Alfredo Martínez de Aguilar
El punto de quiebre en materia de gobernanza y gobernabilidad se dio en Oaxaca y en México todo, al estallar la narcoguerrilla, el conflicto de 2006, la “primera insurrección del Siglo XXII”.
De ahí el acierto del gobernador Salomón Jara Cruz de incluir a la narcoguerrilla en la Agenda Estatal de Riesgos e incorporar en su gabinete legal y ampliado a personajes vinculados a esta.
Oaxaca, ciudad capital y entidad federativa, son, desde el principio de los tiempos, mágicos y hechiceros, tierra de irónica y eterna contradicción dialéctica entre gran riqueza y enorme miseria.
Sin soberbia, pero sí con profunda satisfacción, podemos afirmar que a lo largo de la historia generaciones de ilustres oaxaqueños, hombres y mujeres, han contribuido a construir México.
Sin sus preceptores y mecenas, Miguel Méndez Hernández y Marcos Pérez Santiago, con quienes Benito Pablo Juárez García formó la triada serrana, este no hubiera alcanzado la gloria universal.
No obstante la invaluable aportación de su protector inicial, Don Antonio Salanueva, terciario franciscano, Juárez creció y se desarrolló, gracias al amor de Margarita Eustaquia Maza Parada.
De la mano de otras mujeres recorrieron la senda del éxito, Porfirio Díaz, Jesús, Ricardo y Enrique Flores Magón, José Vasconcelos y los presidentes Adolfo López Mateos y Gustavo Díaz Ordaz.
Pero también los oaxaqueños han estado a la vanguardia de la destrucción de México, al escribir las páginas más negras de la historia del país, al derruir instituciones nacionales y la paz social.
Los oaxaqueños han estado presentes y participado, incluso, en los crímenes de Estado del candidato presidencial del PRI, Luis Donaldo Colosio, y del Cardenal Juan Jesús Posadas Ocampo.
En medio de esta singular realidad ancestral exportamos al país movilizaciones político-sociales violentas, marchas, plantones, bloqueo de calles y carreteras, y toma de casetas de peaje.
El punto de quiebre en materia de gobernanza y gobernabilidad se dio en Oaxaca y en México todo, al estallar la narcoguerrilla, el conflicto de 2006, la “primera insurrección del Siglo XXII”.
La guerrilla del EPR y el narco detonaron acciones terroristas en Oaxaca, hoy comunes en el país, barricadas, toma y quema de vehículos y edificios públicos y privados, y retención de funcionarios.
El demoledor actuar de la narcoguerrilla en el conflicto de 2006, para crear la Comuna Oaxaca, llegó al extremo de crear policías, jurados y juicios populares revolucionarios contra sus enemigos.
La inédita alianza narcoguerrillera en la revuelta político-social de 2006 sentó un precedente nacional sumamente negativo que hoy se refleja en la explosión de carros-bomba y minas.
FBI y la ATF investigan los bombazos de Tlajomulco. Según los avances de sus investigaciones, detrás de las explosiones de siete bombas estarían las FARC-EP de Colombia y el CJNG.
En febrero de 2022, en el municipio michoacano de Aguililla, una mina colocada en un camino dañó un vehículo militar y lesionó a 10 soldados. Fue el primer caso de ataque a un blanco militar.
Al menos 10 elementos de la Guardia Nacional quedaron heridos tras la explosión de un coche bomba en la carretera Celaya-Salvatierra, en Guanajuato, el pasado 13 de julio de este año.
De ahí el acierto del gobernador Salomón Jara Cruz de incluir en la Agenda Estatal de Riesgos a la narcoguerrilla e incorporar en su gabinete legal y ampliado a personajes vinculados a esta.
La trayectoria del mandatario estatal, recorriendo por espacio de 30 años las diversas regiones, municipios y localidades del estado, le ha permitido conocerla, dialogar y negociar con esta.
Obligado es incluir por los tres órdenes de gobierno a la narcoguerrilla como factor de gobernanza y gobernabilidad en Oaxaca y en el país. Cuenta con un gran poder corruptor y de fuego.
Además, no hay que olvidar que históricamente Oaxaca ha sido cuna de la guerrilla rural y urbana. Estrategia que permitió a Porfirio Díaz derrotar al ejército francés en Miahuatlán y La Carbonera.
Según expertos en materia de seguridad pública y seguridad nacional, en Oaxaca operan diversos grupos de guerrilla rural y urbana, y sus comandantes y milicianos gobiernan algunos municipios.
Asimismo, la narcoguerrilla cuenta con la base de organizaciones-sociales para presionar políticamente y chantajear económicamente a los gobiernos, federal, estatal y municipales.
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