ARSENAL: Discordia por el “bono navideño”

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Por Francisco Garfias (Excelsior)

Vaya bronca que se le armó al coordinador de los diputados de MC, Clemente Castañeda, por “andar haciéndole al Monreal”.

Y es que, sin consultar a su grupo parlamentario, decidió unilateralmente devolver el “bono navideño” por cinco millones 292 mil 339 pesos que se autorizó al MC en San Lázaro.

Lo mismo ocurrió con los 150 mil pesos adicionales que fueron entregados a cada uno de los 500 diputados para apoyar sus “actividades legislativas”. Son 25 legisladores del MC. La suma da dos millones 800 mil pesos. En total se devolvieron ocho millones de pesos.

En la dividida bancada —los de Jalisco y los demás—hay quejas de que al inicio de la Legislatura se devolvió también el dinero de los seguros médico y de vida. “Nunca supimos qué hicieron con esos recursos”, nos aseguran.

La molestia de los que no son de Jalisco es evidente:

“Estamos cayendo en el populismo y todo porque Alfaro quiere ser gobernador de Jalisco. El presupuesto que logró la bancada se fue a ese estado, mayoritariamente a Guadalajara”.

Integrantes de esa bancada dieron números: mil 200 millones de pesos fueron a dar a los municipios de Jalisco que gobierna Movimiento Ciudadano. Sólo 100 millones a las otras entidades.

Más allá de las broncas de MC, si multiplicamos 150 mil pesos por los 500 diputados, nos daremos cuenta de que nada más por este último concepto se entregaron 75 millones de pesos en San Lázaro.

El total del “bono navideño” a todas las bancadas alcanzaría los 180 millones de pesos. Una mentada en un país con tantas necesidades.

Regresamos con los pupilos de Dante Delgado. En la bancada de MC están hartos de que todo el grupo trabaje para que Alfaro, alcalde de Guadalajara, cumpla con sus aspiraciones políticas.

Es cierto que doce legisladores de esa bancada son de ese estado y que Jalisco salvó el registro del partido. Es cierto que René Cervera, otrora operador de Marcelo Ebrard, se les unió y que Manuel Espino los apoya de cuando en cuando.

Pero sienten que en el resto del país se rezagan.

Se llama Juan Carlos Cortés García. Estudió en el ITAM. Es también director de Financiera Nacional (antes Financiera Rural).

Fue presidente de la empresa privada Proagro, que se anuncia como líder en seguros agropecuarios, y es su principal accionista. Proagro tiene una sucursal en cada oficina de Financiera Nacional, según fuentes confiables de la industria de seguros.

Las mismas fuentes nos dicen que condicionan el otorgamiento de créditos a la compra de un seguro a Proagro.

Una semblanza de Cortés, hecha pública por Financiera Rural en el 2014, dice: “En 1995 diseñó y fundó la primera aseguradora privada especializada en seguro agropecuario en América Latina. “Protección Agropecuaria, Compañía de Seguros”.

Proagro maneja más del 70% de los Seguros Catastróficos, creados para proteger contra las inclemencias del tiempo a los campesinos que tienen menos de 20 hectáreas. En otras palabras: los que menos tienen. El tema no es menor. El gobierno federal destina tres mil 200 millones de pesos a la protección de la pequeña propiedad en el campo.

¿Eso no se llama conflicto de interés?

Más sobre el tema. Sólo un gobernador ha reportado la compra del seguro de catástrofes. Hablamos de Alejandro Moreno, de Campeche. En otras entidades, el campesino no sabe que está asegurado si el clima le arruina su cosecha.

Tampoco hay un padrón de productores. Un huracán, una helada, un ciclón, un tornado, y nadie sabe, nadie supo… No hay control.

Es urgente cambiar las reglas de operación en el campo.

Patética resultó la carta que envió el vocero del gobierno de Quintana Roo, Rangel F. Rosado Ruiz, para negar lo que los adversarios de su jefe describen como clima preelectoral “de tensión”. Dice que en la entidad “vivimos en armonía”.

Pero los señalamientos que el pasado martes nos hizo el subsecretario de Turismo, Carlos Joaquín, son un categórico desmentido a los dichos del portavoz.

No puede haber armonía cuando uno de los aspirantes fuertes a la gubernatura del estado, como es Joaquín, se queja públicamente de acoso y agresiones por parte del gobernador Borge.

Peor aún. Pretende que entre Borge y Joaquín “y su familia”, hay una relación “personal e institucional” que ha quedado clara en diversos actos públicos.

Júzguelo usted. Joaquín nos dijo que han corrido de su chamba a los que asisten a sus actos o han comido con él.

“Es una aberración”, revira Rangel.

En otra parte del texto, el vocero escribe que “según usted” —en referencia al reportero—, el subsecretario no descarta pasarse a la oposición, en caso de que un dedazo lo aparte de la candidatura del PRI. Es evidente que el señor Rangel no leyó con atención el texto. No es “según usted”. Yo no lo inventé. Es la posición de Carlos Joaquín. ¿O ya leyó algún desmentido del subsecretario?

Luego es puro bla, bla, bla. Que si el partido y sus militantes definirán la candidatura, que si el PRI tiene más de tres aspirantes; que si el gobernador respeta los derechos de los militantes… El hombre remata con una perla: “Pido respeto para los liderazgos nacionales y estatales de mi partido…”.

¡Ah caray! ¿Dónde vería una falta de respeto? ¿En la denuncia de Joaquín?