El Universal
Su cabeza tiene precio entre los miembros de clubs secretos y privados que pululan en las plataformas sociales donde se intercambian, exhiben y venden fotografías y videos íntimos de mujeres, pero este joven, que oculta de manera parcial su identidad, no tiene miedo a seguir cazando a los responsables de dañar física, moral y sicológicamente a mujeres y niñas.
Llevaba seis años laborando en seguridad informática, plácida y tranquilamente, cuando una de sus amigas lo contactó para pedirle ayuda para bajar sus fotografías íntimas de una cuenta de Twitter.
Después de quitarlas y denunciar la cuenta, la joven contó su experiencia a amigas que tenían el mismo problema, quienes también lo buscaron.
Desde entonces ha apoyado a unas 900 mujeres, 400 de la región del Istmo de Tehuantepec que sufren de violencia digital.
Fueron tantas las solicitudes de ayuda que recibió, que el joven conformó el colectivo DLR, las iniciales de su madre, quien fue una gran defensora de los derechos de las mujeres.
A más de un año de su formación, a este grupo se han integrado 15 personas, todas mujeres; él es el único hombre.
Para mantenerse y realizar los trabajos no sólo de cacería cibernética, sino también de acompañamiento legal y sicológico a las víctimas, los integrantes del colectivo realizan rifas y actividades para recaudar fondos, pero, ante los riesgos, las hacen desde el anonimato.
Este joven es el único miembro del colectivo DLR que da la cara por el grupo, lo que complica a los acosadores identificar a los integrantes, por lo que sólo a él van dirigidas las amenazas constantes debido a la cacería que realiza en los grupos de venta de material sexual desde su perfil de Facebook, que es completamente público y en el que se muestra parte de su rostro.
“Recibo muchas amenazas y mi cabeza tiene precio, por ejemplo, en algunos grupos ponen mi perfil y dan recompensas para ubicarme. Y no es para menos, hemos expuesto a dueños de restaurantes y a personas que tienen el dinero para hacer eso. Por ahora, por seguridad del grupo, soy el único que da la cara”, explica en entrevisa telefónica con EL UNIVERSAL.
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Hace unos días, el nombre de colectivo DLR comenzó a sonar en todo el estado y en poco tiempo saltó a la esfera pública nacional, luego de que expuso a la cuenta de Twitter Istmo Pack, que tenía a la venta más de 400 carpetas de fotos de mujeres del Istmo de Tehuantepec y la ciudad de Oaxaca, las cuales se comercializaban a 500 pesos.
Además, el colectivo dio a conocer la identidad del hombre vinculado a la cuenta bancaria a la que se depositaban las ganacias de ese perfi de venta masiva de material íntimo.
El sujeto fue identificado por el cazador como un ciudadano de Juchitán, cuyas siglas son L.Y.L., lo anterior después de haber obtenido la cuenta bancaria mediante un intento de venta del material.
Aunque el señalado negó las acusaciones a través de sus redes sociales, posteriomente cerró su perfil de Facebook.
Gracias a la denuncia pública, la Fiscalía General del Estado de Oaxaca (FGEO) inició una carpeta de investigación por oficio contra la cuenta de Twitter y contra quienes resulten responsables de distribuir las fotografías, pues se considera como un delito de violencia digital.