Demócratas, juntos pero desunidos, inauguran su convención nacional

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La Jornada.

Ciudad de México. El precandidato insurgente Bernie Sanders afirmó ayer por la noche que Hillary Clinton tiene que ser la próxima presidenta de Estados Unidos y reiteró que la revolución política para transformar el país continuará.

El lema de este primer día de la Convención Nacional Democrata era Juntos unidos; sin embargo, esta noche estaban juntos, pero lejos de estar unidos.

Comenzó este espectáculo político de cuatro días, que culminará con la coronación de Hillary Clinton como la primera candidata presidencial de uno de los dos partidos nacionales, pero desde el primer momento –a pesar de que Sanders apoyó a la aspirante de manera incondicional– se exhibió la profunda división y antipatía entre las filas de cada aspirante.

¡Bernie, Bernie, Bernie!, se coreó desde el inicio de esta sesión, incluso interrumpiendo a los primeros oradores, que son los funcionarios de la convención, mientras otros respondían: ¡Hillary, Hillary! Había exhortos al respeto e intensos esfuerzos, tanto de Clinton como de Sanders, por intentar calmar los ánimos. Después de ser regañados, algunos se pusieron cinta adhesiva en la boca. Los fieles de Sanders no estaban de humor para respetar a los dirigentes partidarios.

Las filtraciones de Wikileaks

Correos electrónicos del Comité Nacional Demócrata y de la presidenta del partido, la representante Debbie Wasserman Shultz, filtrados por Wikileaks, acababan de comprobar que manipuron y buscaron influir en las elecciones primarias contra Sanders, tal como había acusado el equipo de campaña en los pasados seis meses.

Anoche, horas antes de comenzar la convención, la presidenta del partido fue obligada a renunciar, hecho sin precedente. El comité nacional, con su nueva presidenta interina, Donna Brazile, ofreció ayer una sincera y profunda disculpa a Sanders y a sus seguidores.

Por tanto, esta noche, toda la atención estaba enfocada en Sanders, el precandidato presidencial progresista más exitoso en la historia moderna, con 13 millones de votos y más de 46 por ciento de delegados en esta convención (casi mil 900). Cuando apareció como el último orador de la noche, y después de una ovación de casi tres minutos, su mensaje fue que su revolución política continuará, pero dejó claro que la tarea inmediata es derrotar a Donald Trump apoyando a Clinton.

“Juntos hemos iniciado una revolución política para transformar a Estados Unidos, y esa revolución continúa. Elecciones van y vienen, pero la lucha del pueblo para crear un gobierno que represente a todos y no sólo al uno por ciento –un gobierno basado en los principios de justicia económica, social, racial y ambiental– continúa.”

Reconoció sus diferencias con Clinton, pero dijo que en algunos de los temas más importantes –disparidad económica, reforma migratoria, respeto a los derechos de mujeres y gays, cambio climático, salud como derecho y educación superior gratuita, entre otros– la precandidata comparte esas preocupaciones. Y ante la amenaza de Trump, subrayó: Hillary Clinton tiene que ser la próxima presidenta de Estados Unidos. La opción no está ni siquiera cerca.

Festejó que su movimiento ya había logrado cambiar al Partido Demócrata adoptando la plataforma más progresista del partido en su historia, dando a entender que Clinton había adoptado algunas de sus posiciones. Entre otras, la oposición al Acuerdo Transpacífico, educación gratuita en universidades públicas y un incremento al salario mínimo.

Pero por el momento sus delegados siguen enfurecidos con Clinton, y ello quedó claro en este primer día. De hecho, circulaban versiones de que gran parte de los delegados de Sanders estaban contemplando obstaculizar la nominación formal del senador Tim Kaine como candidato a la vicepresidencia, ya que su selección por Clinton fue percibida como una bofetada a las fuerzas progresistas del partido. Kaine es criticado por sus vínculos cercanos con Wall Street, y hasta la semana pasada por su apoyo a acuerdos de libre comercio (hasta el pasado jueves defendía el Acuerdo Transpacífico, pero ahora no, después de ser seleccionado por Clinton).

Tal es el ánimo contra Clinton entre los delegados de Sanders, quienes en una reunión ayer por la mañana con su líder, que cuando dijo que era hora de sumar fuerzas para elegir a Clinton con el objetivo de derrotar a Trump, varios lo abuchearon.

Todos aquí entienden que el principal problema no es Sanders, sino Clinton. Nunca en la historia reciente ha habido una candidata por ser coronada tan impopular, a estas alturas de una contienda electoral. Por tanto, en este primer día de la convención –como seguramente será el caso en toda la semana– se puso énfasis en lo terrible que es la amenaza de Trump para el país, por lo que es vital votar por Clinton.

Michelle Obama, muy popular en el país, sostuvo en su turno que la elección es sobre quién tendrá el poder para formar a nuestros hijos durante los próximos cuatro u ocho años, y que la única en quien confía para ello es en Clinton. Remató: Necesitamos hacer lo realizado hace ocho y cuatro años. Afirmó que no se puede permitir al país bajar a lo que representa Trump. La primera dama fue presentada en un video, sus esfuerzos, producido por el director de películas Viaje a las estrellas, J.J. Abrams (no se sabe por qué se escogió a alguien famoso por obras de ciencia ficción).

La senadora Elizabeth Warren, tal vez la legisladora más temida por Wall Street, una de las figuras progresistas más importantes en el país por su feroz crítica al sector financiero, quien ha servido de puente entre Sanders y Clinton, también tomó el micrófono para alertar sobre la amenaza de Trump para este país.

Paul Simon, muy atinado en este primer día de una convención desunida, cantó su viejo éxito Bridge over troubled water (Puente sobre aguas turbulentas).