La Jornada.
Ciudad de México. La iniciativa editorial Francisco Toledo: obras 1957-1990, tomos I y II, y Francisco Toledo: obras 1957-2017,tomos III y IV, impulsado por Fomento Cultural Banamex, ‘‘es muy, muy importante para los investigadores e historiadores de arte que siguen la obra de un artista”, dijo el protagonista de ese esfuerzo de cinco años mediante una video-entrevista efectuada en Oaxaca ayer por la mañana, cuando fueron presentados los volúmenes en el Palacio de Iturbide, en la Ciudad de México.
Toledo, quien se resistió algunos meses a aceptar el proyecto, por la responsabilidad y trabajo que implicaba–al final hizo 30 autorretratos para incluirlos–, apuntó que representa ‘‘un registro de una parte de mi obra”. Para el pintor, grabador, escultor y ceramista es relevante porque ‘‘uno ve su pasado como artista lleno de dudas, titubeos, no es tristeza sino un poco conocer las limitaciones de mi trabajo”.
Al preguntarle, ¿qué siente al trabajar?, contestó: ‘‘No es un disfrute, luego, las complicaciones de técnicas, de la creatividad. Es pesado. ¿Qué técnicas son? Voy a decir una barbaridad: toda mi ropa me la he echado a perder pintando. Me irrita esta parte de este trabajo manual que significa echarme a perder la ropa y lavarse las manos a cada momento. Con el barro, bueno, todavía la ropa se salva, con la pintura de aceite no tanto, con la acuarela sí, con el grabado las tintas, y todo esto hace que los callos… La ropa manchada hace que reniegue un poco de toda esta artesanía. Exagero. Ya después sale la obra del taller; a veces uno tiene satisfacciones, a veces no”.
¿Qué siente Francisco Toledo al ver su trabajo de tantos años? A la tercera y última pregunta, respondió: ‘‘Si tomamos en cuenta que hice mi primera exposición en 1958, todo lo que se hizo hace 50, 60 años se me había olvidado. Entonces, es poner esas fotos sobre la mesa de esta obra olvidada. Es una experiencia un poco entre triste por el tiempo pasado, porque es poca cosa, porque es imperfecta o inconclusa o caótica, pero lo hice cuando tenía 17, 18 años. A veces hay sorpresas gratas, aunque la mayor parte del tiempo es un poco pesado ver la repetición, lo mal hecho o lo regular hecho”.
Revisión y aval del pintor
Cándida Fernández, titular de Fomento Cultural Banamex, explicó que a finales de 2013 ‘‘el maestro nos pidió ahondar la búsqueda de los años 60 del siglo pasado, la primera década de su producción”. Esa tarea requirió año y medio.
La historiadora acotó que la edición propicia acercarse a un porcentaje relevante de la obra de Toledo, toda revisada y avalada por él, lo que será un punto de partida para su estudio razonado y su mejor valoración. ‘‘Él ha estado muchos años en México, más concretamente en Oaxaca, y sus estudiosos y seguidores en Nueva York, Madrid y París lo echan de menos. Con esta obra estará más presente y mejor recordado”, añadió.
Los cuatro tomos suman 2 mil 436 páginas y 2 mil 168 imágenes impresas, de un acervo digital de más de 6 mil recabadas y que en 2020 se presentarán en medios cibernéticos.
Juan Coronel Rivera, coordinador académico y de investigación del proyecto, dijo que nunca se pensó como un catálogo razonado, porque se debería especificar en cada imagen una serie de datos como el primer año de producción, los títulos que la obra ha tenido, a quién o quiénes ha pertenecido, qué galería la vendió, en qué exposiciones y publicaciones ha aparecido. ‘‘Necesitarían como cuatro generaciones para hacer esto con la obra de Toledo por la vastedad y cantidad de exhibiciones”.
Para Coronel Rivera la interacción del también promotor cultural en la iniciativa fue determinante, pues “en el momento que toma la edición en sus manos, la acomoda y la relee, hace una nueva obra. Ésta es una obra también de sí misma.
‘‘Es una pieza más de su autoría y eso es un garbanzo de a libra porque al intervenir ejerce su labor de autor.”
En la presentación también participaron Ernesto Lumbreras y Jaime Moreno Villarreal, autores de algunos de los textos.