Por Rodrigo Islas Brito
Oaxaca, diálogos con el tiempo, es un libro que observa a una ciudad a través del tiempo y las visiones de dos fotógrafos oaxaqueños, Aarón Pérez Yescas, nacido en 1912, y de su nieto Barak Torres, artífice del libro, quien aclara por principio de cuentas que este no es un libro romántico, aunque pueda conducir al romanticismo.
Pérez Yescas, fotógrafo de la cuarta generación establecida en la Ciudad de Oaxaca, originario de Ixtepeji ,en la Sierra Norte, llegó muy niño a las entrañas de una capital provincial postrevolucionaria, empezando alos siete años a aprender el oficio de fotógrafo con su maestro, Oscar Aragón , quientenía su estudio en la fundacional calle de García Vigil.
Esto lo relata en entrevista Barak Torres, quien cuenta que en esa época cruenta era necesario para todo infante el aprender un oficio desde niño, aspecto en el que su abuelo un buen día terminó por aceptar que al final la panadería no era lo suyo.
“Le llamaba la atención un señor que salía y exponía sus cosas al sol, la familia de mi abuelo fue a hablar con él, y Oscar Aragón lo terminó aceptando como mozo. Cargándole la cámara es como empieza a hacer fotografía”.
“Él se va a México ya adolescente para aprender más sobre fotografía. Cuando regresa a Oaxaca, lo hace con las instantáneas, que era algo que no había en esta ciudad”.
“Se promocionaba en la calle e invitaba a la personas a ver como caminaban, las personas entraban y terminaban comprando los retratos que él les tomaba”.
“Empezó a notar entonces que había muchos fotógrafos que no eran de Oaxaca y fotografiaban la ciudad,así que el cómo oaxaqueño, decidió hacer lo mismo”.
Torres cuenta que Yescas ocupaba negativos de vidrio, placas de ocho por diez con las que se tenía que tener mucho cuidado. Cuestión que se tornaba complicada si se toma en cuenta que además había que cargar a cuestas una cámara muy grande
“Llegó a tener su propio estudio Foto Iris, muy famosa en la Oaxaca setentera”, recuerda Barak sobre su abuelo materno, para después rememorar que debido al negocio familiar, y “por una cuestión obligatoria, más que por gustó, me metí al laboratorio en alguna ocasión en la que no había quien hiciera las fotos”.
De ahí tuvieron que pasar más de una década para que Barak llegara al Centro Fotográfico Manuel Álvarez Bravo, en el momento mismo de su fundación, a tomar cursos y cursos de fotografía, en que en alguno tuvo que elegir un tema.
“Elegí fotografiar a mi abuelo, y lo hice durante los últimos cinco o siete años de su vida. A mi abuelo lo que le gustaba retratar eran las calles, lo que pasaba en la ciudad. Es a mediados de los cincuenta cuando se mete a hacer básicamente a fotografía de estudio”.
El Oaxaca, diálogos con el tiempo, las fotos de Barak y de su abuelo, tomadas en las mismas calles , con décadas, fachadas y muchas personas de distancia, más que comparativos sobre una misma idea, resultan en una mezcla de dos visiones diferentes en dos tiempos independientes
“La Oaxaca que vio mi abuelo, y la Oaxaca que hoy yo veo. Hay una especie de narración en off de mi abuelo que va narrando la ciudad que élvivió. Un Oaxaca que creo que hoy ni siquiera existe ya”.
Barak dice que pese a ya no reconocer del todo a la Oaxaca, él como fotógrafo no pudo evitar enamorarse de la ciudad que Aarón Pérez Yescas atestiguó. Aunque aclara:
“Los oaxaqueños tendemos a ensoñar e idealizar una ciudad que realmente no está. Esta es una ciudad donde también hay mucho caos y así también la tenemos que aprender a amar. Ir más allá de la postalización de nuestra percepción”.
“Con este libro cierro el ciclo de mi abuelo, con este libro quiero mostrar un Oaxaca mucho máscontemporáneo, que se mueve, con cosas que se repiten todo el tiempo , con otras cosas que van mejorando y otras , las más, que siempre van empeorando”.
¿Qué diría tu abuelo del libro?, se le cuestiona al fotógrafo, quien se niega a descifrar a los muertos.
“Lo pienso y hay dos extremos en ese aspecto, o te gusta el libro o lo terminas odiando .Este no es un libro que hable exclusivamente del trabajo de mi abuelo, ni que vaya sobre el romanticismo de la Verde Antequera, ni es un libro de postales”.
“Es un libro sin línea de tiempo donde de repente vas a encontrar fotos mías que fueron trabajadas como si fueran de mi abuelo, con un contraste mucho más alto y contemporáneo. La idea es que se plasmen las dos esencias”.
Comenta Barak que el libro empieza en la Oaxaca de los veintes, termina en los cincuentas y salta hasta los noventas, finalizando en el 2014
De toda la concepción de un libro al que Torres mira marcado en su diseño por “un rojo estridente”, el fotógrafo cuenta que comprendió una gestión burocrática que le llevó cinco años y medio.
El entrevistado recuerda finalmente a Contrastes, la exposición a dueto que hace años tuvo con su abuelo, en la que se conjugaban sus dos puntos de vista sobre una misma ciudad, y a la cual Aarón Pérez Yescas ya no pudo llegar, falleciendo unos días antes de la inauguración.
“Creo que ahí surgió la semilla para el libro” considera el artista, a lo que se le comenta si en algún futuro no sería interesante tener el mismo desafío con su pequeña hija, de retratar las mismas calles y los mismos lugares con décadas de distancia, tal como él lo hizo con su abuelo.
“Si lo hace , que lo haga por ella , no por mi” responde el fotógrafo , para recordar después un trato que hizo con su abuelo.
“Aarón Pérez Yescas medio el permiso de fotografía su funeral y seguir haciendo fotos, y si yo moríaantes, le di permiso de hacer lo mismo. En esta parte de cedernos los permisos, es lo que ha llevado a todo esto”
Barak sostiene Oaxaca, diálogos con el tiempo, libro editado por la SECULTA, al menos en la contra portada, dependencia en la que cualquier interesado puede ir y pedir un ejemplar.
“En teoría te lo dan. Eso sí, hay que aclarar que no está a la venta”
Comenta Barak Torres mientras habla de que libros como el suyo y el de su abuelo son para apropiarse de Oaxaca y convertir a sus vueltas inglesas en nudos mixtecos.
“Pero esa al final se trata de una apropiación cien por ciento personal”.