Decepción anunciada

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Por Reporte Índigo

Tras un 2015 que resultó en el peor crecimiento económico global desde la recesión del 2009, este año no ofrece señales alentadoras para el mundo. Los pronósticos de los expertos postergan el optimismo hasta el 2017.

En 2015 la economía global apenas creció por encima del 3 por ciento, según estimaciones del Fondo Monetario Internacional (FMI). Éste fue su peor desempeño desde la contracción de 2.1 por ciento registrada en 2009.

Pero lejos de ofrecer un horizonte alentador, los pronósticos económicos ofrecen pocas señales positivas para la economía global. Problemas en China, el continuo hundimiento en el valor de las materias primas y preocupaciones deflacionarias se unen para formar un panorama pesimista.

Al igual que los propósitos de año nuevo, los pronósticos de crecimiento económico tienden a iniciar el año en un punto alto y optimista que se va a ajustando a una realidad más pesimista conforme avanzan los meses.

Así, al iniciar el 2015 se pronosticaba una tasa de crecimiento de 3.8 por ciento – una estimación 22.6 por ciento por encima de la que terminó registrándose.

En ese sentido resulta desalentador que para el 2016 el FMI arranca con un pronóstico de 3.6 por ciento, aún menor que el del año pasado y apenas por encima de la tasa promedio de 3.5 por ciento registrada entre 1984 y 2014. Una encuesta de economistas realizada por Bloomberg arroja una predicción aún más pesimista, de 3.4 por ciento.

Algunas economías, como Estados Unidos, parecen tener menos razones para preocuparse, mientras que otras, como China, levantan miedos de problemas más graves entre los expertos. Pero en agregado, parece que la economía global tendrá que postergar su optimismo hasta el 2017.

¿Obstáculo o enfermedad?

Autoridades como Janet L. Yellen, presidenta de la Reserva Federal, han indicado que la lenta recuperación desde la recesión del 2009 es consistente con anteriores periodos de expansión posteriores a crisis de deuda.

Esta postura ve los actuales problemas de bajo crecimiento e inflación como obstáculos transitorios que fueron complicados por el revés en el ciclo económico de las materias primas, y que continuarán resolviéndose mientras las medidas de estímulo tomen efecto.

Sin embargo otros expertos como Lawrence H. Summers, exsecretario del Tesoro de Estados Unidos, opinan que hay señales preocupantes en esta recuperación, las cuales apuntan hacia una nueva era de estancamiento crónico en la economía global.

Esta perspectiva más pesimista toma como malos augurios el envejecimiento poblacional en los mercados desarrollados, las persistentes preocupaciones deflacionarias alrededor del mundo a pesar de estímulos monetarios sin precedentes, y la desaceleración de grandes mercados emergentes como China.

Si efectivamente los retos a los que se enfrentan las autoridades económicas en esta ocasión son diferentes a los del pasado, sus herramientas tradicionales también podrían resultar inefectivas para combatirlos.

Esto podría poner en aprietos a los mayores bancos centrales del mundo, que tras siete años de bajas tasas de interés y billones de dólares de programas de estímulo heterodoxo tienen cada vez menos armas a su disposición.

México en claroscuro

Para México la actual coyuntura presenta tanto retos como oportunidades.

Por un lado la continua recuperación de Estados Unidos, el principal destino de las exportaciones mexicanas, debería dar un impulso al crecimiento para este año. Sectores como la manufactura automotriz serían de los más beneficiados por esto.

Sin embargo, la persistencia de los bajos precios petroleros, pronosticada hasta por lo menos finales de este año, presiona las finanzas públicas mexicanas y contribuye a la fuerte depreciación que el peso ha sufrido frente al dólar en el último año.

Entre las grandes economías emergentes, los pronósticos para México se muestran más saludables que los de países más dependientes sobre la exportación de materias primas, como Brasil o Rusia.

La estabilidad macroeconómica y relativamente baja carga de deuda de México también lo colocan en una posición de ventaja contra otros países de Latinoamérica, aunque autoridades como Agustín Carstens, gobernador del Banco de México, han advertido que no son factores libres de riesgo.