laborales del BID.
Explicó que al inicio de la pandemia, dos de cada cinco jóvenes a escala global presentaron una reducción de su ingreso y más de 20 por ciento vieron impactado su acceso a una vivienda.
Estas brechas de entrada al empleo entre jóvenes y adultos son comunes incluso en países de ingreso alto. “Sin embargo, este fenómeno es particularmente pronunciado en la región y se ha visto agravado por la crisis sanitaria”, puntualizó la investigadora.
Detalló que la pandemia ha implicado la pérdida de más de 17 millones de empleos en América Latina y el Caribe, con los jóvenes como los más afectados.
Mientras en México 12 por ciento de los jóvenes perdieron su trabajo, en la capital de Perú, Lima, esta proporción alcanzó a 70 por ciento, y en Colombia la tasa de desempleo juvenil pasó de 16 a casi 30 por ciento.
Gómez explicó que el inadecuado acceso de los jóvenes al mercado laboral por la crisis de Covid-19 tiene consecuencias severas a corto plazo, porque reduce el ingreso para servicios básicos, pero también conlleva un efecto cicatriz.
De acuerdo con estudios previos, las condiciones al inicio de la vida profesional pueden derivar en afectaciones a la trayectoria laboral en términos de acceso, calidad e ingresos por más de una década.
Por ejemplo, periodos de desempleo juvenil pueden generar reducciones de más de 20 por ciento en el ingreso con un efecto que puede persistir hasta por 15 años para aquellas personas que se gradúan e inician su vida laboral durante una recesión.
La consultora del BID subrayó que entre las barreras que debilitan el acceso de los jóvenes al trabajo se encuentran factores regulatorios, así como desarticulación entre las aspiraciones y la realidad del mercado laboral, entre otros aspectos.