Humor inteligente con cosquillas en el cerebro: Darío Castillejos

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 “Nuestros políticos no son inteligentes.  Se esconden tras la declaración, o tratan de comprar a quien hizo la crítica. Se parapetan en ese caparazón que han desarrollado para decir que aquí nunca pasa nada”.

Darío Castillejos, caricaturista, monero (para él al final las dos cosas son lo mismo), presentará este sábado 14 de noviembre su primera exposición individual,  La Rebelión de la Tinta, retrospectiva de 23 años de trabajo con la critica desde la caricatura al Poder siempre establecido en pilares de pura demagogia.

“Los gobiernos no capitalizan la crítica” considera Castillejos. Apunta que con el intento y posterior fracaso de la reciente Ley Fayad  para amordazar legislativamente  las redes sociales, lo único que se demuestra  es que “no puedes callar a todo un pueblo”.

“Solo lograras que todo ese  coraje se quede dentro y termine por estallar de una manera mucho más violenta. Ahora con el twitter ya no se puede esconder nada. No podemos dejar por ningún motivo que se intente acallar la voz de la crítica”.

Darío recuerda que el primer político que caricaturizó fue el alguna vez gobernador de Oaxaca, Diodoro Carrasco Altamirano.

“Empecé a publicar en su sexenio en un diario que se llamaba Expresión de Oaxaca. Él iba a dar su informe de gobierno, y obvio eran puras mentiras”.

Comenta que a su parecer un informe de gobierno es como una escena de Alicia en el País de las Maravillas, donde nada de lo que se cuenta realmente existe. Donde se habla de la construcción de escuelas y hospitales que nunca funcionaron.

“Como los que fueron declarados inaugurados el sexenio pasado, hospitales de última generación  y hoy jardines etnobotánicos llenos de plantas y maleza”.

El monero cuenta que su paso por la facultad de Derecho de la Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca (UABJO), gracias a una herencia de abogados en su familia, fue su primer acercamiento  real a la política oaxaqueña.

“La universidad siempre es un gran laboratorio de la política. Ahí empecé a notar cómo funciona la corrupción, el dedazo, el nepotismo”.

El  caricaturista Premio Nacional de Periodismo en el 2012 y 2014, define al ex presidente y hoy defensor del  actual sexenio federal priista, Carlos Salinas de Gortari, como “el personaje más caricaturizado en la historia de México”.

“Le gana incluso a Fidel Velázquez, aunque hay quien dice que Vicente Fox los destronó a los dos. Enrique Peña Nieto ahí la lleva, se está acercando”.

“En Oaxaca somos muy dados a encerrarnos,  a blindarnos contra la influencia del exterior. En lo personal en mi trabajo no me  conformo con el dibujo bidimensional. Con dos cuates hablando con un globito de texto”

“Busco otra perspectiva, si es un tipo hablando, busco retratarlo desde un plano diferente. El mismo tema te exige tener una técnica. Por ejemplo sobre el cómo poder representar desde atrás a ese tipo famélico que al final es el pueblo”.

“Muchos en Oaxaca no se dan la oportunidad de eso, se conforman con sacar el cartón y ya. Te dicen que es más importante la idea que el dibujo, para mí no. La idea realmente es llegar a un equilibrio donde tanto la idea como el dibujo sean igual de fuertes”.

“Magú  por ejemplo (monero legendario de La Jornada) dice que él no dibuja, que el desdibuja, pero sus ideas siempre son muy frescas”.

Para Darío Castillejos un buen cartón político debe abonar al cartón inteligente.

“Hay caricatura que es muy obvia, dicen que el político es corrupto y la primera idea es ponerle un cuerpo de cerdo en un chiquero, o saliendo de un inodoro. Son cosas que ya se han planteado mucho”

“Enfocar el cartón es realmente no dejar de hablar de los vicios de la política, pero también hablarlo de una manera ingeniosa”.

“La gente valora el cartón político porque se siente identificada, es también su manera de hacer catarsis. El caricaturista es portavoz de su descontento”.

Castillejos cita entonces dos frases  que  una vez escuchó y atesora como pergaminos:

“El humor es un látigo que en la punta tiene cascabeles”.

“El humor fácil hace cosquillas en las axilas, el humor inteligente hace cosquillas en el cerebro”.

Define que el cartón político debe no solo señalar los vicios de los políticos, sino también las omisiones de la sociedad.

 “Del como nos ha faltado pedirles cuentas a nuestros servidores públicos, señalar sus errores y levantar la voz. Me gusta dibujar esas dos caras de la moneda”.

Para Castillejos la falta de educación en este país se manifiesta en la reacción que mucha gente guarda y manifiesta hacia la crítica. Cita los cartones que ha hecho sobre la iglesia católica.

“Hay quien lo han tomado como algo normal y necesario sobre una institución que detenta tanto poder en México, pero muchas otras personas que viven con los ojos velados, hasta me han deseado que ojala y me salga un hijo chueco”.

“O hay hasta quien comentó que por cartones como esos habían matado a los de Charlie Hebdo. Simplemente donde no hay educación, el fundamentalismo hace su caldo de cultivo”.

“La ignorancia va de la mano con la intolerancia” asegura finalmente el entrevistado. “Mientras no se abatan los índices de mala educación que tenemos, las cosas van a seguir igual”.

Remontándose a los orígenes, Castillejos recuerda desde chavo tuvo al dibujo como una de sus principales misiones. Y más después de conocer la obra de moneros mexicanos fundacionales como  Rogelio Naranjo, Eduardo del Río “Rius” y Helio Flores, con los que se enamoró de una vez por todas del cartón político.

“Me dedicaba a copiarlos y así fue naciendo un estilo propio

El monero no identifica algún cartón en particular que lo haya  marcado en su propio estilo, pero si recuerda los cartones que Naranjo publicaba en una revista para caballeros.

“Me encantó su trazo obsesivo”

Sobre como los difuminados y las sombras de Rogelio Naranjo han influido su propio trabajo, Darío Castillejos, probablemente el único en la caricatura oaxaqueña que se aventura  a trazar texturas, cita una frase socorrida.

“Se dice mucho que la caricatura es la pariente pobre de las artes, pero Naranjo la ha hecho la pariente rica. Ha llevado la caricatura a un límite de arte mayor”.

Dice que aprendió de Naranjo, de Ángel Boligan Corbo,  del que comenta que este año ha llegado a ser considerado como uno de los mejores cartonistas del mundo.

“En algún momento  me di cuenta  de que un cartón se podía enriquecer con una verdadera intención gráfica y plástica.  Trato de que un cartón sea eso, casi un cuadro. A veces me quedo  en la pretensión, pero cuando lo llego a lograr me siento satisfecho y todo sin duda vale la pena”.

“Hoy el internet está abriendo brecha para aquellos que se sienten caricaturistas pero no saben dibujar, y entonces vienen los memes. El humor crítico en México siempre ha tenido una enorme riqueza”.

Castillejos también hace grabado. Recuerda como un momento importante el día en el que conoció  a Francisco Mora, sobreviviente del mítico Taller de gráfica popular  y que había trabajado muy de cerca con el iniciático Leopoldo Méndez.

“Ahora se me está dando el chance de cultivarlo más.  Con una exposición de grafica a celebrarse el año entrante”.

Respecto a porque seguir “moneando” en Oaxaca, cuando podría emigrar mínimo a la capital del  país, Castillejos ,aunque acepta que la condición laboral en los medios en Oaxaca está muy lejos de ser la más optima o llevadera, dice que no se apantalla.

“Antes uno tenía que ir a la Ciudad de México para obtener la venia del gremio de caricaturistas, eso ya se ha roto un poco con las redes sociales”

“Desde  Oaxaca mando mis trabajos, que se publican en Estados Unidos a través de una agencia. Lo mismo pasa en Francia. Hoy Oaxaca es un referente cultural, su efervescencia en ese sentido es increíble”

“Tengo colegas que después del recorte de personal en el periódico Reforma, me preguntaron que si había chance de venir aquí a hacer cartones. ¿Qué no se supone que era al revés?”.

“Hay que subirse al tren de las redes sociales, tomarlo y explotar tu trabajo. Moverlo y mostrarlo donde antes no había manera de llevarlo”.

Darío Castillejos, quien se lleva entre seis horas y tres días en confeccionar un cartón, confiesa finalmente que su guerra por la libertad de expresión consiste en estar en una trinchera, salir y entregar el mensaje.

Dice que defenderá esa trinchera incluso después de que la tinta se seque.