Augusto RAMÍREZ
Silviano y Coco son la tercera generación de panaderos en el establecimiento conocido como “Las Hojaldras de la Tía Meche”, mismo que se localiza en la calle Matamoros número 4 del municipio de San Bartolo Coyotepec, ambos reconocen que el pan, en la temporada de muertos, es un legado ancestral que se ha heredado de generación en generación.
Sin duda San Bartolo Coyotepec es uno de los 570 municipios de Oaxaca que se niega a perder sus tradiciones. Y aun cuando los tiempos y las economías son difíciles, la gente no deja pasar por alto estas fechas donde se recuerda a los seres queridos que se adelantaron en esta vida.
“Son tiempos difíciles, pero aun así la venta de pan es importante, sobre todo para la gente del pueblo. Aunque no por eso, otros venidos de la ciudad capital, de poblaciones circunvecinas y de otras entidades del país, como Monterrey, Nuevo León; disfrutan del pan artesanal cocido en horno de leña”, destacan en su labor ambos tahoneros.
Silviano Calderón Galán, dice que la temporada de muertos pinta como siempre, aunque después de la pandemia, “ha sido difícil”, pero al final de cuentas “los vivos buscamos la manera de festejar a aquellos que ya se nos adelantaron y hacemos el mejor esfuerzo para cumplir”.
“Es difícil, porque en otras ocasiones, ya en estos días, en la víspera del 1 de noviembre, ya habían bastantes pedidos y hoy, la gente se espera, se aguarda un poco para poder comprar todo lo que va con el altar”, recalcó.
En lo que toca a la comercialización de su producto, dice ir bien, pues de trabajo va más del 70 por ciento, en tanto que de la venta está apenas en un 40 por ciento, pero conforme pasan las horas se tendrá que reflejar todo el esfuerzo que realiza junto con sus ocho trabajadores que ha ocupado durante esta temporada.
De su inversión para sacar adelante la temporada, dice Socorro Hueyopan, van por arriba de los 40 mil pesos, sobre todo porque en esta ocasión lo que más caro resultó fue la compra del huevo, una de las materias primas principales para la realización del producto.
“El huevo, la azúcar y la harina, pero lo que sí subió mucho fueron los dos primeros”, replica.
En comparación con años anteriores, dice, la materia prima era más económica, en este año se elevó mucho.
“La promoción que se hace de esta fiesta, hoy en día, sí impacta, pero al final, sea o no, la genta no deja de hacer sus compras, haciendo el esfuerzo pese a la situación económica que se vive no sólo en el estado, sino en el país y los altares no se pueden quedar sin su pan”, repone.
“Impacta, la gente ya sabe que va a llegar la temporada de muestra y hacen su esfuerzo, buscando la manera de salir adelante con este gasto”, apuntilló.
Pero en cuanto a la panadería y sus ganancias, Coco dice, que las hay, pero ya no como antes, todo está caro, pero eso no hace que se vayan en cero.
“Por lo menos lo que se invierte sale”, dice de entrada y reiteró que sale la inversión y otro poquito “más sea” para los gastos y pagar a la gente que se ocupa, sobre todo cuando todos quienes se dedican a esta actividad esperan tener una buena ganancia.
Son más de 60 años de dedicarse a esta actividad, son la tercera generación que se dedica a la elaboración del pan y ya están floreciendo quienes en un futuro habrán de sostener esta tradición, no solo familiar, sino de toda una comunidad que preserva sus tradiciones.
“A parte de ser un negocio, es un trabajo muy bonito”, replican ambos, al tiempo de reconocer que se hace con mucho cariño para satisfacer los gustos de muchos de sus consumidores.
“Ojalá y esta tradición no se pierda y quienes están a tras de nosotros sigan, sobre todo, “cuando sabemos que cada año a nuestro taller llega más gente”.