El país está lejos de tener crisis de finanzas públicas

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La Jornada.

Ciudad de México. México no está ni de cerca en riesgo de afrontar una crisis de finanzas públicas. No lo está ahora ni lo estará en lo que resta del gobierno del presidente Enrique Peña Nieto. La afirmación es de José Antonio Meade Kuribreña, quien asumió como secretario de Hacienda el 7 de septiembre pasado, un día antes que el gobierno entregara al Congreso su propuesta económica para 2017.

Nadie pone en tela de juicio los esfuerzos por combatir violencia y corrupción, dos temas sobre los que instancias e inversionistas internacionales han llamado la atención en tiempos recientes, sostiene. A México le va a ir bien. Es un país donde los esfuerzos que está haciendo se ven, se palpan las reformas y se sienten en las calles, asegura en una entrevista con La Jornada en su despacho del Palacio Nacional.

Asegura no tener ninguna ambición distinta a sacar bien el paquete económico, cuando es interrogado respecto del proceso electoral de 2018, cuando será renovada la Presidencia.

José Antonio Meade fue secretario de Energía y de Hacienda en la administración del ex presidente Felipe Calderón. En el actual gobierno ha sido canciller, secretario de Desarrollo Social y, desde el 7 de septiembre pasado, nuevamente secretario de Hacienda y Crédito Público. Tomó la estafeta de la dependencia en un momento en que el Ejecutivo propuso al Congreso una reducción del gasto, que sería la cuarta desde febrero pasado, y con la encomienda de reducir la deuda pública, que creció 10 puntos del producto interno bruto en cuatro años hasta alcanzar un monto equivalente a la mitad del valor de la economía y bajar el déficit de las finanzas públicas.

–Tiene poco menos de un mes de regreso a la titularidad de Hacienda. ¿Cuáles son los retos que afronta México en un entorno externo particularmente complejo?

–Un elemento que está presente es el bajo crecimiento global. Dos elementos han caracterizado el desempeño de la economía global: un bajo volumen de comercio acompañado por tasas de crecimiento sistemáticamente a la baja. Tenemos además un entorno global con muchos elementos de incertidumbre, como el impacto de la salida de Reino Unido de la Unión Europea, la evolución del proceso de restructuración de la economía china y sobre la dinámica de la normalización de la política monetaria en Estados Unidos. A México le toca contribuir con señales de certidumbre.

–¿Cuál es la estrategia de la Secretaría de Hacienda en el mediano plazo para atender el crecimiento de la deuda pública y el déficit fiscal?

–En el mediano plazo seguirá siendo importante, en la medida que vivamos un entorno de bajo crecimiento global y de incertidumbre, que México se consolide como un país que manda señales de una buena conducción de su política económica, que sigue cuidando sus balances fiscal, externo, de sus bancos, corporaciones y familias para que toda esta incertidumbre no contagie el propio desempeño de nuestra economía. Hemos venido haciendo esfuerzos por fortalecer el consumo privado y darle cada vez mayores espacios a la inversión privada. La economía es cada vez más competitiva, va ganando espacios frente a otras.

–¿Cómo fue que se llegó a esta situación de crecimiento de la deuda pública en más de 10 puntos del producto interno bruto? ¿Hubo falta de planeación?

–La deuda en que se incurrió fue por la necesidad de acompañar a la economía mexicana por la vía de un estímulo del gasto en dos momentos y por dos razones distintas. Un primer momento, el posterior a la crisis, de 2008 a 2011. Incluso el debate entonces era si no nos estaba faltando más impulso contracíclico (aumentar el gasto público para estimular la economía). México sí acompañó a la economía nacional con estímulo, pero lo hizo de manera responsable. Y luego, para acompañar a las reformas estructurales, en particular la hacendaria, se estimó que valía la pena mantener este estímulo por la vía del gasto, siempre en la inteligencia de que era temporal.

–¿Qué explica el dinamismo de la deuda? Poquito menos de la mitad, 5.5 de esos 12 puntos (del PIB) de crecimiento, corresponden a la decisión consciente, pensada, deliberada de acompañar a la economía mexicana en lo que ésta podía aplicar sus reformas estructurales y asumir la reforma hacendaria. Otros 1.7 puntos se explican básicamente porque en términos absolutos incurrimos en los niveles de deuda que habíamos planeado, pero en términos relativos, toda vez que el PIB creció menos de lo que esperábamos, la razón deuda/PIB se incrementó. Otra parte fue por los apoyos a Petróleos Mexicanos y la Comisión Federal de Electricidad. También, añade, por el efecto de la depreciación de la moneda, que elevó el valor en pesos de la deuda externa.

Hoy los elementos de incertidumbre que tenemos, la madurez que empiezan a alcanzar ya algunas de las reformas, la consolidación del crecimiento del mercado interno, la participación de la inversión privada en muchos de estos proyectos, todo ello hace aconsejable que vayamos dejando de usar el gasto como un elemento de estímulo.

–¿Tendrá algún efecto la reducción del gasto en el crecimiento?

–Es al revés. El gasto y la deuda no siempre son ni buenos ni malos, dependen del contexto. No es una sorpresa lo que se está haciendo. Desde hace un par de años se dijo cuál se quería que fuera la trayectoria de deuda y de déficit y se ha venido cumpliendo. No es una decisión intempestiva; es una decisión anunciada. Si no cuidamos la estabilidad, el ajuste que tengamos que hacer no va a ser el que nosotros propongamos, sino el que se nos vaya imponiendo por condiciones de mercado que se van complicando y ese ajuste desordenado sí tenía potencial para afectar nuestro crecimiento y la inflación.

–¿En qué se utilizó la deuda contratada estos años; hubo un buen uso de ese endeudamiento?

–Se utilizó en los diferentes proyectos de inversión que vemos a diario. En puertos, aeropuertos, vialidades, carreteras, instalaciones ferroviarias. La deuda en la que se incurrió se tradujo en infraestructura que traerá consigo su fuente de pago hacia adelante.

–Usted es secretario de Hacienda por segunda ocasión. En este caso, después de ser titular de Desarrollo Social. ¿Cuál es, como secretario de Hacienda, la visión que tiene de los problemas que afronta el país y de qué manera se están atendiendo desde el diseño de la política económica?

–Hay un primer elemento central que se valora más cuando regresa uno a Hacienda habiendo pasado por la Secretaría de Desarrollo Social. La pobreza tiene como un elemento esencial el reto relacionado con el ingreso para acceder a bienes y servicios. Eso quiere decir que atrás del reto de la pobreza hay un fenómeno que tiene que ver con precios. En la medida en que nosotros podamos construir un entorno en donde los precios de los bienes y servicios tengan una evolución favorable, vamos a poner un granito de arena en el reto muy complicado que como país afrontamos en materia de pobreza. Y luego en la construcción del Presupuesto y en medio de todas estas restricciones se buscó privilegiar todos aquellos programas útiles para generar mejores condiciones.

–Hay algunos rubros en el presupuesto que adquieren mayor relevancia cada año, como el gasto de las pensiones (que requiere recursos equivalentes a tres veces el presupuesto de la Secretaría de Educación Pública) o el pago de la deuda. ¿Las finanzas publicas se perfilan a una crisis o que este problema vaya a hacerse más grande y complicado de atender?

–No estamos ni cerca de afrontar una posible crisis en finanzas públicas. Tenemos una trayectoria de deuda que queremos ver disminuir, tenemos una política de gasto que queremos ver que descanse menos en la deuda, ciertamente ya no queremos endeudarnos, pedir prestado para pagar intereses, pero tenemos una economía sana, estamos en un buen momento para hacer el ajuste. Estamos en posibilidad de hacerlo conduciendo nosotros y escogiendo nosotros las variables y el ritmo. Si bien las presiones que estamos teniendo que acomodar son relevantes, la economía mexicana es robusta y con finanzas públicas que tenemos que cuidar.

–¿Descarta que de aquí a los siguientes dos años, los que restan a este gobierno, seamos testigos de una crisis?

–Sí, absolutamente. Por ningún lado la veo.

–¿En qué momento el conjunto de reformas realizadas al inicio de este gobierno se comenzarán a reflejar en mayor crecimiento?

–El impacto de las reformas ya se ve, y se ve en un entorno muy complicado. México preserva dinamismo, su economía crecerá entre 2 y 2.6 por ciento este año y entre 2 y 3 por ciento en 2017, en un contexto en que Latinoamérica decrece y la producción industrial en Estados Unidos ha sido negativa. Parte de ese crecimiento que no se dio por las fuentes tradicionales se está dando con cargo a las reformas.

Hay dos elementos que hoy no abonan al crecimiento de la economía mexicana: la plataforma de producción de petróleo hace cuatro años era de 2.5 millones de barriles por día y hoy está abajito de 2 millones. Y, dos, la producción industrial de nuestro principal socio comercial está decreciendo. Por la vía de las reformas se ha podido compensar esos dos elementos que de manera muy importante nos quitaron dinamismo.

–¿Qué tanto afectan la percepción de los inversionistas fuera de México temas como la violencia y la corrupción?

Se reconocen importantes esfuerzos que se han hecho a nivel federal en materia de corrupción y se aquilata la mejora en términos de seguridad, si bien se reconoce que seguimos teniendo retos focalizados y que ha habido un repunte reciente; nadie pone en tela de juicio que estamos haciendo enormes esfuerzos para hacerle frente.

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