México, uno de los más expuestos al trabajo autómata

0
238

El Economista.

Ciudad de México. Durante siglos, los seres humanos han creado máquinas que automatizan todo tipo de tareas y en la actualidad las cosas no son muy diferentes, aunque la escala de automatización de labores ha alcanzado una magnitud nunca antes vista. En México, 52% de los trabajos son susceptibles de ser reemplazados por robots, es decir que alrededor de 25.5 millones de plazas laborales se perderían debido a las máquinas, de acuerdo con un reporte del Instituto Global McKinsey.

¿Cuáles serán las implicaciones de la automatización para el empleo y cuál es su impacto en la productividad y en la economía global?

México es el noveno país entre los que consideró el estudio de McKinsey que corre mayores riesgos de automatización laboral. El país está bastante lejos de los primeros lugares de la lista, encabezada por China, con 395 millones de empleos en riesgo de desaparecer a causa de la automatización; a la que le sigue India, con 235 millones de empleos y Estados Unidos ocupa el tercer lugar, con 60 millones de empleos con potencial de desaparecer por las máquinas.

Algunos otros países cuyos empleos también corren riesgo de ser automatizados son Brasil, Rusia, Japón y Nigeria, cuya tasa de automatización potencial es de entre 40 y 60% de los empleos en cada país.

Los sectores con el mayor riesgo de ser automatizados en México son el comercio minorista, con 5.5 millones de empleos; le sigue la manufactura, con 4.9 millones; el sector agropecuario, con 4.7 millones; el alojamiento y los servicios de alimentación, con 4.7 millones, y la construcción, con 1.6 millones de empleos que están en peligro de ser sustituidos por máquinas.

Además, México importó equipos de automatización industrial de su vecino del norte por 2,235 millones de dólares, en el año 2015; mientras que las compras de Canadá fueron por 1,927 millones, y las de Alemania, por 546 millones. Esto demuestra la vertiginosa velocidad con la que la industria y los servicios en México se están automatizando, incluso por encima de países desarrollados como Canadá y Alemania.

Según el estudio de McKinsey, la automatización laboral permite a las empresas mejorar el rendimiento, al reducir los errores, mejorar la calidad y la velocidad, y al lograr resultados que muchas veces van más allá de la capacidad humana. “Basado en nuestro modelo de escenarios, estimamos que la automatización podría elevar el crecimiento de la productividad globalmente en 0.8 y 1.4% al año”.

La automatización del trabajo supondría que los seres humanos trabajamos menos para producir las cosas que necesitamos. Según el periodista holandés Rutger Bregman (https://www.fastcompany.com/3058710/heres-why-you-should-support-a-unive…), muchos empleos no añaden ningún tipo de valor social, simplemente desplazar el valor de un lugar a otro. El caso de los trabajadores de limpieza y de los corredores de Bolsa es el ejemplo que ofrece Bregman: si los primeros se van a huelga, lo más probable es que nos enfrentemos a un grave problema. Mientras que si todos los corredores de Bolsa renunciaran un día, en realidad no pasaría mucho.

Sin embargo, según McKinsey, la gente tendrá que seguir trabajando junto a las máquinas para producir el crecimiento del PIB al que aspiran los países del mundo. “Nuestras estimaciones de productividad suponen que las personas desplazadas por la automatización encontrarán otro empleo. El estudio compara la actual etapa de automatización con la desaparición a largo plazo de la agricultura en muchos países del mundo, en donde los trabajadores del campo se vieron obligados a emigrar a las ciudades para encontrar empleo.

Aunque no se sabe exactamente la manera en la que los robots cambiarán el empleo, lo que sí se sabe es que el trabajo no será el mismo en el futuro. Según McKinsey, en las próximas décadas habrá una cada vez mayor integración entre los seres humanos y las máquinas.

En entrevista con El Economista, el filósofo argentino Alejandro Piscitelli dijo que con respecto a la automatización laboral, se están simplificando temas que son muy complejos. “No hay que tener una visión simplista ni homogénea. La aparición de la inteligencia artificial cambia todo, pero ¿para bien o para mal? ¿mejor o peor? ¿cómo y dónde? ¿cuándo y en qué plazo? Me gusta pensar en la súper inteligencia como un catalizador o un disparador de preguntas más que como una receta a futuro a largo plazo”, consideró.

Para el filósofo, no hay caer en actitudes radicales acerca de si los robots y las máquinas son buenos o malos sino que hay que presentar evidencia clara y “discutir observaciones para que haya opiniones informadas”.

El reporte de McKinsey concluye con una distinción entre los trabajadores del futuro. En este sentido, los trabajadores de alto nivel que tengan empleos relacionados con la tecnología serán los más capaces para satisfacer la demanda de las compañías, estén automatizadas o no. En sentido contrario, los trabajadores con poca calificación tendrán una mayor capacidad productiva pero “pueden experimentar presiones salariales debido a la oferta potencialmente mayor de trabajadores similares de baja calificación”, explica el reporte.

La automatización es un proceso que está alcanzando prácticamente todos los sectores de la vida humana, desde el personal hasta el laboral. La educación se convierte entonces en el elemento fundamental para que los trabajadores no sean desplazados por las máquinas. Aquellos trabajadores que estén lo suficientemente capacitados y que se desempeñen sobre todo en sectores tecnológicos contarán con mejores oportunidades de trabajo, mientras que los menos capacitados sufrirán presiones económicas debido al desplazamiento ocasionado por las máquinas.