Alfredo Martínez de Aguilar
La Agenda de Riesgos Global advierte con toda claridad que la Tercera Guerra Mundial, que ya inició en los conflictos del Medio Oriente y Europa del Este, será por agua, ya no por territorios ni petróleo.
La alerta en cuestión no es nueva, se viene haciendo desde hace décadas, lamentable y dolorosamente, poco o nada ha importado a los gobiernos del mundo, más en el caso de México y, peor, de Oaxaca.
Hace 50 años, el presidente de EU John F. Kennedy, se refirió a la amenaza para la paz y la seguridad internacional por la “guerra del agua”. Desgraciadamente, su vaticinio parece que se empieza a cumplir.
En 1995, hace ya casi tres décadas, el ex vicepresidente del Banco Mundial, Ismail Serageldin, predijo en una afirmación audaz cuanto temeraria que «las guerras del próximo siglo serán por el agua».
El agua será para la geopolítica del siglo XXI lo que fue el petróleo para el siglo XX. La escasez de agua potable se convertirá en motivo de grandes conflictos en las zonas políticas más conflictivas del mundo.
Sin ser agorero del desastre, ni pecar de alarmista, ni mucho menos hacer periodismo “amarillista”, indispensable es advertir la revuelta social por el agua que está por venir en el municipio capitalino.
Lo peor es que hasta ahora no han importado a las autoridades los proyectos presentados, entre otros, por el Movimiento Social Ciudadano Unidos por Oaxaca #UNO, para solucionar el problema.
El año pasado la Comisión Nacional del Agua (Conagua) declaró emergencia por sequía severa, extrema o excepcional en cuencas para el año 2022, afectando, sobre todo, a ocho estados de la República.
Monterrey, la segunda ciudad más poblada de México, vivió desde febrero escasez de agua, al dejar a la urbe de cerca de cinco millones de habitantes sin una gota de líquido durante la mayor parte del día.
Otros de los estados con mayores afectaciones por las temporadas de sequía son los de Baja California, Baja California Sur, Sinaloa, Guerrero, Oaxaca, Chiapas, la península de Yucatán y el Valle de México.
Iniciada la temporada de estiaje en febrero, prolongada hasta mayo, trae consigo que los pozos que captan agua y que proveen alrededor de 300 mil habitantes del municipio capitalino, bajen su nivel.
A un mes de la presentación de la época de estiaje, cada día aumenta la inconformidad y descontento de los diversos sectores sociales, todos sin excepción, por la creciente escasez de agua potable.
El Sistema Operador de los Servicios de Agua Potable y Alcantarillado amplió el suministro en agencias y colonias de la capital oaxaqueña de 15 a 20 días, lo que genera creciente descontento y reclamos.
Por ello, resulta sumamente criticable y hasta condenable que hasta ahora los tres órdenes de gobierno nada han hecho por prevenir y atenuar la grave crisis del agua que sobrevendrá en unas semanas más.
Menos lo ha hecho el sector federal y estatal responsable del abasto de agua, la Comisión Nacional y Estatal del Agua (Conagua) y el Sistema Operador de los Servicios de Agua Potable y Alcantarillado.
Hasta el momento, el director general de SAPAO, Omar Pérez Benítez, ni siquiera se ha tomado la molestia de informar sobre el déficit entre el volumen de agua disponible y la creciente demanda.
Aunque en Oaxaca los municipios son desplazados por un organismo público descentralizado, no dejan de tener corresponsabilidad en el abasto, toda vez que es una de sus facultades constitucionales.
Es harto lamentable que hasta ahora SAPAO ni siquiera haya iniciado una intensa y permanente campaña de información y concientización para cuidar y reutilizar la cada vez más escasa agua potable.
Bienvenida la austeridad republicana, igual que el combate a la escandalosa corrupción del pasado y del presente, sin embargo, es de lamentar que en realidad esta se queda en simples buenas intenciones.
En los primeros cien días del gobierno de La Primavera Oaxaqueña surge un nuevo escándalo en las benditas redes sociales sobre la evidente, pública y notoria corrupción en muchos de los funcionarios.
Para evitar injusticias sería altamente positivo que el gobernador Salomón Jara ordene a la Secretaria de la Honestidad, Leticia Elsa Reyes López, investigue y sancione dichos casos de presunta corrupción.
La austeridad republicana, convertida en pobreza franciscana y degenerada en “austericidio”, no debe ser pretexto para actuar con omisión y negligencia para prevenir la crisis del agua que se viene encima.
A querer o no, la falta de obras para garantizar el suministro de agua de manera adecuada y oportuna provocará ingobernabilidad en el municipio capitalino, lo que repercutirá en el Gobierno del Estado.
@efektoaguila