Militante de la empatía: Eugenio Ampudia

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Por Rodrigo Islas Brito

“Como artista hay que saber en qué sitio estas. Yo pertenezco a la civilización occidental. Somos cuatrocientos o quinientos millones personas que complicamos la vida a siete mil millones de seres humanos que viven en el mundo. Con nuestros criterios sobre cómo hay que vivir o en qué posición esta cada uno de los seres humanos en torno a donde viva y a qué país pertenezca”.

El español Eugenio Ampudia, artista visual, sabe que hoy en el mundo las cosas no las pueden contar ni los políticos ni los payasos. “Sino personas que aspiren a tener una empatía con cada ser humano que vive en este planeta”.

Ampudia está en Oaxaca para presentar este viernes a las siete de la noche en el Museo de Arte Contemporáneo de Oaxaca (MACO) la exposición multidisciplinaria “El Futuro no es de nadie todavía” de la cual su curadora y comisaria Blanca de la Torre aclara que “no es la típica exposición enlatada que va viajando de un lugar a otro, sino que va cobrando diferentes matices en distintos lugares. Es una exposición viva”.

Antes de explicar más sobre porque de esta viveza, Ampudia aclara que aunque sabe que el neocolonialismo occidental es una lata, también piensa que los atentados de la semana pasada en París que cobraron la vida de 123 personas es “una acción promocional” del Estado Islámico extremista, “con una publicidad carísima para las personas”.

“Como una empresa hace anuncios para promocionar su producto, ISIS promociona su terror. Lo que buscan es un espacio en los medios”.

“Me parece una forma muy bestia, radical e innombrable de buscar ese espacio. Es una promoción de sus productos y de sus no valores”.

Ampudia, quien desde el 2008 he prendido fuego (valiéndose de representaciones y modelos a escala) a instituciones, museos y bibliotecas para contar que a partir de las cenizas pueden crecer las nuevas ideas, se pronuncia en contra de que ISIS derrumbe monumentos históricos milenarios en Palmira, e intente borrar las huellas de un pasado cultural.

Declara que hoy todos los artistas deben ser militantes en torno al respeto a la vida de las personas. “Los artistas hoy son fundamentales para poder ver esta violencia desde otro punto de vista”.

“El arte es una forma de dialogar, de afrontar la posibilidad del futuro con emoción en el presente Mis valores artísticos se construyen todos los días. Estoy cierto que al final lo real, lo verdadero, es lo que cambia cada día”.

Ampudia se declara más interesado en aportar preguntas que en encontrar las respuestas.

“Estoy a favor de la libertad y de la expansión del pensamiento. Estoy en contra de las religiones que son prisiones para cabezas”.

“Las libertades de todos pueden llegar a construir una sociedad más habitable para los humanos, no para las empresas y las grandes corporaciones”.

De este tiempo Postpolítico, Postapocalitico y Postloquevayaacumulando, repleto de altos consumos de una violencia que mata todos los días, donde ya es difícil preocuparse por las ejecuciones masivas en Nigeria, no por falta de interés, sino por falta de espacio en una agenda saturada de muerte, Ampudia asegura que por lo pronto “los artistas no podemos dejar el desarrollo de la política en manos de los políticos profesionales”.

Renueva su petición para asumir como personas una actitud política sobre las cosas, aunque esta sea una palabra completamente devaluada en este momento.

“Lo que hacemos los artistas es comunicarnos con las personas, yo no quiero hablar a toda la gente de Oaxaca o del mundo, quiero comunicarme con cada una de las personas que ven mi trabajo. En un acto intimo, concreto”.

Proveniente del Centro de las Artes en Monterrey y próxima a visitar el Museo de Arte Carrillo Gil en la Ciudad de México y concluir su trayecto en Colombia, la exposición de Ampudia , que recolecta su trabajo desde el 2008, nos presenta diversos experimentos, imágenes, dispendios estados de ánimo.

Como su serie “Donde dormir”, donde el artista se fue a echar un sueño con cobertor en mano y el testimonio de panorámicas fotografías, a grandes centros de la culturalización europea, como un importante teatro en Barcelona, cuna del independentismo catalán, o una biblioteca en Portugal llena de libros antiquísimos, o el Museo del Prado donde se puso a roncar debajo de Goya y sus Fusilamientos del 3 de mayo.

Además de escenificar una playa a cuya orilla zozobran obras de arte que a nadie importan ya, o un huracán satelitado que adquiere las fauces un león pesadillesco e infernal, e involucrar a la institucionalidad cultural encarnada, entiéndase el Museo Guggenheim de Nueva York, en un alunizaje en Cabo Cañaveral, con un lanzamiento propulsado a la estratosfera donde el desgañite incluirá una hermosa postal planetaria kubrickiana de un aparato cultural globalizado que se mantiene en las estrellas para que de ahí ningún hijo de vecino, tal por cual, lo pueda bajar.

“Hay que ver a un museo sin miedo, sin que parezca que estas entrando a un mausoleo”, explica Ampudia mientras muestra un letrero que cada dos minutos dibuja la palabra Tiempo y un librero intervenido por libros temáticos asexuados, o un letrero del todo y nada colocado en el patio trasero del MACO, hecho con botellas de cerveza, proclive a ser malogrados por un inefable público oaxaqueño que en las exposiciones le hinca el diente a lo que sea.

Piezas vivas en las que Ampudia entabla un dialogo con lo cotidiano, con lo inevitable. Aunque el artista se siga asumiendo como un tren vital y declare que espera que aunque “el mundo es cada vez más complejo, haya también en el cada vez un poco mas de luz”.

Consciente o no de las contradicciones, jugueteando con ellas para abstraerlas de su inercia, Ampudia abre sus letras e invita al público oaxaqueño a hacer su propia sopa.