La X en la frente: es la nostalgia. .. de fin de siglo …

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Moisés MOLINA

En “La sociedad del cansancio”, Byung-Chul Han, como un Lipovetsky oriental, intenta lo que ha sido la obsesión de varios filósofos, desentrañar la intrincada naturaleza humana y responder una serie de “por qué’s” vivimos como vivimos. Qué tenemos en común los seres humanos en nuestro comportamiento y en nuestras decisiones.

Desde el principio, Byung atrapa. Sin ambages ni preámbulos, lanza la hipótesis central de su obra.

“Toda época tiene sus enfermedades emblemáticas. Así tiene una época bacterial que, sin embargo, toca  a su fin con el descubrimiento de los antibióticos. A pesar del manifiesto miedo a la pandemia gripal, actualmente no vivimos en la época viral. La hemos dejado atrás gracias a la Técnica Inmunológica.

El comienzo del siglo XXI, desde un punto patológico, no sería bacterial ni viral, sino neuronal. Las enfermedades neuronales cono la depresión, el trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH), el trastorno límite de la personalidad (TLP) o el síndrome de desgaste ocupacional (SDO), definen el panorama patológico de comienzos de este siglo”.

En estos breves párrafos podemos encontrar respuestas a muchas interrogantes que estaban ahí guardadas; que alguna de estas enfermedades neuronales hacía que las dejáramos para después.

Si Byung hubiese tomado para la antítesis y a síntesis un grupo humano como el oaxaqueño, seguramente no hubiese sido su texto tan breve, ni sus enunciados tan abstractos, por momentos.

Diagnostiquémonos antes de diagnosticar al vecino, al jefe, al profesor, a la familia, al Presidente de la República, a Donald Trump; a los aspirantes presidenciales para 2018.

Analicemos críticamente cómo se comportan, qué dicen, cómo lo dicen. Veámoslos a la luz de sus contradicciones o tropos de lenguaje.

Obtengamos conclusiones de si son neuronalmente sanos o un peligro para México.

En mi entrega pasada escribí sobre el poder, la obsesión, los medios, los fines, la obcecación, la venganza, la necedad y tantas otras cosas que tristemente nos dibujan un entorno donde cada vez hay menos votantes y no importan los “para qué’s” ni ninguna otra pregunta.

Es el poder a cualquier precio y un deseo enfermizo de venganza.

Para no ir tan lejos. ¿Por qué está roto el tejido social? ¿Por qué, deliberadamente y dolosamente, se tienen que violar derechos de la mayoría por una minoría organizada, cuyos líderes bien saben que la razón no les asiste y mienten y pretextan cualquier cosa, arrogándose ilegalmente y en todos los casos la ley que interpretan cual ministros de la Suprema Corte? ¿Por qué la tubería de nuestro sistema político está rota y no hay fontanero que pueda repararla porque no lo dejan?

¿Por qué la traiciones? ¿las deslealtades? ¿la avaricia? ¿La soberbia? ¿El doble discurso? ¿la preocupación por el dinero público –ese que sí quieren privatizar organizaciones y grupos de presión; diputados y servidores públicos?

¿Por qué el ciudadano no cede el paso donde no hay semáforo? ¿Por qué una “Laydy sale”? ¿Transportistas intercambiando disparos?

¿Por qué no dejan gobernar a Alejandro y  pesar de ello, está trayendo y aplicando transparentemente los miles de millones en Oaxaca?

¿Por qué si idolatras con López Obrador, el que dice que no va a ganar tienes que verlo como tu enemigo?

Podríamos seguir interminablemente.

Todo se articula en torno a la “Sociedad  del Cansancio” que vuelve a filosofar la inacabada labor de explicar Machado y Paz: la Otredad.

Pensemos en todo ello. Recientemente el Secretario Narro declaró que hace falta invertir en la salud mental. Por algo lo dijo.

¿Acaso vivimos en un estado de locos? ¿en municipios de locos? ¿En un país de locos?

Todo es riña, ofensa, burla; y los medios contribuyen. Si tan solo pudieran sostenerse de publicidad, tal vez nuestra historia sería distinta. Pero la vida sigue y queda seguir leyendo a Byung, para encontrar una posible cura.

@MoisesMolina