El Financiero.
Ciudad de México. Desde hace unos meses, Marcelo Ebrard tiene como residencia temporal Estados Unidos, en donde se encuentra metido de lleno en asuntos políticos en aquella nación, pero también con la mira puesta en las elecciones presidenciales de 2018 en México.
El exmandatario capitalino, además de participar como promotor del voto latino en la campaña presidencial de la demócrata Hillary Clinton, también realiza lobbying para impulsar las aspiraciones de Andrés Manuel López Obrador en los comicios de 2018.
De acuerdo con tres figuras del primer círculo de Ebrard –un exjefe delegacional y dos legisladores–, el experredista busca posicionar al dirigente del Morena entre los sectores latinos de la Unión Americana, pero principalmente entre los actores políticos de aquella nación.
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Apenas en agosto, Ebrard reunió a algunos de los integrantes de su primer equipo en Houston, Texas, en donde les informó sobre su participación en la campaña de Clinton como promotor del voto latino, así como la posibilidad de un acercamiento entre López Obrador y la candidata demócrata.
A esa reunión asistieron Malú Micher, exdirectora general del Instituto de las Mujeres del DF; René Cervera, exjefe de la Oficina de la Jefatura de GDF y actual diputado federal por Movimiento Ciudadano; Irak López Dávila, excoordinador general de Modernización Administrativa de la Contraloría General del GDF, y Agustín Guerrero, expresidente del PRD en el DF y actual miembro de Morena.
En una fotografía, también de principios de agosto, Ebrard aparece con la exsecretaria de Seguridad y Ciudadanía del PRD, Petra Santos, y con su esposo, el empresario Jesús Benjamín Hurtado Aguirre, luego de participar en un evento, en Los Ángeles, California, en donde puso en marcha una campaña para los votantes connacionales de Sonora, con el objetivo de dar a conocer los alcances negativos de las propuestas de Donald Trump.
Los políticos consultados, que son del grupo compacto de Ebrard, señalaron que no tiene un lugar fijo de residencia en la Unión Americana, y que sin duda tiene en sus planes regresar a México, pero cuando “cese su (supuesta) persecución política” y terminen los gobiernos del presidente Peña Nieto y del jefe de Gobierno Miguel Ángel Mancera.
La apuesta, según sus cercanos, es que en las elecciones presidenciales de noviembre en EU triunfe Clinton, a fin de que le dé su respaldo, o “por lo menos no vea con malos ojos” la candidatura de AMLO.
El 5 de mayo de 2015, Ebrard voló a París, una semana después (29 de abril) de que el Tribunal Electoral le negó la posibilidad de acceder a una diputación plurinominal por Movimiento Ciudadano para los comicios federales.
Para el 12 de mayo, Ebrard llegó a Washington para entregar en la Comisión Interamericana de Derechos Humanos un documento en el que solicitó medidas cautelares para proteger su derecho “a votar y ser votado”.
No obstante, rechazó que haya huido de México por el supuesto rumor de que le habrían girado una orden de captura por su presunta responsabilidad en el fraude de la Línea 12 del Metro.
“No huyo de nada pues no hay alguna acción penal en mi contra. ¿Huir de qué? No estoy sujeto a ningún procedimiento penal, más que un proceso político para frenar mi carrera política, señaló hace ya un año y medio.