La trampa de gastar por deseo y no por necesidad

0
152
Oplus_131072

Por Claudia Galguera

Vivimos en una sociedad donde el consumismo es promovido en cada esquina: anuncios llamativos, descuentos irresistibles y redes sociales llenas de estilos de vida aparentemente perfectos. Comprar se ha convertido en una actividad cotidiana, muchas veces motivada por emociones más que por necesidades reales. El problema es que esta dinámica nos lleva a gastar dinero que no tenemos en cosas que no necesitamos, afectando nuestras finanzas personales y generando estrés económico.
Y ¿Cómo podemos enfrentar este círculo vicioso y aprender a consumir de manera más consciente?
La compra impulsiva: Un problema emocional más que racional
Cuando adquirimos un artículo sin planearlo, generalmente estamos respondiendo a una emoción: ansiedad, tristeza, estrés o incluso la euforia del momento. No vayamos muy lejos por ejemplo el pasado 14 de febrero su servidora adquirió un par de zapatos que no necesitaba, a manera de “auto regalo” de día de San Valentín. De esta y mil maneras diariamente vamos justificando compras innecesarias. Todos en la vida hemos adquirido productos que compensan o premian o nos generan 3 minutos de felicidad porque la realidad es que estamos asociando ese momentáneo bienestar con una pseudo necesidad. Según un estudio de la American Psychological Association (APA), el 60% de las compras impulsivas están relacionadas con la búsqueda de una gratificación emocional inmediata, lo que explica por qué tantas personas compran sin realmente necesitarlo.
Las tiendas y marcas conocen este patrón y lo explotan con estrategias como el “último día de oferta”, el “solo quedan dos piezas” o la promesa de felicidad instantánea con un producto. La neurociencia ha demostrado que cada vez que compramos algo que nos gusta, nuestro cerebro libera dopamina, la misma sustancia asociada con el placer y la recompensa (Harvard Business Review, 2023). Sin embargo, esta sensación es pasajera y, una vez que desaparece, regresamos al punto de partida: buscando algo más para llenar el vacío.
El impacto del consumismo en nuestras finanzas
Más allá de la satisfacción momentánea, la compra impulsiva puede afectar gravemente nuestra economía. Según la CONDUSEF, en México el 70% de las personas reconoce haber comprado artículos que no necesitaba, y un 45% admite que ha tenido problemas financieros debido a estos hábitos de consumo.
Las tarjetas de crédito han facilitado este problema, ya que permiten adquirir productos sin tener el dinero en ese momento. El resultado es una acumulación de deudas que crecen con intereses elevados, atrapando a muchas personas en una espiral de pagos interminables.
Cómo enfrentar el consumismo y evitar las compras impulsivas
Para cambiar este patrón, es necesario adoptar estrategias que nos ayuden a ser consumidores más conscientes y responsables:
Identificar los desencadenantes emocionales
Antes de hacer una compra, es útil preguntarnos: ¿realmente lo necesito o estoy comprando por aburrimiento, tristeza o estrés? Llevar un registro de nuestras compras impulsivas y las emociones asociadas puede ayudar a detectar patrones.
Aplicar la regla de las 24 horas
Si sientes la necesidad de comprar algo, espera al menos 24 horas antes de tomar la decisión. Muchas veces, al pasar el impulso inicial, nos damos cuenta de que el artículo no era tan importante como parecía en el momento.
Hacer una lista de compras y respetarla
Antes de ir al supermercado o a una tienda, es recomendable hacer una lista de lo que realmente necesitamos. De acuerdo con un estudio de la National Retail Federation, las personas que siguen una lista reducen hasta en un 25% sus compras impulsivas.
Evitar la exposición constante a la publicidad
Las redes sociales y los anuncios en línea están diseñados para generar deseo de compra. Reducir el tiempo de exposición a estos estímulos o incluso bloquear anuncios puede ayudar a controlar el impulso de consumir.
Practicar la gratitud y el minimalismo
Aprender a valorar lo que ya tenemos y cuestionar si realmente necesitamos más cosas puede hacer una gran diferencia. El movimiento minimalista propone que el bienestar no está en acumular bienes materiales, sino en simplificar la vida y enfocarse en lo esencial.
En conclusión, el consumismo ha sido normalizado en nuestra sociedad, pero entender que muchas de nuestras compras responden a impulsos emocionales nos permite tomar mejores decisiones financieras. Cambiar hábitos de consumo no solo mejora nuestra economía, sino que también nos ayuda a vivir con menos estrés y mayor satisfacción personal. Enfrentar el consumismo es un desafío, pero con estrategias adecuadas podemos recuperar el control de nuestras finanzas y consumir de manera más inteligente y consciente, ya que necesariamente también tendremos que enfrentar la fecha limite de pago de la tarjeta de crédito, la cartera vacía o la cuenta bancaria en ceros; lo cual también tiene un impacto emocional y entonces si dejamos de adquirir lo que verdaderamente es necesario para nuestra existencia.