Celebrando a una Patria que se cae

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Hoy  las fiestas de Independencia parecen más impopulares y despegadas que nunca. Con una crisis de derechos humanos azotando seriamente el país desde hace por lo menos dos sexenios, que se ha potencializado con  la desaparición  forzada de 43 estudiantes a manos del crimen organizado y  grupos de seguridad del Estado.

“No veo por donde me pueda salir al patriotismo con tantas cosas que están pasando . Y no paran, los vivos de ahorita parece que serán los desaparecidos del mañana”

Expresa Estela Ricardez Melo, licenciada en informática , mientras cuenta que la noche de ayer vio por televisión el grito de Independencia del presidente Enrique Peña Nieto, solo por el gusto de verlo caer .

“Le abuchearon horrible. Incluso hasta las cámaras tomaron a unos jovenes que se manifestaron ahí en la plancha del zócalo llamándolo asesino. Nadie lo quiere pero el finge que no lo sabe”.

Por su parte, Jair Palestina, sociólogo, recuerda el reciente informe de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos que ha venido a echar por tierra la verdad histórica de que los 43 normalistas fueron quemados en un basurero de Cocula, Guerrero.

“En serio no puedo entender a la gente que va al zócalo o al desfile del 16 de septiembre a aplaudirle al Ejército Mexicano “.

“Que llevan a sus hijos al desfile, a enseñarles a celebrar a un ejército que mata y reprime. Un ejército que tiene detrás una matanza ya bien comprobada como la de Tlatlaya, y es sospechoso de haber colaborado, ya sea por acción u omisión,  en la desaparición de 43 chavos en Iguala, Guerrero”.

Palestina observa que lo que hacen estas costumbres es enseñarles a las nuevas generaciones a  perpetuar la cultura de la violencia y de la guerra.

“¿Por qué se sigue creyendo que es bonita costumbre o tradición ir a ver los tanques en las calles, hombres armados que hoy desfilan, pero que ayer y hace un mes estaban asesinando? Esa no puede ser la Patria, ciertamente no es la mía”.  

Pero no todas las opiniones son tan someras y desalentadoras con la celebración de estas fiestas patrias , Agustín Uribe , de profesión talabartero, cuenta que está consciente de las dificultades  y la sangre por la que hoy atraviesa el país, pero que este no le quita las ganas de celebrar.

“Yo digo que cuando celebramos a México, nos estamos celebrando a nosotros mismos. Porque carajo, a pesar de los delincuentes asesinos y los políticos corruptos y cómplices. Todos seguimos siendo mexicanos”.

“Eso hay que seguirlo celebrando o por lo menos ponerse contento por eso. Yo digo, la verdad es que gano poco, lo justo y a veces ni eso . Es decir, no tengo dinero para irme a otro lado, a otro país,  y si no me puedo tomar unas chelas y gritar un “¡viva  México!” para sentirme medianamente aliviado, pues que jodido” .

Areli Cerezo, de oficio abogada, se muestra de acuerdo con esta tesitura y sentencia:

“Yo festejo el color y sabor de esta tierra sin olvidar sus amargos problemas, que por supuesto me importan y me lastiman”.

Cerezo le añade a su nacionalismo deprimido algo de esperanza,

“Por lo que hay que brindar este nuevo aniversario de la independencia es porque realmente todos nos demos cuenta que somos mexicanos y que estamos en el mismo barco”.

Barco o no, la noche de este quince de septiembre en Oaxaca, el gobernador de Oaxaca , Gabino Cué dio su último grito de independencia frente a un zócalo de la ciudad vacio de plantones , pero también semivacío de personas gracias a una lluvia pertinaz que no dejo celebrar ni echar el grito aunque sea por el nuevo IEEPO.

“Bueno, yo quería ir. Pero la lluvia no me iba a dejar celebrar a gusto”

 

Al parecer, al igual que Cerezo, al México de hoy en día también le está costando trabajo el cristalizar el último punto.