Ernesto Reyez
De la revista Iguanazul, retomo parte de la semblanza que describe el mundo de este artista plástico juchiteco, de 72 años, quien el pasado 22 de marzo se despidió de esta tierra, heredando pinceles a sus colegas de La Cohetera, una especie de centro cultural que presidía, y que al cabo de dos décadas alojó a jóvenes creadores para que desarrollaran sus proyectos. La ausencia de espacios expositivos para el arte hace que, en varias ciudades oaxaqueñas, los artistas conviertan sus casas en vivienda-taller-galería. Delfino, como Monterrosa o Charis, era uno de ellos.
Cito a Irma Pineda, poetisa:
“Cuando uno conoce a personas como Delfino Marcial Cerqueda agradece infinitamente que en este mundo existan seres como él, que sepan volar y que además nos permitan, a quienes nos mantenemos como simples espectadores del color, volar la imaginación, ubicándola en un remolino de luz.
“(…) la fuerza de los colores vivos que habitan la obra de este artista nos invita siempre a un mágico recorrido, desde lo figurativo a lo abstracto, de antiguos símbolos a figuras geométricas, de cuentas míticas a pasajes poéticos. (…)
“Delfino nos invita a acompañarlo en un viaje de luz y color por esa espiral del tiempo”, describe la escritora juchiteca a quien como a muchas y muchos otros escritores, poetas, poetisas, les ilustró sus versos, sus composiciones, sus sueños. Algunos de ellos: Víctor de la Cruz, Víctor Terán, la misma Irma Yodo o Macario Matus.
En el año 2019, Cerqueda presentó una exposición con la yucateca Lina Alonzo Calles, en la ciudad de Colonia, Alemania. Recupero a Alfredo Saynes:
“En estas obras de Cerqueda podemos ver una de tantas otras formas de historiar la realidad contemporánea y con la que ha pasado ya encontrándose entre los glifos que sus antiguos antepasados, los zapotecas, abandonados plasmados en la roca que hasta ahora nos vigilan.
“Por otra parte, se evidencia el compromiso político del artista. Sin caer en lo panfletario, se denuncia el intento de despojo de una de las grandes invenciones de la humanidad: el Maíz, planta sagrada para Mesoamérica y ahora muy importante para el mundo. Pero no solo hay diálogo con el pasado, no solo hay denuncia, también nos enseña la simple alegría de la existencia, la sonrisa del ser vivo envuelto en el animal que lo cobija y lo observa.
(…) “También nos deja ver el maestro una parte de su universal fantástico, aquel que todos llevamos dentro pero que pocas veces dejamos expresarse, porque pensamos que solo la razón tiene cabida en esta realidad que nos ha tocado vivir. Como antídoto aquí se queda Cerqueda”, remata el crítico de arte, sin imaginar que sus palabras serían proféticas.
Promotor cultural, ecologista, tallerista y hermano, en las buenas y en las malas, como pocos, lo recuerdo en la escuela de Bellas Artes de nuestra Universidad, en los años setenta, participando de huelgas y marchas, pintando carteles, mantas o cediendo grabados para imprimir volantes. Era el mayor de los pintores, guía de muchos jóvenes.
También en los ochenta, cuando llegaba con Sabino López y otros artistas, al edificio de la colonia Narvarte, en ciudad de México, a cruzar proyectos y “espadas” con un pintor que allí vivía. En los años 90, en Oaxaca de Juárez, presentó una exposición para la Comisión para la Regularización de la Tenencia de la Tierra y en no pocas colectivas e individuales en varios países. Hace dos años lo encontré, con su inseparable paliacate rojo, muy repuesto de una larga enfermedad, en las conclusiones de los foros de la Ley Indígena.
El martes que murió, iba a participar en una muestra colectiva, en ocasión del 50 aniversario de la Casa de la Cultura de Juchitán. Ya no le alcanzaron las fuerzas. Hoy vuela alto, Delfino Marcial Cerqueda, pintor de poemas y sueños, a alcanzar a su señora madre, Na Marcelina, fallecida en octubre. Mi solidaridad con sus hermanos, su hija Natalia Marcial López, sus amigues, colegas del arte y demás familiares.
En un grabado, titulado Beeu, de 1992, Delfino ilustra un poema de Antonio Valle Sánchez: “La piel suda el placer de Mediu Xiga/ a contraluz se quiebra la enramada/el torso se contrae -y sabe a mar la boca- /son piernas que atenazan el brillo de los sexos/peces flores camarones brincan/la inesperada ola de oro que los besa”.
Una de sus acuarelas, de cuando apenas iniciaba, con sus tonos pastel, me recuerda siempre al Istmo de Tehuantepec. Ahora se transformará, acá en la casa, en una linterna portuaria al caer la noche.
@ernestoreyes14
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