En silencio, miles de estudiantes repudian la violencia

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La Jornada.

Ciudad de México. En silencio, miles de estudiantes de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y de otras instituciones educativas marcharon ayer para demandar el fin de los grupos porriles, de las agresiones contra los alumnos y de los feminicidios en el país.

Siguieron la misma ruta que hace 50 años tomó la Manifestación del Silencio de 1968, con la cual entre 200 mil y 300 mil personas, encabezadas por estudiantes, respondieron a la represión que el gobierno de Gustavo Díaz Ordaz desató contra el movimiento estudiantil.

En su crónica sobre el 68, Carlos Monsiváis escribió que la Manifestación del Silencio fue el acto más elocuente del movimiento. No hay relajo en el voceo de consignas, y cunde la solemnidad súbita.

Ayer sucedió algo semejante. Los estudiantes se concentraron en el Museo Nacional de Antropología a las cuatro de la tarde y comenzaron a marchar cerca de las cinco. Antes de comenzar hubo porras, gritos, una mezcla de exigencias y fiesta.

Sin embargo, por medio del equipo de sonido que llevaba un camión en la vanguardia de la marcha, se anunció que los estudiantes del Colegio de Ciencias y Humanidades (CCH) Azcapotzalco –que encabezaron la movilización–, integrantes del Comité 68 y los padres de los normalistas desaparecidos acordaron marchar en silencio.

Y el silencio se respetó.

Las goyas y los huélums que sonaban hasta ese momento, callaron, y el grito “fuera porros de la UNAM” también cesó.

Hace 50 años se dijo que el silencio sería más elocuente que las palabras que ayer acallaron las bayonetas, de acuerdo con un manifiesto del Consejo Nacional de Huelga (CNH).

Ayer el silencio fue un homenaje a los estudiantes del 68. Y también, se dijo al empezar la marcha, porque hoy marchamos por demandas que no han cambiado en 50 años: el fin de la violencia contra estudiantes.

Para Mario Núñez Mariel, representante de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales en el CNH, quien participó en la manifestación de hace 50 años, el 68, por más significativo que sea, no es equiparable a la tragedia que estamos viviendo hoy.

En entrevista, consideró que la lucha actual es mucho más importante, porque es por la contención de la violencia, el combate a la pobreza y la desigualdad, la reconstrucción del estado de derecho, una nueva posición frente al mundo.

Cuando la vanguardia de la manifestación llegó a la glorieta de la Palma, en Paseo de la Reforma, la retaguardia aún estaba cerca de la Estela de Luz, en Chapultepec, unos mil 400 metros atrás.

Al frente iban los estudiantes del CCH Azcapotzalco, el Comité 68 y padres, madres y compañeros de los 43 alumnos de la Escuela Normal Rural de Ayotzinapa desaparecidos. Detrás de ellos, contingentes de las facultades de Estudios Superiores y escuelas de la UNAM ubicadas fuera de Ciudad Universitaria (CU), la Escuela Nacional de Antropología e Historia, las preparatorias y CCH de la universidad, estudiantes del Instituto Politécnico Nacional, de las universidades Autónoma Metropolitana y Autónoma de Ciudad de México.

Más atrás iban las facultades de CU y un grupo del Instituto Tecnológico Autónomo de México. Después, escuelas y universida-des de otros estados y organiza-ciones sociales.

Los estudiantes marcharon sin consignas, pero los carteles que llevaban hablaban por ellos. Quiero estudiar y no morir en el intento, escribió una estudiante. La educación sin sangre entra, decía otro de la Facultad de Arquitectura.

Nietos del 68, hermanos de los 43, decía el cartel de unos estudiantes de la Escuela Nacional de Danza del Instituto Nacional de Bellas Artes. Somos el 68, Ayotzinapa y el CCH Azcapotzalco, completaba otro de alumnos de la Prepa 7.

Félix Hernández Gamundi, uno de los líderes estudiantiles del 68, dijo en entrevista que la manifestación prueba que México ha cambiado desde ese entonces, a pesar de todo. El gobierno, durante 50 años, estuvo empeñado en seguir asustando a la gente y lo que sucedió es que se fue construyendo una voluntad de cambio, es el resultado del voto del pasado primero de julio.

Al llegar al antimonumento dedicado a los 43 normalistas desaparecidos, el silencio terminó. Ahí se pasó lista a los ausentes y se exigió justicia. Y las consignas y demandas acompañaron la marcha hasta que entró al Zócalo.

La Plaza de la Constitución estaba disponible sólo a la mitad, porque en una parte del Zócalo se instaló un escenario para los festejos del 15 de septiembre. El mitin se celebró frente a Palacio Nacional, con la plaza muy concurrida, pero no llena.

Víctor Guerra, integrante del Comité 68, dijo que para ellos es un honor conocer a la generación que continúa con las luchas del 68.

Después de él hablaron padres de estudiantes de la UNAM que han sido víctimas de la violencia, familiares de los normalistas de Ayotzinapa, damnificados de los sismos del 19 de septiembre de 2017 y opositores a la construcción del Nuevo Aeropuerto de Ciudad de México.

Al finalizar el mitin, alumnos del CCH Azcapotzalco exigieron poner fin a la violencia contra estudiantes.