Los Oscar después de los escándalos de acoso sexual

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The New York Times.

Ciudad de México. Empieza la época del año en la que Hollywood pasa mucho tiempo y gasta mucho dinero celebrándose a sí mismo. Se brinda por las estrellas con copas de champaña a raudales. Las películas son presentadas como parangones de logros artísticos. Y las preguntas formuladas con mayor frecuencia son por lo general exageradamente efusivas, como: “¿Quién diseñó tu atuendo?”.

Pero esta época de premiaciones promete ser muy distinta de las demás.

Hollywood se encuentra en el epicentro de un terremoto cultural. Cientos de mujeres y decenas de hombres han denunciado conductas sexuales inapropiadas por parte de productores (Harvey Weinstein), directores (Brett Ratner) y actores (Kevin Spacey), lo que ha desencadenado investigaciones policiales y ha desatado un movimiento en redes sociales (#MeToo) a nivel mundial conforme personas de otras industrias comparten sus propias historias de acoso y abuso sexual.

Puesto que no se vislumbra el fin de estas revelaciones, los publicistas de la industria cinematográfica batallan por determinar cómo deben abordar el tema los artistas a los que representan en plena campaña por el Oscar —un periodo de tres meses de ensimismamiento que comienza ahora y termina con la ceremonia de premiación, el 4 de marzo—. Se trata de un ritual que involucra sesiones interminables de preguntas y respuestas con los votantes de la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas, conversaciones con cientos de periodistas en las alfombras rojas y posibles discursos de agradecimiento en los eventos previos al Oscar, como los Globos de Oro y los Premios del Sindicato de Actores (SAG, por su sigla en inglés).

¿Los artistas forzosamente deberían hablar de la necesidad de resolver el problema sistemático del acoso sexual, un flagelo que ha sido prácticamente ignorado por Hollywood durante mucho tiempo? ¿O deben mantenerse enfocados en promover sus películas y actuaciones, a sabiendas de que decir la frase equivocada respecto al acoso sexual podría, por lo menos, descartarlos de ser nominados o premiados con un Oscar?

También hay cierta preocupación en cuanto a que principalmente serán las mujeres quienes pasen los próximos meses hablando de conductas sexuales inapropiadas, mientras los periodistas no prestarán mucha atención a los hombres. “No es aceptable que los creadores blancos hablen de su trabajo mientras se espera que las mujeres hablen del acoso sexual”, dijo Dee Rees, directora y coescritora del guion de Mudbound, un drama acerca del racismo en el Misisipi rural que algunos consideran aspirante al Oscar a mejor película.

¿No vas a exigir públicamente un trato digno hacia las mujeres, pero sí vas a hacer campaña abiertamente para ganarte un hombrecillo de oro?
Por supuesto, esta no es la primera vez que un escándalo sexual se ha topado con la temporada de premiaciones en Hollywood.

En 2003, Roman Polanski no pudo aceptar el Oscar por dirigir El pianista, pues huyó de Estados Unidos con destino a Francia en 1978 luego de declararse culpable de haber tenido sexo con una niña de 13 años. (Desde entonces, otras mujeres lo han acusado de abuso sexual que sucedió cuando ellas aún eran adolescentes). En 2016, la campaña a favor de premiaciones para la cinta The Birth of a Nation, que trata acerca de una revuelta de esclavos en Estados Unidos y fue dirigida por Nate Parker, se desmoronó debido al escrutinio acerca de un antiguo caso en el que Parker fue acusado y después exculpado de la violación de una compañera de la universidad.

Pero el tema de las conductas sexuales inapropiadas se ha vuelto tan predominante que algunos expertos en imagen y asesores de premios de Hollywood han sostenido llamadas telefónicas grupales con la esperanza de llegar a un consenso ⎯hasta ahora, no parecen haberlo logrado⎯ acerca de cómo reaccionar ante los cuestionamientos mediáticos que se avecinan.

Muchos publicistas experimentados recomiendan en privado evitar el tema. Una de ellos, que representa a artistas reconocidos, lo puso así: las premiaciones tratan acerca de la venta de entradas de cine y de ganarse los votos para asegurar el triunfo, no de las conversaciones acerca del acoso sexual. La publicista, quien habló bajo la condición de guardar el anonimato para evitar atraer atención no deseada sobre sus clientes, indicó que le ha aconsejado a sus clientes que, si surge el tema durante una entrevista en la alfombra roja, deberán dar una rápida respuesta acerca de lo aberrante de la conducta antes de volver de inmediato a hablar sobre su película.

Otros estrategas de premiaciones aseguran que lo importante es saber a quién le están hablando. La Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas es la que determina los Premios Oscar. Se trata de una organización en la que el 72 por ciento de los miembros son hombres y el 87 por ciento son de raza blanca. En otras palabras, llamar a Hollywood una cloaca de hombres blancos privilegiados podría garantizar que algunos de esos votantes decidan poner el nombre de otra persona en el sobre.

Sin embargo, otro grupo de publicistas y consejeros de los Oscar considera esa postura como poco ética, además de que cree que tratar de separar el proceso de los premios del movimiento #MeToo (#YoTambién), podría hacer quedar muy mal a los integrantes de la industria que buscan las estatuillas. ¿No vas a exigir públicamente un trato digno hacia las mujeres, pero sí vas a hacer campaña abiertamente para ganarte un hombrecillo de oro?

Es mejor, dicen estos publicistas y artistas, aprovechar la oportunidad de incitar al cambio.

“En lo personal, guardar silencio al respecto no es una opción”, afirmó Will Poulter, quien interpretó a un policía racista en Detroit, película dirigida por Kathryn Bigelow que también aspira a ser nominada.

“Jamás he entrado a una audición preocupado por mi seguridad, que es algo en lo que he tenido que pensar últimamente —en mis privilegios por ser hombre—. Pero tengo muchas amigas actrices que me han dicho que han sido cosificadas de maneras muy inapropiadas. Mientras más hablemos al respecto, más probabilidades tendremos de acabar con ello”.

Mark Malkin, quien ha sido corresponsal de alfombra roja para medios como E! durante más de una década, predijo que los publicistas tendrían menos éxito para intentar controlar a los periodistas de espectáculos que en ocasiones anteriores. El año pasado, por ejemplo, los guardias de Casey Affleck pudieron persuadir a algunos periodistas de no enfocarse en dos demandas por acoso sexual en su contra de 2010. Al final, Affleck ganó el premio de la academia a mejor actor por su interpretación en Manchester junto al mar.

“Los publicistas nos presionan todo el tiempo para que nuestras preguntas se centren en el trabajo”, comentó Malkin. “No creo que esa táctica funcione en esta ocasión cuando se aborde el tema del acoso sexual, pues son preguntas relacionadas al trabajo”.

Se ha hecho evidente la dificultad de lograr un equilibrio entre un carácter solemne y uno de celebración.

Los Hollywood Film Awards, que se efectuaron a principios de noviembre, evitaron el tema; a finales de noviembre, el anfitrión de la ceremonia y los presentadores de los Governors Awards, que incluyeron a Jessica Chastain y Angelina Jolie, se mantuvieron al margen de la discusión acerca del acoso sexual.

Los Gotham Awards intentaron ambas cosas. El anfitrión, John Cameron Mitchell, aceptó que era un “momento extraño” en Hollywood, pero pareció embrollarse en su esfuerzo por que su comentario fuera relativamente vago. “Nos resistimos porque entramos en pánico y tenemos muchas ganas de hacer lo correcto”, dijo. La mayoría de los discursos de agradecimiento se apegaron a los temas comunes.

Ello obligó a Joana Vicente, directora ejecutiva de la organización encargada de los premios Gotham, a abordar el tema del acoso sexual durante su breve aparición en el escenario.

“Ha sido un año complicado para nuestra industria y para el mundo”, afirmó. “Nos gustaría tomarnos un momento para reconocer y honrar a las mujeres y los hombres que han dado un paso al frente”.