La X en la frente: Sentencias Claras

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Moisés MOLINA

Si los jueces escriben o pronuncian sus sentencias de modo tal que cualquier persona entienda, no sólo el veredicto sino sus motivos, no habría necesidad de andar buscando intérpretes o mediadores.

Cada vez es más frecuente encontrar en las redes sociales personas que piden que alguien explique tal o cual decisión de la Corte, de juzgados o tribunales en términos sencillos.

Si cada que un fallo despierta sospecha, suspicacia, duda o simplemente es descalificado a conveniencia, bastaría con leerlo o ver la grabación en los casos de juicios orales, para salir de dudas.

Ninguna garantía hay mayor de imparcialidad e independencia Judicial que la transparencia y claridad de las sentencias.

Por ello, hoy más que nunca, los jueces están obligados a saber comunicar.

Las sentencias han pasado de ser meras decisiones a auténticos instrumentos de comunicación.

Y, como tales, deben seguir las reglas de la comunicación efectiva.

En mi última clase de Redacción y Terminología Judicial el Dr. Pablo Díaz dijo algo paradigmático: “las sentencias son para que las entiendan los justiciables, no sus abogados”.

Pero voy más allá .

En democracia, las sentencias de los jueces ya no interesan sólo a los justiciables y sus abogados, sino a la opinión pública.

Ello desborda ya incluso a los periodistas para llegar a mojar los pies de los usuarios de las redes sociales, porque gracias a ellas todos somos ya periodistas en potencia.

Hoy los asuntos de relevancia social son cada vez mas y las necesidades de un público ávido de “verdad” crecen exponencialmente.

La verdad tiene cada vez más que ver con la credibilidad, notoriedad y prestigio de quien la dice que con los hechos y su comprobación en sí.

Nuestras sociedades se han convertido en fábricas de veredictos que satisfacen esa momentánea sed de verdad y que han desplazado a los mismos jueces.

Lo que vale ya no es lo que el juez dicta, sino lo que las autoridades mediáticas interpretan.

Por eso no hay nada tan saludable ni tan seguro como volver al origen de la comunicación nítida, clara, breve y concisa entre los jueces y “sus públicos”.

Si los jueces comienzan a dictar sus resoluciones para que los justiciables las entiendan, claro está que las entenderá todo mundo, incluidos sus abogados.

Y no es que se pida que las sentencias pierdan rigor ni metodología. Al contrario.

Debemos reivindicar el método de lo perfectamente entendible a la hora de ajustar los hechos al derecho y -eventualmente- interpretarlo.

Así no habrá pretexto para que la injusticia, la parcialidad o la dependencia se esconda en la penumbra de las resoluciones oscuras e ininteligibles.

Las palabras se hicieron para decir la verdad y es hora de que se pongan al servicio no sólo de la justicia, sino de la salud de nuestra democracia.

*Magistrado de la Sala Constitucional y Cuarta Sala Penal del Tribunal Superior de Justicia de Oaxaca