El Universal
En 2018, Luis Iván Rojas López se quedó sin trabajo porque la empresa en la que laboraba cerró. Ese mismo año, la plataforma digital Uber Eats, una aplicación de celular para hacer pedidos de comida, anunció su llegada a Oaxaca. El joven, de 22 años, vio esto como una oportunidad para obtener ingresos que le permitieran continuar con sus estudios, con libertad de horario para desempeñar sus actividades escolares.
Ahora es un repartidor “multiplataforma”: trabaja también para Rappi y Didi Food; no obstante, carece de toda prestación social, como el derecho a recibir atención médica, a la vivienda y al ahorro para el retiro.
La forma en la que estas empresas evaden cumplir con sus obligaciones laborales es sencilla: en lugar de trabajadores, tienen socios. A partir del número de personas incluidas en un chat grupal, Iván estima que son al menos 750 quienes trabajan como sociorrepartidores en estas tres apps en Oaxaca.
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“Lo único en que te tienes que comprometer es a entregar los pedidos de tal forma, puede ser personalmente, porque la aplicación no está detrás de ti. La aplicación te está dando el empleo y nosotros tenemos que cumplir con ir a entregar el pedido”, dice Luis Iván, estudiante de Ingeniería en Gestión Empresarial en el Instituto Tecnológico de Oaxaca (ITO).
Pero en realidad hay más compromisos: como socios, los pedidos tienen que ser entregados de la mejor forma y en un determinado tiempo; además, la bicicleta o motocicleta, así como los gastos de su uso —mantenimiento y reparaciones en caso de algún daño— corren por cuenta de cada repartidor.
De acuerdo con Statista Digital Market Outlook, empresa que llevó a cabo un estudio sobre los pedidos de comida en línea en América Latina, tan sólo en México estas tres empresas generarán ingresos de alrededor de 2 mil 100 millones de dólares en 2021, lo que convierte al país en el segundo con mayor facturación por este servicio, sólo por debajo de Brasil, en el que se estiman ingresos por más de 3 mil 100 millones de dólares.
Los riesgos
Iván dice que la única empresa que otorga un seguro es Uber Eats, la cual dejó sus oficinas en la entidad, pero el seguro sólo aplica cuando el repartidor tiene un pedido y ocurre un accidente en el que él o terceras personas resultaron heridas. Los daños al vehículo quedan a cargo del socio.
Los riesgos a los que se exponen, cuenta, son principalmente asaltos y accidentes: “Hubo un tiempo en que tuvieron un pico los asaltos a repartidores y tuvimos que reunirnos todos para defendernos. Ahí también le pedimos al gobierno que nos brinde más seguridad y nos crearon una aplicación, Cuidando tu moto. Muchos compañeros la han probado y nos sirve de mucha ayuda”.
Cuando uno de los repartidores sufre un accidente y debe ser hospitalizado, cubren esos gastos con una cooperación voluntaria, comenta; ante la indolencia de Rappi, Uber y Didi Food, los repartidores se protegen entre ellos.
“En mi opinión, es una aplicación que nos da trabajo, y pues para tener prestaciones hay que cumplir con horario de ocho horas e ir uniformados si es que dan prestaciones de ley y seguir ciertos reglamentos”.
Iván Rojas asegura que está consciente de los riesgos: “Sabemos a qué nos enfrentamos. En las aplicaciones no podemos pedir más, en mi caso porque yo me conecto a la hora que yo quiero, para ir también estudiando. A veces no me conecto en una semana, por mis estudios. Es una buena opción para estudiantes o como para agarrar un extra”, afirma.