La educación financiera, una falla estructural en la educación de nuestro país

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Claudia Galguera (@ClaudiaGOax)

En esta actualidad donde el consumismo está presente desde edades tempranas, enseñar a los niños y adolescentes sobre la importancia del ahorro y la educación financiera se ha convertido en una necesidad. Sin embargo, en muchos hogares y escuelas este tema sigue siendo secundario, lo que genera adultos con poca planificación económica y dificultades para administrar sus recursos. ¿Por qué seguimos postergando esta enseñanza?

La falta de educación financiera en la infancia: Un problema estructural

Es sorprendente que, en un país como México, donde el 56% de la población adulta tiene problemas financieros (CONDUSEF, 2023), la educación financiera siga sin ser una prioridad en la formación de los más jóvenes. Mientras materias como matemáticas, historia y ciencias siguen dominando los programas educativos, habilidades esenciales como el ahorro, la inversión y la planificación financiera son ignoradas.

Según un estudio de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), solo el 30% de los jóvenes en América Latina recibe algún tipo de educación financiera formal. Esto significa que la mayoría aprende sobre dinero a través de la experiencia, a menudo repitiendo los errores de generaciones anteriores.

El ahorro: Más que guardar dinero, es aprender a tomar decisiones

El ahorro no debe enseñarse como una simple acumulación de dinero “meterle al cochinito”, sino como una herramienta para tomar decisiones inteligentes. Cuando los niños aprenden a diferenciar entre necesidades y deseos, desarrollan un pensamiento financiero más sólido.

Una estrategia efectiva es el uso de “las tres alcancías”: una para ahorrar, otra para gastar y otra para donar. Este método, recomendado por expertos como Beth Kobliner, autora de Make Your Kid a Money Genius, ayuda a los niños a visualizar cómo distribuir su dinero de manera equilibrada.

El papel de la tecnología en la educación financiera

En la era digital, los niños y adolescentes tienen acceso a herramientas tecnológicas que pueden facilitar su aprendizaje financiero. Aplicaciones como Bankaroo y PiggyBot permiten a los más jóvenes gestionar dinero de manera virtual y entender conceptos como ingresos, gastos y objetivos de ahorro.

Sin embargo, no basta con descargar una aplicación y esperar que haga todo el trabajo. Es crucial que los padres y educadores participen activamente en este proceso, guiando a los niños en la toma de decisiones y reforzando la importancia del ahorro en la vida cotidiana.

Educar con el ejemplo: La clave del éxito

Los niños aprenden observando a los adultos. Si ven que sus padres administran el dinero de manera responsable, es más probable que adopten hábitos financieros saludables. En cambio, si crecen en un ambiente donde el gasto impulsivo y el endeudamiento descontrolado son la norma, repetirán esos patrones en el futuro.

Pequeñas acciones como involucrar a los niños en la planificación del presupuesto familiar, hacerlos partícipes de decisiones de compra y enseñarles sobre inversiones pueden marcar una gran diferencia en su educación financiera.

En conclusión, si realmente queremos que las futuras generaciones sean financieramente responsables, debemos dejar de ver la educación financiera como un tema secundario. Es necesario que tanto padres como escuelas integren estas enseñanzas en la vida cotidiana de los niños y adolescentes.

Un país con ciudadanos financieramente educados es un país con menos deudas, menos crisis económicas personales y más oportunidades de crecimiento. Y todo comienza con enseñar a ahorrar desde pequeños.