¡Qué pasó maestro! Es una frase de batalla, es un saludo, es un reclamo, es sarcástica, es ironía, es felicitación… es todo a la vez, lo que sí, es que no crea que sea nada, el autor es un personaje, que tanto pasa desapercibido, o bien es notable su presencia en los diversos escenarios deportivos de Oaxaca, resguardado en la sombra de un árbol, soportando el inclemente sol, digiriendo las polvaredas, ataviado siempre con un chaleco con decenas de bolsillos, al hombro una o dos cámaras, lentes, es Timoteo Torres López, quien es uno de las personalidades homenajeadas en una de las carreras atléticas más importantes de Oaxaca de Juárez: La IMSS-Monte Albán que llega a su XLI edición.
“Timo”, como casi medio mundo lo conoce, es un fotógrafo de la vieja escuela que ha colaborado con todos los medios impresos de Oaxaca, con más de 60 años de experiencia en su archivo, seguramente, las fotografías hechas se acercan al millón, ¿es exagerado?, no lo creo; ha transitado de la fotografía análoga a la digital, para ello se tuvo que capacitar, pasó del revelado de película, a la edición de Photoshop.
Es más en ese andar de las nuevas tecnologías no pocas veces se dejó ver con una impresora portátil para entregar el producto de manera inmediata, sí era una “polaroid” andante.
Su trabajo es reconocido por el gremio, tanto el deportivo, como el de los fotógrafos que se dedican a la cobertura de los diversos eventos sociales de la capital oaxaqueña, de este oficio “Timo” pudo darle sustento a su familia, por que no es extraño que sacara de ese chaleco las las fotos impresas para venta y si bien ya inmortalizado el momento había es justo la paga por tener el momento en el que se está bateando, en el que se está festejando el gol, en el esfuerzo de de una carrera, en la foto de equipo.
En fin es un buen tributo para quien siempre está detrás de la lente y en esta edición de la IMSS- Monte Albán, que se corre el próximo 17 de noviembre será objeto de un merecido reconocimiento, al lado de la medallista paralímpica Laura Cerero Gabriel.
Anécdotas hay muchas y bastante variadas, como aquella que me relató en la que se subió al tren, ¿imagínense de qué época estamos hablando?, para un trabajo en Tehuacán, Puebla, pero las cosas se complicaron por que en esos años le pegaba duro a “la fiesta” y a causa de ello, tuvo que residir algunos días en la ciudad poblana, para conseguir unos pesos y regresar a casa.
Pero también hay de las buenas porque compartió galardón del Premio Estatal de Periodismo, en la división de fotografía, con otro excelente colega, se “armó la polémica y la rebambaramba”, la controversia fue tal que el “Premio” desapareció y quién sabe si algún día volverá.
Al día de hoy esa polémica se mantiene, es la pasión por el deporte.
En fin, para quien aporreó las teclas para intentar darle sentido a estas líneas solo me queda decir: ¡¡Qué pasó Maestro!!