La indómita Pozoliza de Adriana de la Rosa

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“El artista no es un ser súper dotado al que hay que hablarle con cuidado, es un ser común y corriente a quien yo le puedo preguntar cosas y si me dicen no, o si me dice sí, no pasa absolutamente nada”.

Suelta a bote pronto Adriana de la Rosa, en su torrente de ideas que no paran y que la llevaron a abrir hace más dos años Casa Rosa, una casa convertida en centro independiente de producción e intercambio artístico y cultural que devino en una auténtica pozoliza.

Egresada de la escuela de Bellas Artes y de alguna Clínicas de Especialización de Arte contemporáneo, actriz de teatro y documentalista, De la Rosa habla como un revolver y llega a las dos razones por las que abrió La Pozoliza, espacio para comer pozole y escuchar e interactuar con artistas en visto de perspectiva, que ya cumplió

“Empecé a preguntarme que era para mí el arte, no estaba conforme con sus métodos de distribución, ni como este se valida a partir de las instituciones ya fortalecidas. Comencé a pensar que debía haber otra forma de aprenderlo, de llegar a él”.

“Además necesitaba varo” explica Adriana al tiempo que reflexiona que al final dinero es lo que menos ha obtenido de este proyecto.

“Empecé vendiendo pozole, pero no quería nada más hacer eso. Quería juntar las dos cosas, así que invité amigos que pudieran venir a dar charlas”.

El  fotógrafo Luis Enrique García fuel primer charlista del espacio, a este le siguieron colectivos de producción como los Tlacolocos, o el teórico y artista practico,  Efraín Constantino.

“Vinieron también chavos que tocaban jazz, explicando las diferencias entre el jazz y el blues a través de sus propios instrumentos”.

De la Rosa afirma buscar un arte que conecte con la gente, abordando  otros prototipos de exhibición, enfrentando al público directamente, respondiendo a lo que se estén preguntando.

“La retroalimentación de preguntar y responder, con gente  de otras ciudades que se enteraban de los eventos y veían las video entrevistas para you tube que hacemos sobre nuestros invitados”.

Adriana platica que en cuestión de ciclos, las artes escénicas jaló muy poca gente, mientras que las charlas sobre espacios independientes registró llenos y audiencia.

“En Oaxaca la gente que ve teatro son los mismos teatreros. Llamar al público a que vaya a ver teatro es muy difícil. De cuatro funciones que das, solo una se llena de público externo”.

La madre de dos hijos, quien lleva el lugar junto al realizador Julio Villavicencio, declara que en la Pozoliza, los invitados le hablan a su audiencia  “con rollos que no son solo técnicos sino procesuales, donde hablan de como toman decisiones, a partir de que, y como se involucraron en el arte o  porque tomaron una disciplina y no la otra”.

La entrevistada habla de su experiencia con la Galería Kurimanzutto, y de como uno de sus artistas más preciados, Daniel Guzmán , le canceló unas horas antes de su charla  , mientras que otro peso pesado , Abraham Cruz Villegas, le dio más de lo que esperaba. 

“Acababa de publicar en Facebook nos vemos al rato, y Daniel me manda un mensaje, donde básicamente me mandó al carajo. Como la Pozoliza no es  el MUPO, creo que no visualizó a  toda la gente que podía, puede y viene a un espacio independiente”.

Sobre Cruz Villegas, Adriana recuerda que primero planeo traer a su socio artístico, Doctor Lakra, pero que alguien le recomendó que no lo hiciera porque a Lakra le daba miedo hablar con la gente, razón por la que De la Rosa terminó por hacer contacto vía Skype con el que al final termino siendo su más reciente invitado.

“Cruz Villegas accedió. Tú ves su actitud en la portada de la revista Código, y te da miedo. Dices, uta, no le vaya a dar asco algo y ya valió madres”.

“Pero no, al final me encontré con un cuate muy accesible y algo nervioso que pensaba que no venía preparado para la gente y no tenía el suficiente material”

Adriana también recuerda el trago amargo de la plática por Skype con el reconocido Eduardo Abaroa, a la que al final no llegó nadie.

“Fue un putazo. Creo que como no iba a estar en vivo, por eso la gente no vino. Ahí fue donde me cuestioné otra vez de que se trata el aprender el arte, ¿de verte bonito?, ¿de sentirte main stream?”

Adriana aclara que no cree en los artistas comunitarios, que hacerlo “es como mandarle una carta a Santa Claus o que te regalen zapatos”.

Por lo que para ella lo importante es esa gente que como sea,  viene para escuchar un poco del artista al que leyó en un libro, o al que ha visto en los museos.

La Pozoliza también cuenta ya con residencias artísticas que busquen concebir una obra que se vincule con la comunidad.

Francisca Álvarez, su última residente y artista chilena, que maneja la pintura e instalación, con un enfoque en la botánica concluyó su paso por Casa Rosa abriendo un puesto en el mercado zonal de Candiani, donde ofreció sus propias y mezcladas plantas del desencuentro y el rencuentro.

Además de que el lugar  también cuenta con una sala de exhibición, llamada sala invernáculo, donde lo importante es exhibir la obra (de manera  física, o con la proyección de bocetos, planeaciones y  apuntes)  desde su proceso mismo, con un detenimiento en su impredecible devenir.  

“No va a venir Dios para decirme, eres artista y todos van a voltear a verte. Yo tengo que generar un público”.

Apunta una Adriana de la Rosa a la que es complicado seguirle el ritmo mientras comenta que a la Pozoliza llegaron 33 artistas a dar charlas en su primer año, y 16 en su segundo.

Hoy la gestora cultural aclara que ya no corre al ritmo de antes, y que eso está bien.

“Concentro la potencia de este espacio en su objetivo, en la investigación en el deseo de que el proceso se vuelva el método de activación del arte con el espectador”.

“Que no sea la obra nada más. Sino que el espectador realmente tenga bases para criticar el arte. Todo en Oaxaca se establece a partir de las acciones culturales. Pero la gente de Oaxaca es la que menos información tiene”.

“Razón por la que están más preocupados en producir lo que sea para vender, que en formarse”.

“La gente quiere un cuadro y se termina comprando un Andriacci porque no tienen la información, no porque sean ignorantes o poco cultos”.

Adriana de la Rosa está a punto de darle pecho a su niña de brazos, pero eso le impide soltar un resumen general del panorama de batalla.

“Para generar un público, un verdadero público, se empieza por tu propio contexto. Por la gente que vive a tu lado”.