Deja 4T más soldados asesinados en descanso que en operaciones contra narco

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El Sol de México

Al momento de hablar sobre las agresiones al personal militar en las últimas décadas, por parte de la delincuencia organizada y preguntarle si tiene temor, suelta una breve risa. No es algo que le cause gracia o miedo. Es de franqueza, porque sabe que los soldados deben estar conscientes de que pueden perder la vida, y en cualquiera de sus servicios o fuera de ellos, están expuestos a ese peligro.

“Yo nunca tuve ese temor, porque desde que cause alta, supe que de alguna u otra forma me iba morir”, platica Miguel Ceja un elemento retirado de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena). Con el cuerpo erguido y usando una camisola de camuflaje tipo militar recuerda que a sus escasos 16 años de edad, cuando se enlistó en el Ejército estuvo consciente del riesgo.

En ese momento le vendió su vida a la muerte, pero para su fortuna no llegó a ajustar cuentas. A quien sí le pasó la factura fue a uno de sus compañeros. Eran alrededor de las 10 de la mañana de un día del 2013, cuando regresó el personal de equipo táctico tras un enfrentamiento armado en el territorio hostil de Tamaulipas. Uno de ellos murió. Miguel se sorprendió y le causó tristeza, porque durante las primeras horas de ese día conversaron unos minutos.

Aquel soldado de apenas 22 años de edad se sumó al registro de decesos, que aparecen en la lista de la “Relación de Personal Fallecido en la Aplicación de la Campaña Permanente Contra el Narcotráfico y la Ley Federal de Armas de Fuego y Explosivos”. Sin embargo, no son los únicos militares muertos. Existe otra contabilidad de la que no se habla de manera pública o se muestra en los datos oficiales.

Son los elementos de la Sedena que han perdido la vida de manera violenta estando francos, es decir, en descanso o fuera de servicio. Desde el inicio del gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador, sobrepasan la relación oficial de los que combaten al narco que se publica cada mes en la página de la dependencia, donde apenas aparecen un total de 37 elementos fallecidos por diversas causas, en el periodo del 1 de diciembre de 2018 hasta mayo de 2021.

Esta cifra contrasta frente a los 105 elementos de la Sedena que se encontraban francos y fueron asesinados sólo por agresión de arma de fuego, entre el 1 de diciembre de 2018 y febrero de 2021, de acuerdo con varias solicitudes de información obtenidas vía transparencia en poder de El Sol de México.

A estos se suman nueve agentes del ejército ejecutados, un desaparecido, ocho que perdieron la vida por agresión con arma blanca y cuatro por agresión –sin especificar de qué tipo. Todos estaban francos. Otro dato es que nueve murieron durante un asalto.

Estos homicidios dolosos durante la Cuatroté, muestran cómo el crimen ha puesto en marcha una embestida contra los militares, a quienes no les da tregua ni siquiera en sus días de descanso.

“V” de venganza en los ataques

Esta escalada de violencia contra los elementos francos que combaten, y los que no, al crimen organizado, responde a distintos factores. Van desde los ajustes de cuentas, venganzas, fallas de contrainteligencia, la posible colusión de algunos militares con la delincuencia, entre otros. Aunque también han ocurrido casos donde los elementos castrenses han muerto a manos de sus propios compañeros mientras estaban francos.

Las agresiones “pueden ser venganzas de manera directa, porque los hayan ubicado, identificado como participantes en algún operativo o por el simple hecho de verlos y distinguirlos, o de aprender cómo distinguir a un militar que no está en servicio, que está en su día franco”, explica Jorge Medellín, especialista en temas de milicia e integrante del Colectivo de Análisis de la Seguridad con Democracia (Casede).

Medellín destaca que al igual tiene que ver con el despliegue de los militares, que están haciendo labores de inteligencia en la recopilación de datos de campo, los grupos criminales los ubican y van por ellos, ya sea para que los ejecuten en algún lugar público o los levanten.

“Se han dado casos de militares que han sido ejecutados por el mismo crimen organizado. Y lo único que puedo explicar, es que se trata de una falla de contrainteligencia. Ya sea que se deba a que están llevando a cabo una investigación de inteligencia, y el crimen organizado los descubre y los ejecuta”, resalta Paloma Mendoza, especialista en seguridad nacional y fuerzas armadas.

Miguel Ceja, quien ahora ronda los 50 años, considera que algunos casos de agresiones, son porque el personal militar se coludió con los criminales o también por el resentimiento de los grupos armados: “Es gente que se conjugó con la delincuencia, entran con ellos y pues no llegan a su trato (…) Hay gente (delincuentes) resentida y no ve quién se la hizo, sino quien se la paga”.

Rafael Bustos Montes, presidente de la Federación de Militares Retirados Francisco J. Mujica (Femirac), señala que las agresiones a los elementos de la Sedena son revanchas, tanto de cárteles del narcotráfico como de la delincuencia común. Incluso él como soldado retirado, fue víctima de un ataque afuera de su domicilio.

Las agresiones vienen de la delincuencia organizada, por la cuestión de venganzas a las actividades que el personal militar, en apoyo a la Cuarta Transformación, está llevando a cabo en este momento, cuenta el subteniente.

A él, una tarde de diciembre de 2014 al estar sentado en la banqueta con su hijo, unos sujetos se le acercaron para atacarlo. Apenas notó la acción, sacó su arma, la detonó en contra de ellos y los hizo huir. Presume que la agresión fue por la denuncia del constante abandono de vehículos robados frente a su hogar, en Toluca, Estado de México. Más tarde supo que alrededor se ubicaban varias casas de seguridad donde retenían a personas secuestradas.

La entidad donde sufrió la embestida es de las primeras a nivel nacional con militares franco asesinados con armas de fuego, ejecuciones, arma blanca y agresiones. En primer lugar se ubica la Ciudad de México, con 12; le siguen Estado de México, Guerrero y Veracruz, con 11 cada una; Guanajuato, con 10 y Michoacán y Morelos, con 8 cada una.

En estos territorios operan grupos criminales como el Cártel Jalisco Nueva Generación, Guerreros Unidos, La Familia Michoacana, Cárteles Unidos, el Cártel de Santa Rosa de Lima, Los Viagras, Cártel Independiente de Acapulco y La Unión Tepito, entre otros.

Las mujeres militares también son blanco de ataques

El cuerpo de la soldado Brenda Orquídea Matus, de 26 años, apareció flotando en el embarcadero de la presa Chicoasén en el municipio de Osumacinta, Chiapas, el 8 de abril de 2019. Tres días antes, en su día franco, salió a comer con cuatro compañeros militares del batallón, y entrada la madrugada se quedó con dos de ellos que eran capitanes, fue la última vez que se le vio.

Menos de una semana después se les detuvo por su homicidio, y fueron trasladados a un centro penitenciario.

Los asesinatos de personal femenino de la Sedena que se encontraba franco es menor a los hombres, con apenas dos por agresión con arma de fuego, uno en la Ciudad de México y el otro en Morelos, en 2019 y 2020 respectivamente (el de Brenda no aparece en la lista).

Sin embargo, en ese periodo, en otra solicitud de información se encontró que 20 uniformadas resultaron lesionadas mientras estaban fuera de servicio. La dependencia muestra que una fue por disparo por arma, otra por agresión con arma blanca, y el resto sólo señaló que fue por agresión sin especificar de qué tipo.

Estos ataques quizá responden a que el papel de las mujeres dentro de la Sedena se ha vuelto relevante en los últimos años, en distintos puestos, mandos y operaciones en contra de la delincuencia organizada.

“Las mujeres ya están desarrollando actividades que antes eran privativas para los hombres, es decir, tienen el ejercicio de trabajar como operativas con sus diferentes especialidades (…) Ayudan a combatir todas estas cuestiones, ingenieros informáticos, incluso con una alta gama de especialidades en el tiro con armas de fuego, defensa personal o con algunas especialidades que han ayudado en inteligencia”, subraya Nazarea Herrera, coronel retirada.

Exposición a redes sociales cobra vidas

En el buscador de Facebook basta con escribir la palabra militares. Al presionar enter se despliega un sin fin de grupos, páginas y personas con ese vocablo, que se describen con nombres desde los que están activos, retirados, novias de…, los que son de guerra, fuerzas especiales, familias de…, y hasta de ofertas de trabajo para los elementos retirados. Unas son administradas por personal militar y otras por civiles.

Ahí se publican noticias de la prensa relacionadas con sus tareas en distintos puntos del país; comparten memes e historias de la milicia; en algunas páginas y grupos los miembros suben fotos con sus uniformes, armamento y también las ubicaciones de los territorios donde están operando.

Para ingresar en determinados grupos y ser parte de la comunidad, el requisito es ser militar activo o haber formado parte del ejército, y para corroborarlo les aplican un breve cuestionario. En otros no existen filtros, con sólo enviar la solicitud eres aceptado.

Esta sobreexposición de elementos de la Sedena y de sus mismos familiares representa un peligro para ambos, sobre todo porque el crimen organizado está infiltrado en las redes sociales. Con cada publicación la delincuencia observa y toma detalles para su beneficio, y se vuelve un perjuicio para la institución y los militares, que incluso los puede llevar a perder la vida o de sus seres queridos.

“La misma familia, a veces las esposas, los hijos, publican información que no debería. Y eso también es considerada una falla de contrainteligencia, porque la contrainteligencia no solamente es con el elemento activo, sino también con la misma familia. Por ese lado podríamos ver una falla de la Sedena para evitar este tipo de casos”, señala Paloma Mendoza también consultora privada en MB Consulting y Dr. Cuervo consultores.

Jorge Medellín dice que la delincuencia los ubica por fotografías y videos, que suben, de que participaron en algún operativo destacado. Además, hay casos donde los malhechores han ido a balacear o tirar granadas a hogares de los uniformados. También recuerda que durante el sexenio del expresidente Enrique Peña Nieto, el titular de la Sedena Salvador Cienfuegos emitió un documento, donde se ordenaba a los mandos revisar con extremo cuidado la actividad de la tropa en redes sociales, sobre todo de los jóvenes.

“Ameritaba castigos un poco más marcados para quienes publicarán y subieran material que pudiera revelar su identidad; qué unidad estaban operando, qué parte de la República, porque ya estaba costando muchas vidas de los militares. Subían información sensible y tarde o temprano comenzaban a sufrir ataques, agresiones, porque daban datos que permitían ver sus rostros, se podría ubicar dónde están trabajando y era muy sencillo dar con varios de ellos”, cuenta.

La coronel Nazarea Herrera destaca que como militares se debe hacer un uso adecuado de las redes sociales, porque entre más información se comparte ponen en riesgo su integridad y la de su familiares.

“Expone a un mayor número de personas que trabajamos en equipo (…) Somos sujetos a que también nos están viendo, porque tienen alta tecnología, muy moderna para identificarnos, localizarlos, llegar a nuestros domicilios, para ver qué tenemos, con qué contamos, quiénes son nuestros miembros de la familia y cuáles son los puntos susceptibles de todas las partes. Desarrollamos un trabajo de alto riesgo que tiene que ser muy cuidado”, explica la coronel.

Además, subraya que al subir fotografías con uniformes, se presta para que con mayor facilidad el crimen organizado los clone.

Esto representa un peligro para la sociedad, debido a que la delincuencia se camufla para moverse por distintos puntos del país y evadir a las autoridades. Lo mismo que para hacer creer que forman parte de elementos castrenses y operar con mayor impunidad. En algunos casos para cometer asesinatos, levantones, secuestros y otra clase de delitos como publicó en enero pasado este diario: Decomisan más de 13 mil prendas tácticas de fuerzas de seguridad.

A Miguel las noticias de los homicidios dolosos de cada uno de sus compañeros de armas, aunque no los conociera personalmente, le generaban un impacto. Impotencia. Sobre todo porque los culpables no eran detenidos.

Dentro de sus tareas que llevó a cabo como militar fue guardia presidencial, el aseguramiento de armas en Tamaulipas, y más. Para su suerte nunca sufrió alguna agresión estando franco, aun así al salir de sus labores tomaba sus medidas de estar atento a todo lo que ocurría a su alrededor y caminaba erguido, sin miedo, porque ya estaba mecanizado para el peligro.

La mañana de 2013 cuando mataron a su compañero con el que acaba de conversar horas antes, los pensamientos de muerte dieron giros en su cabeza. “Estoy completo, tengo mis dos pies y dos manos, como quiera tengo mis achaques pero me muevo, camino”, reflexionó. En ese instante decidió retirarse de la Sedena, llevaba más de 20 años de servicio y no quería regresar a su hogar en un féretro.