El Universal
La Asociación Indígena de Productores de Cannabis (AIDPC) inició su proyecto de la Ruta de la Cannabis en Oaxaca, como una estrategia para impulsar el turismo en las comunidades indígenas del estado que de manera legal se dedican al cultivo de esta planta.
Parte de este proyecto lo integra el Museo de la Cannabis de San Pablo Güila, municipio de la Sierra Sur de Oaxaca, cuya obra lleva 90% de avance, con un edificio que también fungirá como oficina central de la AIDPC.
El proyecto de la Ruta de la Cannabis también contempla la búsqueda de inversionistas para llevar a cabo la construcción de un hotel y un restaurante, con el objetivo de ofrecer un servicio integral a los visitantes y generar empleos en la comunidad.
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También se trata de ofrecer una alternativa económica a los productores indígenas de la marihuana en el estado, mientras se aprueban en el Congreso de la Unión las leyes secundarias que les permitan completar el ciclo económico de esta industria en el país y en la entidad.
Roberto Carlos Cruz Gómez, presidente de la AIDPC, recuerda que la asociación, conformada por 10 sociedades de producción rural, un consejo administrativo y un comité de ética, se constituyó legalmente el 27 de enero de 2020.
La misión, dice, es impulsar a las comunidades originarias, así como a ejidatarios y campesinos, mediante la agricultura orgánica regenerativa e impulsar la industria médica de cannabis, enseñar el aprovechamiento de residuos y convertirse en una economía sustentable.
Para él, Oaxaca tiene la capacidad de liderar la industria nacional de cannabis, pues puede crear microclimas ideales para su cultivo, además de que el estado cuenta con una ubicación geográfica y conexión oceánica ideal, acceso al mercado global, mano de obra calificada y especializada, y da prioridad a las comunidades originarias.
Además, el presidente de la asociación estima que 60% de este sector estará integrado por mujeres.
“La AIDPC es una asociación civil que surge con la finalidad de proteger la identidad de la cannabis oaxaqueña y de los productores originarios, de educar a los ciudadanos sobre las generalidades de la planta y orientar el desarrollo de las actividades agroindustriales relacionadas con la producción de cannabis”, explica.
Alternativa a la migración
Con el proyecto de una ruta turística buscan generar empleos en comunidades de la Sierra Sur con alto porcentaje de migración, como San Pablo Güila, en donde la mayoría de los hombres al terminar la secundaria viajan a la frontera para tratar de llegar a Estados Unidos en busca de trabajo, para mejorar las condiciones de su familia.
“Es muy buena propuesta, porque es una nueva oportunidad para trabajar y salir adelante. Esta comunidad es de mucha emigración, entonces al generar empleos pararíamos la emigración”, afirma Pedro Antonio López, productor indígena de cannabis de este municipio, que cuenta con autorización de la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris).
Pedro Antonio tiene 42 años y a los 18 emigró a Estados Unidos, cruzó de manera ilegal por Nogales, Sonora, y durante 10 años trabajó en Nueva York como lavaplatos y cocinero.
“Es una gran oportunidad la Ruta de la Cannabis, nosotros ya contamos con un permiso extendido por Cofepris que nos limita a seis plantas para el estudio y ya sembrar sin miedo. Siempre me he dedicado al campo, a la siembra del maíz en temporada de lluvia y he salido a trabajar en la ciudad como ambulante”, declara.
Desmitificando la planta
El presidente del Consejo de Administración de Oaxaca Highland, Alejandro Martínez Moreno, agrega que también se está tratando de posicionar o cambiar la expresión de cultivos de marihuana por cultivos de cannabis, con la intención de desmitificar o eliminar los prejuicios que existen en torno a esta planta milenaria.
En la actualidad, señala Martínez, son 26 comunidades indígenas del estado de Oaxaca las que producen la planta de cannabis y, en total hay 800 productores, de los cuales 99 cuentan con autorizaciones sanitarias emitidas por la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios, con las que pueden cultivar, cosechar y transportar la marihuana.
Además, cuentan con una autorización sanitaria colectiva que abarca a 100 productores.
“Nos falta un tema con las leyes secundarias que nos permita realizar la venta y algunos temas muy específicos”, aclara Martínez Moreno.
La producción de cannabis, añade el presidente del consejo, es variable, pero en promedio suma 50 toneladas mensuales.
El objetivo es llegar a una producción de 200 a 300 toneladas al mes, con las cuales tener capacidad de abastecer a un mercado global, concluye.
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