Desapariciones y muertes, en la nueva exposición de Toledo

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Por La Jornada

Rostros sanguinolentos en vasijas de cerámica hacen una mueca de dolor. Dedos retorcidos saltan de la arcilla encenizada. Un cráneo y las manos, los únicos restos de un cuerpo, se sujetan a la parte superior de un muro intentando escapar.

Estas son algunas de las más de 100 piezas creadas por el mexicano Francisco Toledo, quizás el artista vivo más famoso del país, para su exposición Duelo, que rememora la reciente ola de asesinatos y desapariciones en el país, incluyendo la de 43 estudiantes de la Escuela Normal de Ayotzinapa, en el sureño estado de Guerrero, en septiembre del 2014.

“Realmente en los últimos años ha habido tal violencia en México, como nunca, creo”, dijo en una entrevista el fin de semana. “Quise dejar un testimonio de esta violencia”, añadió.

El gobierno dijo que los 43 jóvenes fueron incinerados por una banda de narcotraficantes aliada con policías corruptos que los detuvo en la ciudad de Iguala, Guerrero, tras confundirlos con miembros de un cártel rival.

El caso y la investigación subsecuente provocaron la condena internacional. Hasta la fecha, los restos de sólo uno de los estudiantes desaparecidos han sido identificados definitivamente.

Toledo dijo que Duelo, que se exhibe en el Museo de Arte Moderno de la Ciudad de México hasta marzo, está inspirada en la ancestral cerámica de barro negro de su estado natal de Oaxaca, en la frontera con Guerrero.

Las inquietantes piezas incluyen figuras agazapadas con las cuencas de los ojos color escarlata, cajas torácicas expuestas y rodillas y codos perforados.

Cuerdas de cerámica coloreadas con puntos carmesí sujetan huesos a un tambor coronado por la cabeza de un perro, una referencia a las culturas precolombinas en las que los canes guiaban a los muertos a través del inframundo.

Toledo también recordó el caso de Tlatlaya, donde fiscales aseguran que soldados ejecutaron al menos a una docena de supuestos delincuentes que ya se habían rendido ante el Ejército en junio del 2014.

Tlatlaya está cerca de Guerrero, donde Toledo dijo que la civilización prehispánica Yopes sacrificaba esclavos.

“De algún modo se seguía repitiendo este tipo de sacrificio”, comentó.

Además de Duelo, Toledo ha recurrido a otras formas de arte para difundir el caso de los estudiantes de Ayotzinapa.

Toledo, de 75 años de edad, creó una serie de 43 cometas, cada una estampada con el rostro de uno de los estudiantes desaparecidos y las echó a volar corriendo a través de una cancha de futbol.

El artista, que ha llegado a vender pinturas hasta en 902 mil 500 dólares, patrocinó un concurso de carteles con el tema de Ayotzinapa, con participantes provenientes de países tan distantes como Polonia, Alemania e Israel, dijo su hija Sara.

Los 50 carteles ganadores han sido expuestos en Barcelona, Holanda e Inglaterra en una campaña de recaudación de fondos para los padres de los alumnos desaparecidos.