A la búsqueda de una verdad visual: Charles Harbutt (1935-2015)

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A finales de los sesentas, previo a una manifestación hippie y estudiantil contra la guerra de Vietnam en la Universidad de Yale, el fotógrafo Charles Harbutt le llamó la atención el porte  de tres tipos trajeados que habían bajado de un coche con placas del estado de Washington.

Más le sorprendió  ver a esos mismos tipos al día siguiente vestidos de hippies gritando consignas y buscando camorra con integrantes del afroamericano grupo radical semiguerrillero Panteras Negras.

Harbutt supo en ese momento que los tres falsos hippies eran en realidad agentes de la tristemente célebre administración de Richard Milhouse Nixon, y que estaban ahí como infiltrados  para reventar la manifestación y boicotear la imagen del movimiento hippie y  la causa antibélica.

“El no podía fotografiar eso porque era una imagen que estaba mintiendo. Se dio cuenta entonces que no podían garantizar que sus  fotografías  dijeran la verdad”.

Comenta la catedrática Alba  Miranda, estudiosa de la obra del neoyorkino autor de Salidas y Llegadas, fallecido el pasado 29 de junio de este año.

La esposa del fotógrafo, la también fotógrafa Joan Liftin estuvo en días pasados en el Centro Fotográfico Manuel Álvarez Bravo, para impartir una plática sobre la obra de su marido y un taller respecto a una cuestión  que las fotos de Harbutt parecían exudar en cada encuadre: libertad.

“Hay muchos fotógrafos que piensan que si toman una foto como otra persona, es una buena foto. Copiando cosas que ya están hechas”.

Liftin aclara que, lo suyo es tratar de enseñar a fotógrafos en ciernes a sentirse verdaderamente libres,  a no tomar fotos de otros. A encuadrar  lo suyo , lo que sienten, lo que ven.

“Encontrar su propio punto de vista. No intentar tomar buenas fotografías. Que tomen malas fotografías, fotografías que perciban, que solo ellos puedan descifrar”. 

Liftin afirma que, no puede definir el legado de su esposo, al que se señala desde ya  como profundamente arraigada en la tradición reportero gráfico moderno.

“No puedo definir su legado, eso es para la historia. El fue muy influyente como fotógrafo, como escritor de fotografía,  como maestro. Inusual en su rango”.

Harbutt, con su lente siguió lo mismo huelgas obreras, revolucionarios barbados cubanos agazapados en la Sierra Maestra, manifestaciones políticas contraculturales, que niñas saltando de una barda, novios tomando el café o grupos de amigos riendo en un automóvil mientras los envuelve el humo de un cigarro.

Harbutt  dejo la presidencia de la poderosa agencia Magnum en 1979, deseoso de abstraerse del comercialismo, de esa imagen que se vende como verdad, pero que solo juega con ella.

“Tengo prejuicios, yo estaba casada con el” dice Liftin a la hora de pedirle una evaluación sobre la obra de su esposo.

“Estoy por sacar un libro de fotografías  sobre Marsella. Mira mi libro y encontraras mis influencias”.

“A Harbutt le tocó una época convulsa y muy activa en la historia de los Estados Unidos, de una América profunda que terminó de perder su inocencia con el asesinato de Kennedy, situación que Harbutt también cubrió”.

“A través de lo que vio, de lo que atestiguo, Harbutt  paso de ser un niño bueno americano, a alguien radicalmente diferente”.

“Dejó de fotografiar los ideales del American Way Of life. Y empezó a fotografiar la verdad”.

Considera Alba Miranda, recuerda que al fotógrafo le gustaba mucho venir a México, a Oaxaca, donde habría dado un cuarto taller de no haberlo sorprendido la muerte.

“Harbutt veía a este país como un pueblo muy humano. Y a su sociedad  y a su gente como un ente complejo pero transparente”.

Miranda, quien resalta los rostros nunca enteros, el  humo y las luces que se traslucen, como elementos principales de la obra del fotógrafo, comenta que su fotografía favorita de Harbutt es aquella donde un niño ciego busca la luz en una pared y la encuentra sólo cuando su calor lo quema.

Define que, lo que toca de la fotografía de Harbutt es su vocación por buscar lo intimo, ese gesto o ese elemento mínimo pero máximo, que por sí solo terminara de definirlo todo.

“Aún así no se puede definir a Charles Harbutt. Los verdaderos artistas crean cosas de las que el resto de los mortales hablamos. Solo eso, lo más difícil”.

 

 

FOTO: MARIO ARTURO MARTINEZ