Exigen al INAH frenar reconstrucción en Casa de Cultura de Juchitán

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Proceso

Por considerar que el arquitecto portugués Joao Boto Caeiro está imponiendo su gusto estético en la restauración de la Casa de la Cultura de Juchitán afectada por los daños ocasionados en los sismos de 2017, un grupo de profesionistas demandaron al INAH salvaguardar el patrimonio cultural del este pueblo zapoteco.

Los cambios que observan es la sustitución de las columnas originales columnas o pilares de ladrillo plenamente identificadas simbólicamente con la arquitectura del edificio, las cuales se han sustituido por una idea moderna y radicalmente diferente con piezas de madera (comúnmente conocidas como planchas).

Mencionaron que si bien las piezas de madera son propias de la región, su uso y funcionalidad en las casas tradicionales es muy ajeno al empleado en el proyecto del arquitecto Joao con justificaciones, más qué técnicas, subjetivas para alterar la arquitectura del edificio tan importante para la población por su simbolismo.

Los inconformes, entre ellos el arquitecto Gerardo Degyves Ramírez; los ingenieros Alfonso Torres Morgan y Víctor Ángel Toledo; el artista plástico Miguel Ángel Charis Ruiz; el poeta Víctor Terán; el fotógrafo Marciano Valencia, el antropólogo Emilio López Jiménez; el abogado César Pineda Castillo, el politólogo Abel Toledo Gómez y la periodista Guadalupe Ríos, lamentaron que se esté imponiendo el gusto estético del reconocido arquitecto portugués.

Sin embargo, consideran que “en este caso no considera la memoria histórica, social y afectiva del pueblo y también el gusto estético juchiteco y de sus artistas que en primera y última instancia son quienes le han dado a lo largo de su existencia valor y vida a esta Casa de la Cultura y por lo tanto debe tomarse en cuenta su opinión”.

Con la frase: “La destrucción física también provoca la destrucción de la memoria”, la población juchiteca está interesada en su patrimonio edificado y observa que este ha sido modificado de manera importante, al menos en lo que se logra ver en imágenes difundidas en internet.

Mencionaron que en las declaraciones y explicaciones públicas del titular de Enlace y Seguimiento de Proyectos Culturales del Ayuntamiento, Michel Pineda, se argumenta que los cambios, muy visibles estética y arquitectónicamente, son por cuestiones técnicas, al no resistir las originales columnas de tabique el efecto de los sismos mencionados y que asimismo obedecen a un proyecto estético del arquitecto portugués Joao Boto Caeiro.

Resaltaron que la Casa de la Cultura de Juchitán por múltiples razones, históricas, culturales y socio políticas es un edificio emblemático no sólo para la población juchiteca sino también para el medio artístico y cultural nacional con fama y reconocimiento, local, estatal y más allá de estas fronteras.

La Casa de la Cultura fue fundada en 1972 por el pintor Francisco Toledo con una visión poco común en las instituciones culturales para propiciar, en una región lejana al centro del país, la recreación de la cultura local y la difusión de valores universales, así como estimular el desarrollo de nuevos creadores artísticos.

Estos propósitos a pesar de altibajos, no siempre imputables a la propia Casa de la Cultura, han sido cumplidos con creces y con un agregado muy importante: a lo largo de su historia ha sido asumida y disfrutada a plenitud por el pueblo sin distingos de condición económica ni de alguna otra.

“Como en pocos sitios de difusión cultural de nuestro país, en ella se daban cita lo mismo pintores que campesinos, lo mismo músicos que trabajadores lo mismo poetas que estudiantes o mujeres orgullosamente ataviadas con flores y trajes regionales, niñas y niños, jóvenes y adultos, todas y todos con un fin común: solazarse de la cultura propia, disfrutar y conocer otras manifestaciones culturales”.

Recordaron que antes este antiguo edificio albergó un cuartel militar y una escuela secundaria donde pasaron varias generaciones de alumnos que aún recuerdan con el afecto y añoranza que dejan esas épocas en la memoria afectiva.

Y en 1995 tuvo una primera restauración y algunas modificaciones como ubicar el acceso principal junto a la entrada a la iglesia y la adecuación de un auditorio respetando en general las características arquitectónicas y recuperando materiales y oficios ya un tanto olvidados, proyecto que fue previamente presentado al maestro Toledo en respeto y consideración a su autoridad moral.

Esa restauración, en cierto modo generó una revaloración de la arquitectura tradicional en la población influenciada ya por una visión modernista trastocando valores culturales propios.

Posteriormente, en 2010 fue objeto de otra, con intervención en las cubiertas, acabados, instalaciones y modernización del auditorio, igualmente en términos generales se respetó la arquitectura y elementos originales.