Revocación

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Uriel Pérez García 

En diciembre de 1854 se llevó a cabo en nuestro país un plebiscito convocado por el presidente de la República, quien un año antes había asumido el cargo por sexta ocasión ahora con el título de “su alteza serenísima”, la finalidad de la consulta era preguntar a toda la nación si debía continuar o separarse del gobierno y de ser el caso quién debería quedarse en su lugar.

Con este dato histórico documentado por Carlos Tello Díaz, en el primer volumen sobre la vida de Porfirio Díaz, intitulado “Su vida y su tiempo”, podemos decir que el ejercicio de consulta al que se ha convocado para este domingo 10 de abril no es el primero en la historia de nuestro país, sin embargo sí podemos decir que es el primero que se incrusta dentro de un marco institucional y democrático.

En aquella ocasión el plebiscito convocado por Antonio López de Santa Anna tuvo como motivación la promulgación del Plan de Ayutla que buscaba derrocar el gobierno centralista provocando además una serie de levantamientos armados en distintas partes del norte y sur del país, por lo que de acuerdo al entonces presidente el objetivo de consultar al pueblo era buscar una salida por la vía pacífica y acorde a lo que dictara el pueblo.

Claro está que dicha consulta estuvo totalmente viciada por el contexto político que prevalecía en aquella etapa histórica en el que las instituciones y los equilibrios que deberían generarse estaban totalmente alineados a la voluntad presidencial y del grupo en el poder que mantenía el control casi total de los diversos sectores de la población, por lo que no había más salida que la vía armada.

En este sentido, el plebiscito que se convocó en esa ocasión era más bien un elemento de legitimación para justificar la permanencia en el poder de “su alteza serenísima” puesto que el pueblo lo había votado por su permanencia en el cargo había que respetar el sentir de la nación.

Mucho se ha debatido sobre el ejercicio de revocación de mandato que se llevará a cabo el próximo domingo, sin embargo es necesario puntualizar que guardando la justa distancia entre la cita histórica y el contexto actual hay que señalar que inevitablemente cuando hablamos de participación ciudadana para la consulta de asuntos de interés público el ingrediente político desde la óptica de quienes detentan el poder será el factor clave para determinar el valor de un ejercicio de consulta.

Si bien es cierto que en un principio el ejercicio de revocación de mandato parecía tener un tinte meramente político y de legitimación del actual presidente, lo cierto es que al pasar por el tamiz constitucional, legal e institucional adquiere un carácter más allá de un mero capricho presidencial.

En primer lugar quien evidentemente fue puesto contra la pared es el INE, puesto que quedó demostrado que el gobierno federal encontró el pretexto perfecto para desacreditarlo al reducirle el margen de maniobra para desarrollar sus funciones a través del recorte presupuestal, pero por otra parte la desinformación y la violación constante a la ley por parte de los funcionarios y militantes de la cuarta transformación abonan a generar este clima de desconfianza que solo lleva a encarecer nuestros procesos electivos.

Por otro lado hay que subrayar que una vez que la consulta fue avalada de alguna manera por los tres poderes constituidos y el organismo autónomo electoral, con todo y las imperfecciones que habrán de analizarse para posteriores ajustes, es importante señalar que este ejercicio puede quedar como un precedente para someter a evaluación a nuestros gobernantes y que se posibilite en un futuro tanto a nivel municipal como de gubernaturas.

Sin embargo lo más paradójico es que los grupos opositores al gobierno y primordialmente al presidente López Obrador, están haciendo un llamado a no votar en la consulta de revocación, cuando lo que deberían hacer es incentivar a quienes de alguna manera consideran que efectivamente el primer mandatario ha perdido la confianza ciudadana y debe ser revocado del cargo.

Debe quedar claro que se trata de un ejercicio de revocación y no de ratificación, pues si de ir a votar solo para pedir que se quede cuando parece que ni los opositores piden que se vote para que se vaya, sería solo una manera de seguir legitimando y dar un nuevo aire a la mitad del periodo de gobierno, el aprendizaje será que en la medida que asumamos con seriedad estos ejercicios, quedarán para la posteridad como una auténtica herramienta de evaluación y participación ciudadana.