Ernesto Reyes
En la capital oaxaqueña se fabricó enésima crisis por la suspensión del servicio de recolección de basura, adicionada de bloqueos viales, que llevó a momentos de crispación, coraje y angustia para sus habitantes y los de la zona conurbada, que pasan del medio millón de personas.
El protagonismo, además de líderes y trabajadores inconformes, recae en algunas mujeres y hombres públicos a quienes los electores les han ofrecido la oportunidad de acceder a posiciones de poder, pero cuando deben sacar la cara por la comunidad, recurren a la política del avestruz. O lo peor: ante una problemática que tensa los delgados tirantes de la gobernabilidad, creen que con desaparecer de escena los problemas por sí solos se van a resolver.
Por desacuerdos entre el sindicato “3 de marzo” y la cabeza del ayuntamiento, de pronto la ciudad se vio impedida a desarrollar sus actividades cotidianas a causa de interrupciones en la movilidad y la acumulación de desechos. Algunas zonas, además del estrangulamiento de vialidades, por trabajadores del servicio de limpia y recolección de basura, se vieron inundadas de desperdicios inmundos.
El problema tuvo arreglo, después que de manera oportunista intervino el gobierno estatal que a conveniencia dejó pasar y dejar hacer para ridiculizar al munícipe emanado de Morena, mediante un diálogo cara a cara entre la autoridad que hasta el jueves reapareció, con los sindicalizados.
Esperemos que el pacto para atender el pliego petitorio y se reanudaran labores de limpia, sean efectivos y duraderos. De lo contrario, la capital seguirá en calidad de rehén, como escenario de batallas que responden a intereses que están más allá del ámbito municipal.
Habrá quien aparezca como la mente facilitadora de soluciones, pero a final el que siempre pierde es el ciudadano común que queda sin entender por qué debe pagar “los platos rotos”.
Este episodio de lanzar como ariete al poderoso sindicato contra la autoridad municipal, ya se ensayó durante los gobiernos de Pablo Arnaud y Gabino Cué, primeros alcaldes opositores al poder tricolor y familiar que lamentablemente sigue vigente en las estructuras del Estado.
Una vez más, Oaxaca de Juárez fue expuesta, a nivel nacional, como un lugar donde impera el primitivismo: entre bloqueos, desperdicios y desacuerdos. Uno de los reclamos mayormente difundidos, mediante campaña mediática sin precedentes, fue la negativa del derecho de audiencia que le corresponde atender no solo al presidente municipal, sino al cabildo, que también hizo mutis.
La ausencia de herramientas efectivas de comunicación como factor de gobernabilidad, permitió que actores políticos, por ahí agazapados, cobraran revancha del reciente descalabro electoral donde tricolores y azules no pudieron recuperar el gobierno capitalino. Ya afilan sus machetes para desestabilizar al gobierno entrante.
Es cierto que en torno al ayuntamiento se habla de temas de corrupción y desaseo, que de comprobarse golpearía los principios rectores de la Cuarta Transformación que a nivel nacional enarbola el presidente de la República: no robar, no mentir y no traicionar al pueblo. Si estos tres valores han sido dinamitados en el actual trienio, corresponde a la administración entrante actuar sin miramientos, más las instancias que vigilan el uso de recursos públicos.
Después del basural que esparcieron sindicalizados y servidores públicos ( por omisión), van a ser cruciales los últimos tres meses de cierre del ejercicio municipal, pues además del proceso de entrega-recepción, cuyo derrotero se desconoce, hay temas cuya atención requieren de permanente atención para que la convivencia social no se rompa, como el ambulantaje, el paisaje lunar de las calles, el abasto de agua, la delincuencia, en suma: servicios municipales eficientes.
Hay esperanza de que las nuevas autoridades podrán recomponer la convivencia social pero, ante todo, recuperar la confianza de la colectividad a la que han ofrecido servir. La gente demanda organizaciones y políticos limpios, honrados, eficientes, que amen a la ciudad, no que la destruyan, sino que la amen y respeten con conductas decentes, no que le dejen muladares en sus calles: sucios, inmundos…
Agradecimiento por sus felicitaciones. Y un gran recuerdo, con dolor y nostalgia, ante la lamentable pérdida de uno de mis lectores habituales: paisano, amigo y ex compañero de primaria en el barrio “La piragua”, Tuxtepec, el Lic. Álvaro Burgoa. DEP.
@ernestoreyes14
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