El Universal
Desde películas a canciones punk, pasando por series de televisión de Netflix, cuadros o la mercadotecnia más variada, la imagen de la reina Isabell II, fallecida este jueves a los 96 años, es una de las más icónicas del mundo, en una industria que mueve miles de millones de libras en el Reino Unido y el exterior.
Como Andy Warhol, quien la inmortalizó en sus clásicas láminas policromáticas. O Lucien Freud, a quien la propia monarca dio total libertad para crear un óleo diminuto y muy personal con motivo de sus sesenta años en el trono británico, allá por 2012.
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Precisamente su longevidad en el trono, 70 años al final, permitió que Isabel II hiciera coincidir su reinado con el auge de la cultura pop.
La propia matriarca de los Windsor capturó capítulos de sus primeros pasos como princesa y como reina después con una cámara de cine en mano, dejando clara su pasión por el arte, en cualquiera de sus formas.
Así se prestó a posar para los pintores o fotógrafos más famosos del momento. Annie Leibovitz se convirtió en la primera fotógrafa estadounidense en retratar de forma oficial a la monarca en instantáneas tomadas en los jardines del Palacio de Buckhingham en 2007.
La serie de Leibovitz también mostraba a la soberana en posición regia, con vestidos en tonos dorados y marfil, en las Salas de Estado del palacio.
Aquellas fotografías dividieron a los críticos y la opinión pública, a una parte de la sociedad que esperaban algo más atrevido por parte de la artista estadounidense, y menos encorsetado.
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No obstante, para transgredir ya estaban otros. La popular serie satírica de televisión “Spitting Image”, protagonizada por marionetas, la exponía en los años 80 como una señora gruñona, impaciente y, en ocasiones, gritona, acompañada por sus familiares y políticos del momento.
Pocos años antes, con el nacimiento del punk, el artista Jamie Reid ya la había representado con un imperdible en la boca, una imagen que se hizo famosa en una camiseta llevada por la diseñadora de moda británica Vivienne Westwood.
Tan impactantes resultaron esas imágenes que los Sex Pistols le pidieron a Reid que diseñase en 1977 la portada del histórico sencillo “God Save the Queen” (“Dios Salve de la Reina”), un trabajo que llegó a exponerse en la exhibición oficial del Jubileo de Diamante.
Para aquella ocasión, también el misterioso grafitero Banksy creó un mural en el que Isabel II se transformaba en el icono pop Ziggy Stardust de David Bowie, con el rayo azul y rojo sobre su rostro.
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Los juegos olímpicos celebrados en Londres en 2012 también sirvieron para que la reina protagonizase un corto dirigido por Danny Boyle para la ceremonia de apertura, en la que compartió pantalla con el mismísimo James Bond, encarnado por Daniel Craig.
Más recientemente, la soberana volvió a ponerse frente a las cámaras el pasado junio para interpretarse de nuevo a sí misma, en un gracioso video en el que toma el té con el oso Paddington en una sala del palacio de Buckingham para inaugurar el concierto de su Jubileo de Platino.
Otras representaciones cinematográficas o televisivas han servido para acercar al gran público aspectos más serios de Isabel II, más relacionados con su responsabilidad con el cargo.
La ola de indignación popular contra la familia real que siguió a la muerte de Diana de Gales en 1997 se vio en parte aplacada con campañas dirigidas a presentar a los Windsor bajo un prisma de modernidad.
Así el largometraje “The Queen”, dirigido en 2006 por Stephen Frears y protagonizado por Helen Mirren en el papel de la soberana, aborda aquellos días de emociones descontroladas por la muerte de Lady Di, en los que Isabel II es capaz de aparcar la frialdad institucional para unirse al duelo de sus súbditos.
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También la obra teatral “The Audience” (2013), escrita por Peter Morgan, ahonda en el profundo sentido de Estado de la reina en sus encuentros semanales con sucesivos primeros ministros, una cualidad muy apreciada por los británicos.
Incluso la plataforma de “streaming” Netflix tiene entre sus joyas de la corona la serie “The Crown”, una producción muy cuidada que repasa con excelentes guiones la historia de los Windsor desde principios del siglo XX hasta la actualidad, con las diferentes reinas como centro de este relato.