Forbes.
Ciudad de México. México vive su peor momento de inseguridad. Es uno de los países con más asesinatos del planeta y alberga a la ciudad más violenta: Los Cabos.
Durante 2017, nuestro país registró 25,339 homicidios, la mayoría en zonas operadas por cárteles de droga, de acuerdo con el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP).
La fortaleza del crimen organizado y su difícil combate comenzó durante el gobierno del panista Felipe Calderón, cuando éste declaró una guerra contra el narcotráfico en 2006. Lejos de reducir el problema, su decisión orilló a que los grupos criminales fueran más violentos al sumar exmilitares a sus cárteles, provocó que los precios de la droga se elevaran (que se tradujo en mayores recursos), extorsiones a pequeños comerciantes y fueran aún más sofisticados en cuestiones de armamento.
Detrás de esta violencia, hay un mercado negro de 100 millones de dólares (mdd) en el tráfico de armas, estima el investigador de crimen organizado de la University College de Londres, David Pérez Esparza.
“Por cada arma confiscada hay 15 que no (…) Si las armas duran en promedio 12 años de vida útil, estamos hablando de al menos 3.6 millones de armas en circulación en el país”, comenta.
Cada arma de fuego cuesta aproximadamente 450 dólares, y su precio sube cuando entran a México, explica Eugenio Weigend Vargas, director asociado del Centro para el Progreso Americano (CAP por sus siglas en inglés).
Entrada ilegal
Aproximadamente, 213,000 armas son transportadas ilegalmente desde Estados Unidos hacia territorio mexicano cada año, de acuerdo con un reporte del CAP.
Ingresar a Estados Unidos legalmente involucra muchos controles de seguridad, desde revisiones hasta largas entrevistas, pero casi toda su infraestructura de control fronterizo está basada en que la amenaza se queda con sus vecinos del sur.
“De norte a sur es muy sencillo. Puedes cruzar sin problema, sin mayores controles”, explica el coordinador del proyecto sobre armas de Estados Unidos en México, John Lindsay-Poland.
La mayoría de los equipos, generalmente armas largas como AR-15 y AK-47 (cuernos de chivo), se compran en las 8,000 armerías que hay en Arizona, California, Nuevo México y Texas, que constituyen 15% del mercado en Estados Unidos.
También hay mercados ambulantes, conocidos como gun shows, para vender armas. “No aplican revisión de antecedentes. Allí es muy fácil traficar armas desde Estados Unidos”.
California cuenta con una ley que obliga a las armerías la venta de más de un arma corta a un individuo durante 30 días, pues más de una crea la sospecha de que se usaría para cometer un crimen. Pero esa legislación no se aplica para armas largas. “En México esas armas largas son mucho más comunes. Los datos de PGR arrojan que la recuperación de esta clase es de 40%”, dice Lindsay-Poland.
Cerca de 20,000 son recuperadas cada año en estados fronterizos de México, pero la mayoría llegan hasta grupos en Sinaloa, Guerrero, Tamaulipas y Veracruz.
El esquema de tráfico incluye la figura del comprador paja, aquel ciudadano estadounidense que puede comprar armas legales pues carece de antecedentes penales o de violencia doméstica. “Esta figura compra un número ilimitado de armas, y se lo entrega al traficante”, comenta Poland.
Un negocio americano
A pesar de la violencia que azota a Estados Unidos, el negocio de armas es uno de los más sólidos y protegidos por los políticos estadounidenses. En la principal economía del mundo, se estima que hay 300 millones de armas, es decir, una por cada habitante.
Aunque son millares de armerías en el canal de venta final, la producción se concentra en un puñado de empresas. Las principales son Sturm Ruger, Smith & Wesson, Colt y Sig Sauer.
“Sig Sauer le vende legalmente a policías y a Sedena”, señala Lindsay-Poland.
El investigador estadounidense advierte que desde 2006, 20,000 armas se han extraviado de policías estatales y federales.
Sedena es la única entidad que puede comercializar armas dentro de México, además de ser la única dependencia federal que entrega armas a policías y militares.
“Sabemos que policías en 19 estados de México han adquirido armas de Sig Sauer en los últimos tres años. No hay un filtro ni control de usuarios finales de esas armas para que lleguen a manos de policías coludidas con el crimen organizado”.
Caminos hacia la paz
Donald Trump ha criticado el desempeño del gobierno mexicano sobre el tráfico de droga a Estados Unidos. Las autoridades, incluso candidatos presidenciales han respondido que es un problema bilateral, pues Estados Unidos no regular la venta de armas.
Para Weigend, el tema fue olvidado por el gobierno priista y se abordó superficialmente.
Ante un año electoral, el investigador propone varios caminos que la próxima administración puede establecer para reducir el problema que cobra la vida de miles de mexicanos cada año.
Por ejemplo, una coalición de países afectados por las armas que vienen de Estados Unidos, revisión de antecedentes, regular la venta de armas de asalto, castigar a los compradores paja.
En la estrategia local, pide vigilancia más estricta en la frontera. También ir más allá del crimen organizado para que las autoridades tenga un enfoque de violencia doméstica y suicidios.
“En México hay muchos feminicidios, muchas veces con armas de fuego”, agrega.