El antiguo líder zapatista escribe una carta en la que critica al mandatario, a Sheinbaum y a la oposición: “Todas las mañanas, [el presidente] enciende el limpiaparabrisas del vehículo que algunos llaman todavía ‘Nación’”
Desde las montañas del sureste mexicano vuelven a llegar cartas sin remitente. Solo una firma y una fecha: El Capitán, agosto del 2024. Han pasado siete meses de silencio, desde la celebración del 30ª aniversario del alzamiento armado del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) contra el Estado, el primero de enero de 2024, para que el subcomandante se decidiera a retomar su correspondencia con México y el mundo. Marcos, el antaño líder de la insurgencia indígena, hoy degradado a capitán y cartero, ha escrito cinco misivas en el último mes, publicadas a través del portal Enlace Zapatista, principal altavoz del EZLN. Mordiscos metafísicos contra el oficialismo, la oposición, el crimen organizado y el Estado, que, dice Marcos, muchas veces son la misma cosa.
Con su habitual estilo, el viejo guerrillero diagnostica las enfermedades de la sociedad mexicana: los miles de desaparecidos y las madres que remueven la tierra para encontrarlos —“buscad a las buscadoras. Se me ocurre, no sé, que tal vez también buscan otro mañana. Y eso, amigos y enemigos, es luchar por la vida”, escribe Marcos—; las enormes obras del sexenio como el Tren Maya —“los llamados megaproyectos no derivan en desarrollo. Son sólo los corredores comerciales abiertos para que el crimen organizado tenga nuevos mercados”—; y, sobre todo, una crítica frontal contra Morena, el partido en el poder, el presidente en funciones, Andrés Manuel López Obrador, y la presidenta electa el pasado 2 de junio, que tomará posesión en octubre, Claudia Sheinbaum.
La última carta del capitán, con fecha del 20 de agosto, ha hecho especial ruido entre la prensa mexicana, a pesar de que su retórica no es distinta de la habitual. Tampoco su mensaje contra López Obrador y la llamada Cuarta Transformación. Casi ningún medio se había hecho eco de las cuatro anteriores misivas de este mes. Sin embargo, la de este martes, titulada El Viaje, se ha sucedido en las páginas de los principales periódicos este miércoles.
El capitán ha atacado duramente a López Obrador con una de las armas que mejor ha manejado siempre, la metáfora. “Todas las mañanas, [el presidente] enciende el limpiaparabrisas del vehículo que algunos llaman todavía ‘Nación’. Aparta así la multitud de insectos y suciedad que se ha adherido al cristal. Que nada opaque o deforme su visión del camino, ni las letras doradas que habrán de enaltecer la historia patria o, mejor aún, la mundial. Que los insectos sean cadáveres y ausencias, no importa. Que la suciedad sea sangre y las rocas que arroja la realidad, tampoco. Que nada detenga su avance. Y cuando su turno al volante termina, ¿qué queda? Porque a nadie parece importarle a dónde conduce esa carretera y, sobre todo, quién es el dueño del vehículo. Porque ¿no es él quien decide a dónde, con quién, a qué velocidad y con cuáles pasajeros se hace ese viaje? Ah, pero siempre habrá peatones de la historia”.
No es la primera vez, ni la primera persona, que señala la visión de túnel del presidente: lo que sus críticos ven como una negación de la realidad para respaldar sus teorías —“yo tengo otros datos”—, por ejemplo, en Chiapas: donde las asociaciones de derechos humanos, la población y la Iglesia Católica ven una grave crisis humanitaria, un “conflicto armado no reconocido” desde 2021, López Obrador ve un Estado próspero y pacífico. Marcos ha hecho recuento de las actitudes más cuestionables del mandatario: desde su tendencia a pontificar en su conferencia diaria de prensa, La mañanera, a marcar la agenda sin conceder entrevistas a los medios críticos con su gestión: “Se quejaron, se quejan y se quejarán de lo mismo que practicaron por años: la mentira, la calumnia, el insulto, el ninguneo, el escupitajo mediático, el ‘no presentar pruebas de lo dicho’, el abuso de poder en medios, el tribunal mañanero”.
El guerrillero intenta no dejar nada en el tintero. Su formación militar siempre ha contado con un arsenal de recursos literarios. De la metáfora, a la comparación: “[López Obrador] tuvo el autoritarismo de Gustavo Díaz Ordaz; el nacionalismo de cartón piedra de Luis Echeverría Álvarez, la demagogia corrupta de José López Portillo, la mediocridad administrativa de Miguel de la Madrid, la perversidad de Carlos Salinas de Gortari, la vocación criminal de Ernesto Zedillo, la ignorancia enciclopédica de Vicente Fox, el militarismo y la mecha corta de Felipe Calderón, y la frívola superficialidad de Enrique Peña Nieto”.
Claudia Sheinbaum fue elegida con una mayoría abrumadora el 2 de junio como la primera presidenta de la historia de México. Una victoria que la izquierda oficialista pintó como un triunfo del progresismo: el país entraba en el pequeño club de naciones que han sido gobernadas por una mujer. Tampoco ella se salva de la pluma de Marcos. Ya en las elecciones de 2018, el zapatismo se opuso rotundamente a Morena. Eran más de lo mismo, argumentaron entonces. El viejo perro del PRI con distinto collar.
Marcos escribe: “El error que se cometió antes del ‘beneficio de la duda’, se repite. Quienes nos criticaron por no apoyar y criticar el cambio de piel de la víbora, fueron los más ferozmente atacados por su defendido [López Obrador]. Ahora lo vuelven a hacer, amparándose en que ‘es mujer’. Hombre, mujer, otroa, no importa. Allá arriba está el problema, no la solución. Si no miran hacia abajo, seguirán tropezando con la misma piedra. Y eso ya sería patológico. El oficialismo no busca apoyo, sino complicidad”. Y añade: “No importa el nombre, es lo mismo. Basta una mirada serena para entenderlo. En el oficialismo no todos son iguales, es cierto. Los hay criminales impunes, que ya lo eran en el PRI, el PAN, el PRD, el PT y el PVEM antes de brincar al oficialismo; o como el futuro encargado de Educación Pública [Mario Delgado]. Y los hay quienes son simplemente estúpidos, como el paradójico Marx Arriaga [responsable de los libros de texto públicos, criticados por sus errores]”.
Oposición, adversarios y “enemigos”
Tampoco se ha librado la oposición, PRI, PAN y PRD, viejos enemigos políticos que se presentaron en coalición para intentar mermar el poder de Morena (con pobres resultados). “En serio pensaron que personajes como Alito [Alejandro Moreno, presidente del PRI], los Chuchos [PRD] y como se llame el presidente del Acción Nacional [Marko Cortés], ¿serían una opción elegible? ¿Qué las bobadas de Bertha [Xóchitl Gálvez, la candidata derrotada] ‘jalarían’ al electorado joven? No supieron presentarse como opción de “centro” (no sólo porque eso no existe, pero eso es otro tema), y tampoco como opción de derecha. Pero no se preocupen, eso de la ideología es eso, ideología. Y lo que importa es el negocio. Es decir, la política realista”.
Sobre las últimas polémicas políticas, la sobrerrepresentación de Morena en la Cámara de Diputados y la reforma del Poder Judicial que persiguen Sheinbaum y López Obrador, Marcos opina: “La estrategia de la mal llamada oposición de ‘no a la sobrerrepresentación’, no busca el inexistente, desde hace décadas, equilibrio de poderes. Lo que quieren es elevar el precio de venta de sus decisiones en las cámaras. Lógica de mercado, pues. La supuesta ‘defensa’ del Poder Judicial no es sino una autodefensa. Los criminales tienden a unirse cuando se ven amenazados. Lo que está en juego no es la autonomía de los jueces, sino quien maneja el negocio de la compraventa de la justicia”.
Y para concluir: “La derrota de Bertha [Xóchitl Gálvez] demuestra que el asunto no es de género ni de columnas de ‘especialistas’, sino de aparato. Y ese ya se los arrebató el oficialismo hace seis años”. Sin olvidarse, claro, de las víctimas que han quedado en la cuneta del sexenio: las buscadoras, los desaparecidos, los defensores del medio ambiente, los pueblos indígenas, la población civil atrapada en el fuego cruzado del narco: “Los opositores conservadores fueron ‘adversarios’ [en la retórica de López Obrador]. ¿Y quiénes se rebelan y resisten al sistema? Ah, esos sí eran (y son) enemigos. Merecían y merecen la muerte, el desprestigio y el olvido. O todo junto. Por eso el olvido, la impunidad y la ignorancia frente al asesinato del hermano Samir Flores Soberanes y todos los guardianes de la tierra asesinados, desaparecidos y encarcelados en la llamada ‘revolución de las conciencias’”.