La Jornada.
Ciudad de México. Trece ciudadanos rusos fueron formalmente acusados de interferir de manera criminal en la elección estadunidense de 2016 en favor de la campaña de Donald Trump y contra la de Hillary Clinton, aunque esa noticia tuvo que competir con otra menos importante para la democracia, pero por tratarse de sexo tal vez atrajo mayor interés: la de una modelo de Playboy, otra amante de quien ahora ocupa la Casa Blanca.
El fiscal especial Robert Mueller emitió ayer cargos contra 13 rusos y tres entidades rusas acusadas de conspirar para defraudar a Estados Unidos
, al buscar interferir ilegalmente en dicho proceso electoral estadunidense.
La acusación, de 37 páginas, detalla que desde 2014 los acusados conspiraron para perjudicar, obstruir y derrotar las funciones legales del gobierno
en torno al proceso electoral mediante una sofisticada y multimillaria operación que incluyó crear cientos de cuentas falsas en Facebook, Instagram y Twitter que parecían pertenecer a activistas estadunidenses, robar identidades, comprar publicidad política y pagar a estadunidenses por organizar y participar en mítines, protestas y otras actividades políticas. El objetivo era sembrar discordia en el sistema político estadunidense, incluyendo la elección presidencial de 2016
.
Los acusados participaron en operaciones principalmente dedicadas a comunicar información derogatoria sobre Hillary Clinton y apoyar al entonces candidato Donald Trump
, afirma el documento.
Pero esta acusación no se refriere a la posible colusión
de la campaña de Trump para facilitar esa conspiración –el tema central que detonó esta investigación–, aunque tampoco la descarta. Informa que operativos rusos se comunicaron con individuos asociados con la campaña de Trump
, quienes no estaban enterados de la identidad real de los rusos.
El subprocurador general, Rod Rosenstein, declaró que los estadunidenses reclutados o que participaron de alguna manera en todas esas maniobras no sabían que estaban en comunicación con rusos y que el complot se distingue por los pasos extraordinarios de los acusados para hacer parecer que eran activistas políticos estadunidenses ordinarios
.
Rosenstein también comentó en conferencia de prensa que esa acusación no implica que la interferencia rusa alteró el resultado de la elección.
Poco después de la difusión de la acusación, Trump reaccionó por Twitter afirmando que los rusos iniciaron esas actividades en 2014, mucho antes de haber declarado su candidatura. Subrayó que “los resultados de la elección no fueron impactados. La campaña Trump no hizo nada mal –¡no colusión!”
Más tarde Donald Trump llamó a la unidad, como estadunidenses, para proteger la integridad de nuestra democracia y nuestras elecciones
.
De inmediato analistas y expertos señalaron que aunque esa acusación no aborda el tema de la colusión, eso no implica que Mueller haya concluido que no existió, sino eso queda en el aire hasta que llegue a su fin esa investigación.
Más aún: la acusación contradice las reiteradas afirmaciones de Trump, durante meses, de que la interferencia electoral rusa era noticia falsa
y era algo fabricado por los demócratas para explicar la derrota de Clinton.
Uno de los acusados es Yevgeny Prigozhin, oligarca cercano al presidente Vladimir Putin, conocido como El chef. Hoy rechazó la acusación y señaló que no estaba preocupado por ella. Expresó que los estadunidenses son gente muy impresionable
, reportó la agencia Ap. Agregó, en un medio ruso, que los estadunidenses ven lo que desean ver. Si quieren ver al diablo, dejen que lo vean
.
Según la acusación, este empresario controló una entidad conocida como Agencia de Investigación de Internet, la cual financió una “granja de trolls” que llevó a cabo una guerra de información contra Estados Unidos
al crear personajes de redes sociales difundiendo falsedades y críticas contra Clinton mientras promovían apoyo para Trump a través de las principales plataformas de las redes sociales.
Según la acusación, esas cuentas de Internet buscaron promover eventos pro Trump y otras impulsando iniciativas y actos antiTrump. Entre éstos, eventos en favor del candidato Bernie Sanders o la candidata independiente del Partido Verde, Jill Stein. Incluso, agrupaciones sociales alineadas con grupos de defensa de derechos civiles afroestadunidenses o musulmanes.
Rosenstein declaró que esa acusación demuestra que los rusos trabajaron para promover la discordia en Estados Unidos y minar la confianza en la democracia
.
Esta es la quinta acusación formal emitida por el fiscal especial. El año pasado Mueller presentó cargos contra cuatro individuos, incluyendo un ex presidente de la campaña de Trump y su segundo, el ex asesor de Seguridad Nacional Michael Flynn y un asesor de la campaña: George Papadopoulos.
Pero mientras todo esto provocó un banquete para aquellos que viven de o están obsesionados con asuntos políticos, seguramente más gente estaba interesada por un reportaje en The New Yorker, según el cual Trump tuvo una relación sexual consensual
con una ex modelo de Playboy durante nueve meses en 2006-2007, poco después de haberse casado con la hoy primera dama.
Karen McDougal, informa Ronan Farrow –el mismo reportero que ayudó a revelar el escándalo del comportamiento del productor Harvey Weinstein y que detonó la actual ola de denuncias sobre el abuso sexual por hombres poderosos–, relató en un escrito que ella confirmó que conoció a Trump en 2006 durante una grabación de su programa El Aprendizen la Mansión Playboy, quien la invitó a una cena en un bungalow privado del hotel Beverly Hills, donde esa noche empezaron su relación sexual. Él intentó ofrecerle un pago, pero ella dijo que no era una de esas
y que se acostó con él porque le gustaba. Ella viajó después para estar con Trump en varias de sus propiedades y eventos, siempre de manera discreta, aunque en una ocasión Trump le mostró la recámara (separada) de su esposa Melania, con quien se había casado menos de dos años antes.
Encubrir aventuras
El reportaje también revela un sistema para encubrir las aventuras sexuales del magnate, como el que se empleó con McDougal, donde el tabloide de chismes National Enquirer, cuyo dueño, David Pecker, es amigo de Trump, compró los derechos exclusivos
de su historia personal por 150 mil dólares, pero la cual nunca se publicó en lo que es, aparentemente, una práctica común que hasta tiene nombre: Captura y mata
, para anular la difusión de una noticia inconveniente.
Trump siempre le enviaba notas de medios favorables sobre él y le regalaba mercancía de la etiqueta Trump. Supuestamente le ofreció comprar un departamento.
Ese mismo bungalow, los regalos y la promesa de un departamento también fueron parte de la supuesta relación de Trump con Stormy Daniels, la estrella de pornografía, por esas mismas fechas. Daniels, quien después de la admisión del abogado personal de Trump esta semana de que le entregó un pago de 130 mil dólares aparentemente para comprar su silencio sobre su affaire con Trump, anunció que está por ofrecer su versión sobre la aventura.
Con ello culminó este capítulo de la historia de esta democracia esta semana.