Reforma.
Ciudad de México. “No, no, qué proyectos. Ahorita estoy acostado debajo de un árbol”, responde por teléfono Francisco Toledo al ser cuestionado sobre los proyectos en los que actualmente está involucrado.
Atiende la llamada desde Oaxaca, mientras se encuentra a la sombra de un pochote.
A los 77 años, el artista juchiteco no se detiene. La próxima semana exhibirá en la Ciudad de México Francisco Toledo: La nueva piel del mundo y el amante de la materia, muestra a cuya apertura no acudirá porque, simplemente, ya no quiere.
La sede es la Galería MYL Arte Contemporáneo, en la Colonia Progreso Tizapán, que será inaugurada por su esposa, Trine Ellitsgaard, artista textil, quien estuvo a cargo de la curaduría junto a Manuel Loaiza, director del espacio.
Toledo exhibirá 21 textiles que trabajó a partir del 2012 en el taller de afelpado que abrió en el Centro de las Artes de San Agustín Etla (CaSa), uno de los diversos espacios dedicados a las artes ha fundado en Oaxaca.
La curiosidad por trabajar con el material se la contagió Ellitsgaard, su “esposa tejedora”, como la llama.
“Es una técnica de los nómadas del centro de Asia, que usan para hacer sus capas, sus casas. Lo usan los que cuidan los animales, en los cerros, por el frío”, explica el artista.
“Esta técnica es muy antigua. Se necesita mucha fuerza para golpear las dos lanas y hacer el afelpado. Este material es como una lana de borrego. Con jabón, se golpea muy bien, entonces se va compactando y se hace una hoja que es impermeable, muy resistente”, agrega.
La primera vez que la trabajó fue en 2012, para una pieza que se colocó en la Biblioteca Carlos Monsiváis de La Ciudadela.
“El taller se quedó instalado a partir de ahí. Invitamos a artistas para trabajar con esta técnica, como a Jan Hendrix y Francisco Castro Leñero. Yo soy el que sigo más constante”, cuenta.
La última gran exposición de Toledo, con material para él inédito, ocurrió en octubre de 2015, cuando abrió Duelo, en el Museo de Arte Moderno, donde se exhibieron un centenar de pieza trabajadas en cerámica rojiza, en las que abordaba la tragedia de los 43.
Ese mismo año, en el que cumplió 75, el artista tomó una decisión importante en su faceta como gestor cultural: cedió los espacios que fundó al INBA, para que éste los administrara, entre ellos el IAGO, Instituto de Artes Gráficas de Oaxaca.
“No dejamos el lugar”, aclara. “Nos ayuda mucho que el Estado dé un presupuesto, pero seguimos comprando libros (para la biblioteca) y organizando exposiciones y conferencias. Estamos cerca. Nunca lo vamos a dejar”.
El artista ha hablado en otros momentos de su retiro, pero lo cierto es que no descansa. Ahora está interesado, por ejemplo, en renovar una antigua planta hidroeléctrica que se ubica en San Agustín Etla. Quiere rescatar el edificio, que data del Porfiriato y hoy está en ruinas, para que vuelva a generar luz, no sólo para el CaSa sino también para la comunidad.
“Quisiéramos ver si se puede rescatar. Habrá que buscar la nueva tecnología para echar a andar esta hidroeléctrica. Es cosa de dinero y también que la comunidad esté de acuerdo”, señala.
La exposición de la Galería MYL será inaugurada el 10 de agosto a las 19:30 horas en Durango 73, Progreso Tizapán. Se preparó un catálogo, diseñado por Alejandro Magallanes y con un ensayo de Alberto Ruy Sánchez. Estará en exhibición hasta el 10 de noviembre.