Seis meses

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Marco Polo López Santos.

Oaxaca de Juárez. Es una cuenta regresiva que avanza segundo a segundo y que inició con el cierre de la jornada electoral que celebraron los oaxaqueños el pasado 5 de junio, enmarcada en un conflicto magisterial que detonó, entre otras cosas, por una Reforma Educativa que, por lo visto, no convenció ni a sus propios artífices. Son seis meses, de acuerdo a los plazos constitucionales, los que habrán de transcurrir desde el momento de la jornada electoral, hasta la toma de posesión del nuevo mandatario. Para un gobernador electo, un momento de emotiva y efímera celebración, más un semestre de terciopelo, para planear y delinear su proyecto de gobierno, antes de tomar al toro por los cuernos, si es que lo considera hacer. Para un gobernador saliente, extraviado en el camino, son seis meses fantasmagóricos, de trámite. Pero para los oaxaqueños se ha tornado una cuenta regresiva que avanza a cuenta gotas, marcada por la zozobra, justo en momentos en que la capital del estado debería ser el epicentro de un ánimo festivo y esperanzador que año con año significa la Guelaguetza; pero no lo es, y de hecho, ha dejado de serlo. Hoy, en un titular de prensa de un portal web (www.noticiasmvs.com) se puede leer:

El gobernador de Oaxaca aplaudió la actitud responsable de los mentores quienes dejaron de ser prácticamente este día una amenaza para el estado.

Son declaraciones que retratan, por sí solas, la forma en que aquel gobernante que alguna vez fue depositario de la confianza y esperanza de un pueblo, hoy termina en el extravío, siendo repudiado por los mismos que lo eligieron.

Oaxaca tiene hoy dos gobernadores, uno electo y otro en funciones, y sin embargo, carece de gobernabilidad. La impresión que tengo es que el que sale se quisiera ir ya, y el que entra quisiera no entrarle así. Es sólo una impresión, sin embargo, es pertinente la reflexión: De un gobernante saliente ya no se debe esperar mucho, pero ¿del entrante sí?

¿Podemos pensar en que ahora sí vendrá un cambio para los oaxaqueños?, ¿que se cumplirán aquellas promesas que dejó incumplidas el gobernador saliente? Un tema que es de mi particular interés es el que se refiere a los derechos de las personas con discapacidad (PCD), y creo que será una buena vitrina para observar cómo abordará el nuevo gobierno este tema. Si pensamos que en Oaxaca la pobreza creció desde el año 2010, de acuerdo a cifras que aporta el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL), entonces es válido decir que los programas sociales del gobierno en la entidad, en particular, el llamado Programa Bienestar de Atención a Personas con Discapacidad, fracasó, eso sin mencionar aquella evaluación realizada en el año 2013, por la empresa “Con Estrategia, Consultoría y Gestión Publica” que refería que no había un diagnóstico que diera fundamento sólido a dicho programa, y en donde también se leía:

[…] “entre las estrategias de intervención que señala como menos costo-efectivas para países en vías de desarrollo, incluye la entrega de apoyos fragmentados en efectivo a los hogares pobres y vulnerables, toda vez que […] desdibuja la integralidad en la atención que prioriza el fomento de la autosuficiencia y la incorporación al desarrollo de las personas con discapacidad (“Barriers to assistance and support”: OMS World report on disability 2011).

 Creo que, por principio de cuentas, Alejandro Murat deberá definir si se va por más de lo mismo, es decir, el tradicional enfoque de asistencialismo, con vigencia plena en nuestro país, en el cual a las PCD se las percibe como “enfermas”, “necesitadas” y “dependientes”, o verdaderamente, asume el reto de romper paradigmas, tomando como eje rector de su proyecto la Convención de los Derechos de las Personas con Discapacidad, vigente en nuestro país desde el año 2008, la cual ostenta un nuevo paradigma que reconoce a las PCD como sujetos de derechos, cosa que en cualquier político suele antojarse difícil.

Por otro lado, también es muy importante hablar del nivel de participación e incidencia que estamos teniendo las PCD y organizaciones afines en la toma de decisiones en Oaxaca, porque creo que aunque esto tiene su grado de complejidad, es absolutamente necesario hacerlo, es decir, debemos estar interesados en participar y proponer respecto a este tema, desde una perspectiva de bien común.

Creo que no es bueno esperar demasiado del gobierno, pero sí que estén dispuestos a escuchar, porque lo que hoy puedo decirle al gobierno electo es que, tras seis años (que no son los primeros, ni serán los últimos) de acciones cosméticas en política pública respecto al tema de nuestros derechos, sabemos muy bien por donde no hay que ir.