La guerra de billetazos

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Alex Hernández

Después de dimes y diretes parece ser que la guerra cantada por Andrés Manuel en contra de la cúpula empresarial llega a su fin, en los mejores términos y con uno que otro ceño fruncido, lo que sí, a sabiendas de que uno depende del otro de manera casi obligada, ya que es imposible una nación sin jerarcas económicos e inevitable la victoria de López Obrador en las próximas elecciones. Sin embargo, la relación forzada que actualmente mantienen las cabecillas empresariales, dirigiéndome directamente a Germán Larrea, Alberto Bailléres, Héctor Hernández Pons o José Elizondo, tiene antecedentes turbulentos que van desde las descalificaciones ante medios de comunicación, chismes propios de las elecciones en las que nos encontramos, hasta instrucciones a los colaboradores de las empresas que lideran para no votar por un candidato en particular entre líneas.

Veamos el caso de los inversionistas de nuestro país. Es natural que un empresario que tiene en un millones de pesos invertidos, desee continuar con una aparente seguridad financiera, algo que no sólo beneficiaría sus bolsillos, sino que mantendría a miles de trabajadores nacionales con un sustento familiar seguro. Ante esto y la irremediable victoria de AMLO, los empresarios buscan, como “gato bocarriba”, encontrar la solución para impedir la entrada de alguien, que debido a su visión de nación, no empata con el sistema neoliberal consumista de los empresarios en México, de esta forma, la incertidumbre carcomería a cualquiera.

Andrés Manuel juega el papel de víctima, su campaña, o mejor dicho, sus tres campañas consecutivas, han sido bajo el mismo perfil, rol que le queda de maravilla y que le ha sumado adeptos. Ante los ataques, “en lo oscurito”, de la cúpula empresarial, López Obrador plantea la idea de que aquel que no está a su favor, está coludido dentro de ese famosísimo séquito llamado “La Mafia del Poder MR.”. Sumémosle un esbozo que culpa de todos los males económicos del país a ese 1% que ostenta la riqueza mayoritaria, una novela que bien podría titularse “El grito de los oprimidos”, es la trama perfecta para conducir la nueva “rebelión” de los estrujados económicamente.

Ni la armemos de tos, la FEPADE ya dijo que no existía ninguna violación a la normatividad electoral y que el seguimiento de los casos dados a conocer, son sólo opiniones que pueden ser emitidas por cualquier ciudadano común y corriente, pero en caso de existir un despido o ascenso por votar por algún candidato, la FEPADE metería sus delicadas manos para ejecutar con todo el peso de la ley una sanción. Además que le hacemos al cuento, a Andrés Manuel le sigue ayudando para mantener el perfil de mártir, y los empresarios mantienen su última esperanza: infringir en la elección de un ciudadano, pero eso sí, “mero mero” en la rayita jurídica, no vaya siendo que el caldo le salga más caro que las albóndigas.