Por Excelsior
Huyen de la pobreza y marginación de sus países de origen, principalmente de Centroamérica. Son hombres, mujeres y menores de edad por igual que buscan mejores condiciones de vida en Estados Unidos.
De acuerdo con cifras de la Unidad de Política Migratoria de la Secretaría de Gobernación, de enero a noviembre de 2015 fueron presentados ante el Instituto Nacional de Migración (INM) 32 mil 293 menores de 17 años, cantidad que supera a la de 2014, cuando se detuvo a 23 mil 96.
Sin contabilizar aún diciembre, el número ya superó en 39% al reportado de 2014.
Del total de indocumentados puestos a disposición del INM, dos mil 161 dijeron viajar solos.
En este flujo hay una mujer por cada dos hombres y alrededor de seis de cada diez son adolescentes de entre 12 y 17 años, de acuerdo con la Segob.
De Guatemala son 48.7% de los detenidos; de Honduras, 29%, y de El Salvador, 20.3 por ciento.
La Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de EU informó a finales del mes pasado que en octubre casi cinco mil menores no acompañados fueron sorprendidos cuando intentaban cruzar la frontera.
Se aviva tragedia de niños migrantes
ONG alertan que este sector sufre de vejaciones, explotación laboral, sexual e incluso llegan a perder la vida si vuelven a sus lugares de origen; según WOLA, el país detuvo 73% más migrantes desde el lanzamiento, en verano del año pasado, del Programa Frontera Sur.
Pedro, un delgadísimo afroamericano, de 23 años, carga en sus hombros a su hija de dos años, en medio de una atestada avenida de Tlalnepantla, Estado de México, para pedir a los automovilistas una moneda y así continuar su trayecto hacia Estados Unidos.
Él es uno de los “afortunados” que lograron llegar a la zona metropolitana del Valle de México, huyendo de la pobreza y violencia en su natal Honduras. Su hija aún tiene un padre que la cuide, no así miles de menores centroamericanos no acompañados que se siguen arremolinando en los principales cruces del norte del país para intentar llegar a la Unión Americana.
Datos de la Unidad de Política Migratoria de la Secretaría de Gobernación indican que de enero a noviembre de 2015 fueron presentados ante el Instituto Nacional de Migración (INM) 32 mil 293 menores de 17 años, cifra que supera a la de 2014, cuando se detuvieron a 23 mil 96.
Sin contabilizar aún diciembre, la cifra ya superó 39% la de 2014 y rebasa las reportadas de 2011 a 2013. Del total de presentados a autoridades migratorias, 2 mil 161 dijeron viajar solos.
Según Gobernación, en este flujo hay una mujer por cada dos hombres y alrededor de seis de cada diez son adolescentes de entre 12 y 17 años.
Por nacionalidad, Guatemala tiene 48.7% de los detenidos, Honduras 29% y El Salvador 20.3%.
Durante los primeros diez meses de 2015, el Instituto Tamaulipeco del Migrante (ITM) atendió a poco más de cinco mil niños que viajaron a la frontera con Estados Unidos y que fueron rechazados o detectados antes de intentar cumplir el sueño americano; 80% de ellos llegaron solos.
A fines del mes pasado, la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de EU dijo que tan sólo en octubre casi cinco mil menores no acompañados fueron sorprendidos cuando cruzaban sin permiso hacia Estados Unidos por la frontera con México.
“La cifra duplica la del mismo mes de 2014 y representa el mayor número registrado para octubre por el centro de estudios Washington Office on Latin America desde que comenzó a documentar el flujo en 2009, dijo Adam Isacson”, experto en asuntos de la frontera.
Las cifras rompen la tendencia típica de un incremento de los cruces fronterizos en la primavera y una declinación a lo largo del verano y el otoño. Pero hubo un aumento de cruces de familias y niños en julio y desde entonces la cifra ha rondado los cuatro mil mensuales.
“En lugar de un gran salto ha sido algo sostenido”, dijo Isacson. “Pienso que estamos casi en modo de crisis con tantos meses de arribos sostenidos”.
La mayoría de los niños y las familias que trataron de cruzar la frontera en octubre eran de El Salvador. Un incremento de la violencia en dicho país, que promedió 30 asesinatos diarios en agosto, es gran parte de la causa, indicó Isacson. Previamente, Guatemala tuvo la mayor cantidad de familias y niños aprehendidos en la frontera.
La avalancha de menores centroamericanos ha obligado a autoridades de Texas y California a abrir dos albergues más agregando un mínimo de mil 400 camas para manejar el creciente flujo.
La secretaria de Salud y de Servicios Humanitarios, Sylvia Burwell, pidió al Ministerio de Defensa de EU que haga planes tentativos para dar albergue a otros cinco mil menores provenientes principalmente de El Salvador, Guatemala y Honduras.
“El mayor incremento corresponde a niños no acompañados provenientes de El Salvador, donde la violencia perpetrada por brutales pandillas internacionales ha proliferado, disparando este año las tasas de asesinatos hasta uno de los niveles más elevados del mundo. Muchos de los adolescentes dijeron estar huyendo para no ser reclutados por las pandillas, mientras que las niñas dijeron que lo hacen por temor a ser agredidas sexualmente”, según una nota de The New York Times.
En el verano de 2014, el gobierno mexicano puso en marcha el Programa Frontera Sur, el cual, según la Oficina de Washington para América Latina (WOLA, por sus siglas en inglés), permitió que el país detuviera 73% más de migrantes desde su lanzamiento.
Señaló que México arrestó a 168 mil migrantes desde julio de 2014 a julio de este año, frente a los 97 mil que había detenido en el mismo periodo anterior, mientras activistas dijeron que a la par de la operación se han incrementado los abusos y delitos contra migrantes, incluidos los cometidos por parte de las autoridades.
WOLA indicó que la presión sobre los migrantes los ha forzado a abandonar rutas ya establecidas en dirección al norte, por ejemplo, el tren de carga conocido como La Bestia, y optar por alternativas más peligrosas en las que se multiplica su vulnerabilidad. Caminar o desplazarse en barcos son algunas de ellas.
A su vez, remarcó que hay un patrón continuo de delitos contra los migrantes, como el secuestro, el robo, la extorsión y la violación de sus derechos humanos, sobre todo durante las detenciones y los procesos de deportación.
Alberto Donis, directivo de un albergue en Oaxaca, dijo que han detectado también un “aumento de la violencia en toda la ruta”.
En la frontera de Chiapas con Guatemala es donde más detenciones de migrantes se da. Datos de la Unidad de Política Migratoria de la Segob indican que entre enero y septiembre de 2015 se detuvo a 63 mil 67 migrantes en la entidad mexicana, 75% más que en el mismo periodo de 2014, cuando la cifra ascendió a 35 mil 995.
Según testimonios de migrantes, la persecución de los elementos del Instituto Nacional de Migración, así como la extorsión que sufren por parte de la delincuencia organizada los ha obligado a caminar por zonas altamente peligrosas que pone en riesgo sus vidas.
En Chiapas
Una de las regiones donde los inmigrantes sufren las vejaciones de la delincuencia organizada, como el secuestro y extorsión, es Palenque, cuya colindancia con Guatemala los hace vulnerables, tanto del otro lado del territorio mexicano como en éste mismo, porque la autoridad contribuye ante la persecución que sufren a diario.
En Palenque, Chiapas, Nely Ríos Ruiz, encargada de la Casa del Migrante El Caminante Tatic Samuel, dio a conocer que los inmigrantes centroamericanos huyen de la violencia y al llegar a México, la violación a sus derechos es constante.
Explicó que la situación es difícil para los migrantes que buscan otros caminos para ingresar a territorio nacional y es “donde son perseguidos, extorsionados y, en algunos casos, secuestrados para ser explotados sexualmente.
Si llegan a la frontera México-EU y pasan al vecino del norte, pero son detenidos, la situación se complica aún más, pues al largo trayecto se suma la repatriación a sus lugares de origen.
Ahí, según José Guadalupe Ruelas, director de Casa Alianza de Honduras, el infierno se completa, pues son estigmatizados como fracasados y, en algunos casos, si huían de la violencia, prácticamente son entregados a sus enemigos para asesinarlos en sus lugares de origen.
Sin medir el peligro, buscan a su familia
NUEVO LAREDO, Tamps.
Procedentes de varios estados o países, cada año llegan a la frontera de Tamaulipas miles de menores no acompañados, buscando ingresar a Estados Unidos para encontrarse con sus padres o para trabajar y sacar adelante a sus familias, incluso arriesgando su integridad.
Son adolescentes y la falta de información les hace creer que será una travesía sencilla; sin embargo, desconocen los riesgos hasta que son víctimas de algún delito o son abandonados y hasta agredidos por los supuestos guías o coyotes.
Aunque Fabiola, de 14 años, originaria de Chiapas; Camila, de 17, de Veracruz, y José Carlos, de 15, también de Chiapas, no se conocen, tienen el mismo sueño: encontrarse con sus seres queridos en la Unión Americana.
Han pasado hambre, caminado largas jornadas por sitios que, coinciden, no volverían a cruzar. Hoy, luego de ser localizados por personal de migración tras ser abandonados por los coyotes o polleros, algunos piden regresar a sus lugares de origen, otros no piensan claudicar.
Fabiola relató que no tenía la menor idea de cómo sería su viaje. Dejó en Chiapas a dos hermanos: uno de cuatro y otro de diez años con su media hermana.
“Iba a Washington, donde están mis papás, me comunicaba con ellos por medio de las redes sociales, ellos me quieren allá”, dijo.
Durmió al lado de desconocidos en cuartos sin luz, y a pesar de temer por su integridad no había más remedio cuando oscurecía, pues tenía que resguardarse.
“Sí me daba miedo, había muchos hombres y mujeres, y no podía ni dormir, pensaba que me podían hacer algo, pasamos hambre, teníamos que aguantar, era lo que nos decían, que no nos agotáramos, que pronto llegaríamos”.
Al cuestionarla sobre los estados que cruzó dijo que no sabía cuántas entidades había pisado. Sin embargo, a pesar de la pesadilla, no quiere regresar a Chiapas, intentará una vez más llegar con sus padres.
Pero por el contrario, su paisano José Carlos aseguró que sólo quiere regresar a su natal Chiapas. Sí buscará llegar a Estados Unidos, pero con permiso. Trabajará y sacará su visa.
“Quería llegar a Estados Unidos, ver a mi mamá y a mi papá, conocer a mis hermanos que nacieron allá, tengo más de cinco años que no sé de ellos, en Chiapas se quedó una hermana con mis abuelitos”.
Ya lo había intentado en ocasiones anteriores, en agosto. Una vez llegó hasta Mexicali, Baja California, pero lo pusieron a trabajar con quienes había llegado; en otra ocasión arribó a Matamoros y esta última vez a Nuevo Laredo, Tamaulipas.
“Me agarraron en Nuevo Laredo, juntos con los demás migrantes, ahí nos abandonó (el pollero)… logramos cruzar a EU, pero nos agarraron los policías de allá, cuando nos encontraron mandaron a un helicóptero a buscar a los tratantes, pero no los hallaron.
“Me fue mal, no pude llegar y está feo para cruzar al ‘otro lado’. Les diría a quienes piensan en venir que mejor se queden en sus casas, con su familia, no se arriesguen a venir”, puntualizó.
Por su parte, Camila no vivió una situación diferente, ella sufrió la angustia de perder a su sobrino, con quien viajaba. Tenían como destino Houston, Texas, para reunirse con una tía.
Durante el viaje se tuvieron que separar, porque así lo indicaron los “guías”, por varios días no supo del paradero de su familiar, a quien le lleva dos años, “fueron momentos que no quiero repetir, pensé lo peor y lo que me iba a decir mi tía”.
Ya no sentía el dolor de los pies de tanto caminar, sino la incertidumbre de lo que le había podido pasar a su familiar.
Cuando la aseguró el personal del INM, a corta distancia del río Bravo, preguntó por su sobrino Enrique, le confirmaron que días antes lo habían encontrado y que estaba en una Casa del Migrante en esa ciudad fronteriza, ahí se volvieron a encontrar.
“No me quedan ganas de volver a intentarlo, está muy difícil y se arriesga mucho, yo diría que no vengan para acá, mejor hacer la lucha en Veracruz, a ver cómo nos va”, expresó.
Incrementa el tránsito de cubanos
TAPACHULA, Chis.
En los últimos dos meses unos siete mil 500 cubanos han ingresado de forma ilegal por la frontera sur de México para llegar a Estados Unidos en busca de asilo político.
Antes solicitan un salvo- conducto ante el Instituto Nacional de Migración (INM) para poder caminar por el territorio mexicano.
De acuerdo con el delegado del INM en Chiapas, Jordán Alegría Orantes, los ciudadanos cubanos, a pesar de ingresar de forma ilegal a territorio mexicano, se presentan de manera voluntaria ante el Instituto de Migración de México para solicitar un pase de salida del país, por lo que su estancia dura hasta 15 días.
El trámite dura tres días en promedio; pero a diario ingresan por el río Suchiate donde abordan balsas para ingresar a México y llegar en transporte público a Tapachula. Son pocos los cubanos que caminan o se unen a los grupos de centroamericanos para recorrer la República Mexicana por veredas.
“Con estas cifras podemos entender la magnitud del flujo y nosotros mantenemos el procedimiento que la ley de migración establece de acuerdo a los protocolos que tiene celebrado México con el gobierno de Cuba”.
En la frontera sur del país es por el río Suchiate, —límite natural entre México y Guatemala—, no sólo es el paso informal de mercancía que cruza a diario de un país a otro, sino también de cientos de migrantes que buscan el sueño americano, y ahora, es el paso de ciudadanos cubanos que buscan llegar a Estados Unidos.
El delegado federal del INM en Chiapas dio a conocer que el flujo migratorio de cubanos ha aumentado considerablemente en este año, principalmente en los últimos dos meses; sin embargo, en lo que va del año, se tiene el registro del ingreso de más de siete mil 500 cubanos, en comparación con el año pasado, cuando sólo ingresaron 890.