Enviado del Papa teme un baño de sangre

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Un eventual fracaso del diálogo político entre el gobierno y la oposición en Venezuela, bajo el auspicio del Vaticano, podría derivar en hechos sangrientos, afirmó ayer el enviado del Papa Francisco a ese país sudamericano, el arzobispo Claudio María Celli, al diario argentino La Nación.

Si acaso en una delegación o la otra quieren terminar con el diálogo, no es el Papa, sino el pueblo venezolano el que va a perder, porque el camino podría verdaderamente ser el de la sangre”, dijo el prelado.

Las conversaciones entre gobernantes y opositores podrían no temer una pronta solución a la crisis venezolana. Los primeros días de tregua, con insultos y posturas irreconciliables en torno a la salida del chavismo del poder complican el panorama.

Las partes enfrentadas volverán a verse el 11 de noviembre. En medio de una gran crisis interna, la oposición reclama un referendo revocatorio del mandato del presidente Nicolás Maduro.

Hay gente que no tiene miedo de que haya derramamiento de sangre. Esto es lo que me preocupa. Francisco está jugando un papel muy fuerte. Corremos un riesgo. Vamos a ver, que Dios nos ayude”, rogó el arzobispo, en Roma a su regreso de Caracas.

Celli dijo que “es el pueblo venezolano el que se hunde más”. “Cuando me reuní con los representantes de la oposición, en la mañana del lunes, les dije claramente: ‘Mi miedo es que haya muertos en la manifestación del jueves. Y si hay muertos, el diálogo, ¿qué diálogo es?’. La oposición reflexionó y gracias a Dios suspendieron esa manifestación”, relató.

El enviado reveló que en la primera reunión con Maduro, el Presidente le dijo: “Le prometí al Papa que voy a dialogar y cumpliré la promesa”. Celli dijo que en la segunda reunión con el mandatario, él le dijo a Maduro: “Señor Presidente, esta mañana me encontré con la oposición y hay tres pedidos. Hay que dar señales y éstas no necesitan tiempos bíblicos. Hay que dar señales de que el diálogo es el único camino”.

Consultado sobre cómo encontró al país, respondió que “es indudable que la situación está muy fea. No solamente a nivel político, sino a nivel social y económico. No hay comida, no hay medicinas. Es innegable que el país está enfrentando una situación muy difícil”.