Alberto Alonso Criollo
Es en las coyunturas de transformación y de crisis en donde aparecen con más claridad las tensiones éticas y de profesionalismo del periodismo contemporáneo. La guía para dilucidar esas tensiones, generalmente complejas, se instala en un hecho incontrovertible. La perspectiva del verdadero periodista, así como del analista académico, debe situarse en la perspectiva holística, la de quién se levanta por encima de los intereses de los actores.
Debe ser una perspectiva totalizante en donde el periodista debe de tratar de analizar las posturas encontradas de los actores, explicando acaso las razones y los intereses de las partes en conflicto, siguiendo como guía un bien mayor asociado a intereses universales y de bienestar de la población que analiza, en este caso, la sociedad venezolana y la latinoamericana. No se es imparcial, tomando partido en contra de Maduro sin cuestionar el proyecto gringo con Guaidó.
Si el periodista comparte la postura y la perspectiva de uno de los actores de una manera militante como en el caso de Jorge Ramos, entonces pierde calidad moral y objetividad para cumplir con su misión de informar y analizar sobre la realidad que se erige como su objeto. Declara Ramos que fue objeto del atropello de Maduro al que califica plenamente como un “dictador”. Ese es el prejuicio que descalifica en gran medida su trabajo periodístico.
Si Ramos es un luchador pro Guaidó que se postula como contrario al “dictador”, posición legitima de un actor, tendría que abrir las cartas y presentarse en la escena pública como activista de una de las partes y no utilizar las cámaras y los micrófonos para simplificar la compleja realidad venezolana como producto de los desordenes mentales del “dictador”. Le ganó la víscera en un momento que había que demostrar profesionalismo y comprensión sobre lo que está en juego.
Y conste que tampoco se trata de justificar la reacción excesiva del gobernante venezolano, quién no tiene excusa y si se le nota serias limitaciones para lidiar con los cuestionamientos de la prensa, que por más provocadora que resulte; es totalmente manejable. En la relación entre políticos y periodistas, el que le entra; se lleva. Y maduro sólo tenía que contra argumentar; vía la exposición del bien mayor que dice tutelar: la democracia y el bienestar para su nación.
En un momento de tensión extrema como el presente, no hace nada bien a la causa del presidente Maduro ni a la de la independencia de Venezuela, caer en las provocaciones de periodistas tipo Jorge Ramos, a quién por cierto había que preguntarle porque no ha filmado en los cinturones de miseria en México o en Estados Unidos, la misma realidad de personas buscando alimentos en la basura.