Erenesto Reyes
Ha de ser muy difícil que un estado, eminentemente turístico, deba conformarse con una guelaguetza virtual -en lugar de la festividad de los lunes del cerro, donde se presenta este espectáculo – acompañada de una serie de conciertos, conversatorios, documentales y presentaciones de libros, para que la gente pueda disfrutar, de forma sustituta, una temporada vacacional que, como es sabido, tiene lugar después de la festividad católica de la virgen del Carmen.
A consecuencia de la pandemia, este será el segundo año en que no se verá pletórico de visitantes el auditorio Guelaguetza ni tampoco, la emergencia sanitaria permite que familias completas disfruten de la repetición de costumbres heredadas de aquellos tiempos cuando se fue formando una cultura identitaria que nos proporciona sentido de pertenencia a un pueblo particularmente culto y aferrado a sus raíces.
La guelaguetza, cuyo origen prehispánico la han documentado investigadores y escritores costumbristas, no solo es pararse en un redondel y prodigarle a los demás un programa dancístico-musical de las 8 regiones, sino una forma de relacionarnos con nuestros iguales, particularmente quienes en las comunidades rurales mantienen muy en alto el sentido de solidaridad y cooperación con sus semejantes. Es una sana relación empática, donde lo mismo se participa de las alegrías que de las tristezas.
La máxima fiesta nos ha dado a conocer ante el mundo, como un pueblo eminentemente hospitalario que no duda en prodigarle al otro su corazón y, a veces, hasta lo que no tiene, con tal de demostrarle que existe para nosotros.
Ahora, la guelaguetza no solamente es cultura y tradición, sino un fenómeno económico y turístico que proporciona ingresos a varios sectores del comercio, formal e informal, así como a prestadores de servicio que viven prácticamente de la explotación, a veces desenfrenada, de todo lo que suene, huela o guste al visitante que, año con año, deja crecientes beneficios que fortalecen económicamente a las familias, pero también a las arcas públicas. Es conocido que poblaciones enteras de los valles centrales, zonas arqueológicas y hasta lugares de playa, reviven comercialmente en esta temporada, beneficiando a varios sectores, no solamente al turístico.
El mes de julio genera también fuentes de empleo y da de comer a cientos y cientos de personas de los sectores hotelero y restaurantero, incluso, al comercio ambulante que jamás se va a retirar de las calles, mientras las autoridades no ofrezcan una salida adecuada y digna a esta problemática social.
Si bien las vacaciones de verano impulsan a viandantes, de remotos lugares, a arriesgarse, en las condiciones actuales, a visitar lugares llenos de historia y belleza, no es factor suficiente como para que, quienes viven de la “industria sin chimeneas”, recuperen ingresos que, por la pandemia, han dado por perdidos en las dos temporadas vacacionales canceladas: 2020 y 2021.
Los grandes prestadores de servicio y quienes en la pirámide social ocupan el escalón más bajo, resienten casi por igual la crisis. Sin embargo, los efectos se ensañan con los más débiles, que no hallan salida posible a los medios turnos que les dan sus patrones, o se ven imposibilitados de vender productos, sea en el mercado o algún sitio de alta concentración humana.
Frente a la circunstancia de continuar sin recibir apoyos claros, por parte de algún nivel de gobierno, la discusión parece centrarse en la demanda de un sector de la iniciativa privada en desalojar el centro histórico de quienes comercian en la vía pública, cuya presencia cada vez más invasiva, debe asociarse a una problemática que es preciso atender de otra forma, a fin de que la acción de la autoridad no se decante solamente en resguardar el orden o el empleo de la fuerza pública. Sería como esconder el polvo debajo de la alfombra, cuando tenemos una visita en casa.
Hasta ahora, gobernantes en ejercicio de sus facultades y, quienes ya electos, esperan asumir muy pronto sus cargos, no parecen están pensando en ofrecer alguna salida duradera a esta difícil situación, en tiempos de guelaguetza virtual. Piensan en el relevo del próximo año, y no en favorecer a quienes poca oportunidad tienen de llevar el sustento diario a sus hogares. Es pregunta.
@ernestoreyes14