Por Rodrigo Islas Brito
“Un grupo de personas encapuchadas llevó a cabo una serie de actos vandálicos en contra de la institución y su comunidad, como reacción a la detención, en la vía pública, por parte de la autoridad federal, de un individuo ajeno a la Universidad y presuntamente vinculado a actividades de narcomenudeo, que responde al nombre de Jorge Emilio Esquivel Muñoz, alias el Yorch”
Es lo que se puede leer en la página oficial de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) como principio de explicación oficial al zafarrancho registrado el día de hoy en Ciudad Universitaria en la Ciudad de México.
En un escrito que la misma Universidad califica como un informe, la UNAM relata que “encapuchados bloquearon uno de los accesos vehiculares a la Ciudad Universitaria, mediante la colocación de contenedores de basura, a los que posteriormente prendieron fuego. Además, irrumpieron violentamente en las oficinas de la Base Uno de vigilancia, ubicada en el acceso de avenida Universidad 3000, golpearon a los vigilantes que ahí se encontraban e incendiaron el recinto y una de las unidades de Auxilio UNAM.”
Ante esto versiones periodísticas contrarias a lo afirmado por la Máxima Casa de Estudios han empezado a suscitarse, que hablan sobre que la reacción porril se debió a que Esquivel Muñoz fue aprendido en auditorio Che Guevara, por diez hombres armados, todo como parte de una estrategia para liberar la ocupación que sobre el mencionado auditorio mantienen desde 1999, cuando concluyó la huelga estudiantil que mantuvo la Universidad cerrada prácticamente un año, diferentes colectivos como la Coordinación de Colectivos Auditorio Che Guevara, y el grupo Okupache u Okupas.
Gerardo Espino, activista por los Derechos Humanos y estudiante UNAM da por su parte una versión distinta a las presentadas por las autoridades universitarias.
“Secuestraron a tres sujetos en una de las entradas de Ciudad Universitaria, la novia de uno de ellos corre a pedir ayuda a Auxilio UNAM, es ignorada, horas después aparecen los dos estudiantes secuestrados. El tercer sujeto, identificado como activista y vendedor de tacos, es presentado por la Procuraduría, con retraso, por supuesto narcomenudeo”.
“Y es entonces cuando la UNAM se apresura a sacar un comunicado diciendo que el activista no es alumno de la universidad, pero se le olvidan los dos alumnos secuestrados a quien redacta”.
Espino asegura que provocados por los hechos, algunos jóvenes se pusieron la capucha para llamar la atención sobre el secuestro y posible desaparición forzada con barricadas y fogatas.
“Aquí es donde todo el mundo brinca, todos se sienten indignados. ¿Cómo se atreven a hacerle eso a la máxima Casa de Estudios? Revienta la ira y hay hasta quien quiere lincharlos”.
Espino dice que no justifica la violencia, pero relata que el día de ayer en la Ciudad de México asistió a un acto pacífico y civilizado denunciando desapariciones y asesinatos de activistas y estudiantes miembros de la comunidad universitaria.
“¿Acaso los que se rasgan las vestiduras por las barricadas se enteraron de esto? He conocido a decenas de madres, hermanos, hijos de desaparecidos que hubiesen querido la atención para sus casos que tiene la instalación de barricadas en CU. Pero no la tuvieron porque hicieron ‘lo correcto’ y confiaron en las autoridades. Tengo al menos tres amigas que siguen buscando a sus hijos desaparecidos, hijos que fueron secuestrados por policías de la misma forma en que ayer “detuvieron” a Jorge Esquivel”.
“¿Les negarían la oportunidad de denunciar en la forma que su desesperación y rabia se los permitan?”
Cabe señalar finalmente que el Auditorio Che Guevara ha sido desde su toma objeto de la disputa de diversos colectivos, quienes se han desalojado mutuamente mediante actos de violencia que según versiones periodísticas han puesto en serio peligro la integridad física de estudiantes y maestros.
Colectivos a los que versiones hacia el interior de la misma Facultad de Filosofía y Letras , han identificado como afines a grupos de narco menudistas que incluso operan hacia adentro de la misma Ciudad Universitaria.
Por su parte, en su comunicado y ante hechos que califica de “inadmisibles” la UNAM asegura que ha presentado la denuncia de hechos correspondiente ante la autoridad competente, contra quienes resulten responsables de la agresión.
Que todas las actividades académicas en escuelas y facultades de la Universidad Nacional, tanto fuera como dentro de la Ciudad Universitaria, se desarrollan hoy con absoluta normalidad.
Y que la Universidad es una institución académica, “que no cuenta con la estructura ni con un cuerpo de seguridad que le permita repeler este tipo de provocaciones”.
Por lo que demanda la inmediata desocupación del auditorio Justo Sierra (nombre original del rebautizado Che Guevara) asegurando que es un “lugar donde los provocadores se refugian. Hechos como los ocurridos hoy, hacen evidente la naturaleza violenta de su ocupación”.
A lo que Gerardo Espino apunta “ejemplos hay de sobra, lamentablemente, y sin justificar ni defender los actos de quienes se ponen la capucha y optan por la acción directa, sin esos “actos vandálicos: ¿cuántos de los indignados por las barricadas y fogatas se habrían enterado de la privación ilegal de la libertad de los dos estudiantes y el arresto arbitrario del activista?”