Juan Hernández Martínez, el adiós de un guerrero

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Oaxaca de Juárez. Hay personajes que son indispensables, él es fue de ellos por más de dos décadas en el Estadio Eduardo Vasconcelos.

El mismo sombrero, el mismo tambor, y en ocasiones hasta los mismos gestos, siempre una sonrisa que expresa las decenas de años que ha sido aficionado al llamado rey de los deportes.

Para quienes asisten a la catedral del beisbol oaxaqueño, el pasado fin de semana fue un día especial al ser testigos del adiós de un emblemático aficionado a los Guerreros de Oaxaca.

A sus 97 años, Juan Hernández Martínez, mejor conocido como el “Yoni” o el “Señor del cuerno y el tambor” se despidió del equipo de sus amores, ya que por cuestiones de salud le será imposible asistir a los juegos de la “tribu zapoteca”

Don Juan empezó a venir al estadio con su tambor en 1996 y su afición nació cuando en Córdova, Veracruz fue seguidor de los Cafeteros.

“Me tuve que regresar a Oaxaca, llegaron los Guerreros entonces decidí comprar un tambor, creo que su voz hace que la gente se emocione, incluso, creo que motiva los jugadores”, expresó en entrevista concedida a Territorio Score

Y relata: “En Córdoba veía a mi familia jugar, y me gustó; el fut-cochino, así llama al futbol el “Yoni, no me gusta, creo que es un deporte bastante predecible.

Juan Hernández Martínez nació un ocho de mayo de 1920, y a sus 93 años, siempre llega puntual al juego, nunca deja de tocar su tambor para apoyar al equipo ha vivido todas las etapas del equipo desde su llegada, el campeonato y las temporadas malas.

“A la afición yo la saludo con mucho respeto, pero sí, hay que animar al equipo en todo momento”

Y es que a los ocho años de edad dice el Yoni venía a estos espacios en donde está asentado el Estadio Vasconcelos eran terrenos en donde se sembraban milpa, pero los tiempos cambian y ahora es un agradable estadio en donde vio a los Guerreros coronarse, ese equipo que comandaba el inolvidable Nelson Barrera. “

Así el domingo 6 de agosto fue en su último partido como aficionado y con la ovación en las tribunas y el reconocimiento de los jugadores se despidió del Estadio Eduardo Vasconcelos, ese lugar donde hizo sonar por más de dos décadas su cuerno y su tambor.