Columna: Fogonero “No era para ti”. La vida según Leonardo Da Jandra

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“¡No era para ti, no te creas tan importante, pendejo!”.

Me grita Leonardo Da Jandra y yo solo siento que me hierve la sangre. Por razones que solo él entiende, el escritor de  acento indescifrable ha lanzado como un proyectil a la mesa que me ha tocado moderar en la Feria Internacional del Libro de Oaxaca, el número más reciente de la revista Avispero (que en realidad es una mole de 208 páginas con el grosor de un libro).

Treinta segundos antes el extremo inferior del  libro me ha hecho blanco de lleno en el tabique de la nariz. De por si la tengo chueca y ese libro pudo habérmela dejado peor.

Pero no pienso en eso, solo siento que el dolor se expande por mi cara y veo que Da Jandra ríe sentado entre la gente en una de las sillas del patio del IAGO, como si una travesura hubiera hecho, pero el tipo no es un niño, es un chiapaneco de 64 años que parece vivir en un mundo  personal en donde el respeto no es para los vivos.

“¡No me estoy riendo!” grito y a Da Jandra la sonrisa se le hace un muro. Ofuscado y francamente encabronado agarro el libro que me ha hecho blanco y lo aviento hacia un extremo del patio.

Entonces es Da Jandra el que se ofusca  llamándome pendejo y que no tengo porque enojarme por un proyectil que no era para mí, pero que hizo blanco en mi cara.

El poeta y escritor Víctor Armando Cruz Chávez se pone de pie y algo fuera de sí reta a golpes a Da Jandra, el autor de libros que francamente no me interesan, brinca y acepta el reto. Se arma la cámara húngara y escritores y poetas detienen a Víctor y Da Jandra, quienes solo se quedan pelándose los ojos,  con su cara de guerra intacta.

Como detalle inusitado la esposa del  chipaneco le dice a Cruz Chávez que ella solita “se lo madrea, porque esta de su tamaño”.

Viendo que la cosa solo está empeorando, trato de serenarme  y desde la mesa donde se supone que deberíamos estar hablando de las Revistas Culturales de Oaxaca, intento llamar a la calma, aunque la nariz me está zumbando del dolor, y mi orgullo tiene un agujero del  tamaño de una ventana.

Finalmente la situación se tranquiliza cuando una chica del IAGO toma el micrófono y nos invita a todos a respetar el espacio. Entonces cae sobre mí una pena súbita, he sido un moderador que no ha podido moderar su furia, pido disculpas por haber lanzado la revista.

La mesa con la presencia de los escritores y editores Julio Ramírez, de Cantera Verde,  Jorge Magariño, de Guchachi Reza, y Alejando Beteta, de la “proyectilizada” Avispero, se reanuda y sacó una pregunta que Ramírez me había sugerido  un minuto antes de la irrupción del “regalo” Dajandriano,”¿ cuál es la importancia de las revistas culturales de Oaxaca?”

De las respuestas de los tres participantes ya no me entero mucho, en mi cabeza solo hay un montón de humo y el dolor de la nariz sigue zumbando fuerte. Segundos después, cuando levanto la cabeza, ni Da Jandra ni su esposa están ya entre el público.

La explicación sobre el proyectil lanzado supuestamente se encuentra en el hecho de que el libro iba para Beteta, quien estaba sentado junto a mí y que solo había llevado una libretita con la más reciente portada de Avispero como muestra.

Da Jandra, como maestro del taller de Crítica y Creación Literaria que dio origen a la revista, decidió entonces que la mejor forma de hacerle llegar el ejemplar a su pupilo era lanzándoselo por el aire como si de una piedra en dos de octubre se tratara.

No es la primera vez que estas actitudes protagónicas del escritor se hacen presentes, apenas en la FILO del año pasado con la tragedia de Ayotzinapa a poco más de un mes de haber sucedido, llamó “idiotas” a los 43 normalistas desaparecidos.

Provocando el encono del público que en base a puras consignas terminaron por bajarlo del escenario, dejando a las dos escritoras colombianas cuya charla estaba encargado de moderar, Carolina Sanin y Melba Escobar, pasmadas, apenadas y pidiendo disculpas.

Tal como quede yo el pasado sábado 31 en esa mesa del IAGO.

Ahora pienso que yo, Cruz Chávez, e incluso su mismo discípulo Beteta, fuimos parte (sin quererlo, sin saberlo y sin planearlo) del acostumbrado show protagónico de Leonardo Da Jandra, performancero de una provocación cada vez más patética y chafa.

“No te lo tomes personal, eso lo hace a cada rato. Una vez  hasta lanzó un micrófono. Él así es”

Me comenta una persona cercana a la edición de Avispero, dejando ver que como así es, y nadie le dice nada, pues así va a seguir siendo.

Hay que decirle a Leonardo Da Jandra que su mundo puede ser así, pero que ese mundo no es el de los demás.

Que su avispero proyectil pudo haber girado medio centímetro más y aterrizar en mi ojo, que su papel de escritor polémico y provocador cada vez funciona peor y cada vez le importa a menos gente.

Al final, lo único que está haciendo el alguna vez notable personaje, es caer.