Excélsior
Ciudad de México. A tan solo 15 kilómetros del cráter del volcán se encuentra la comunidad de San Pedro Benito Juárez. Es la segunda más cercana al Popocatépetl y una de las 24 con mayor riesgo en caso de una erupción volcánica.
La comunidad lo sabe, lleva años escuchando y sintiendo los cambios del volcán.
Con respeto pero sin alterar su cotidianeidad, miles de familias viven en las faldas del Popocatépetl, un volcán activo ubicado en el centro de México cuya actividad se ha incrementado las últimas semanas.
Desde este jueves, la alerta está en amarillo fase 3, lo que significa que autoridades y habitantes han de estar preparados ante una posible evacuación si las explosiones y frecuentes exhalaciones continúan.
“Le digo a la población que hay que tenerle respeto al volcán, en cualquier momento que nos digan, nos vamos”, señala Roberto Torres Flores, comandante de Protección Civil de San Pedro Benito Juárez.
No son más de 3 mil familias las que viven en San Pedro Benito Juárez, una pequeña población del céntrico estado mexicano de Puebla.
De profesión campesinos, reciben ingresos adicionales de las remesas que sus familiares les envían de Estados Unidos.
La contingencia del volcán, sin embargo, no ha cambiado la vida de los pobladores.
Acostumbrados a vivir en un estado permanente de alerta, las fuertes explosiones y la caída de ceniza ya no asustan a sus habitantes.
“El volcán ha estado muy alterado, expulsando material y llega momentos en que lanza lava”, afirma el comandante.
A pesar de esto, considera que la comunidad está “tranquila”.
Son pocos los que se acercan a preguntar cómo está la situación y qué medidas tomar.
Por las calles la vida sigue como si no existiera la amenaza de este volcán activo, que se ubica a 70 kilómetros de la Ciudad de México.
Los niños van a la escuela y las mujeres realizan sus actividades normales del hogar; los hombres cuidan en el campo sus cosechas.
“La vida sigue igual, cada quien a su trabajo, los niños a la escuela”, dice Fernando Cordero, originario de esta comunidad.
Pero todos, de reojo, cada mañana miran el volcán, como quien busca el pronóstico del tiempo, para ver si el día se presenta tranquilo.
La diferencia es que en esta comunidad llevan años con sus documentos listos en carpetas por si deben huir ante una fuerte explosión.
A San Pedro Benito Juárez ha llegado personal de Protección Civil Estatal, bomberos y autoridades para señalar y revisar el estado de las rutas de evacuación.
Pobladores señalan que el camino presenta baches y es angosto.
“Si llega a pasar algo no vamos a saber para dónde correr”, declara Juan Durán.
Él y otros habitantes piden a las autoridades otra ruta de evacuación que les dé acceso a la autopista.
El albergue más cercano a su comunidad se encuentra en Izúcar de Matamoros, listo en caso de ser requerido por los habitantes.
Hasta el momento no ha sido ocupado, pero en caso de ser necesaria una evacuación las autoridades tienen listas unidades de transporte para mover a los habitantes hasta los albergues más cercanos.
En caso de negarse a abandonar sus viviendas deberán firmar una carta en la que asume su responsabilidad en la decisión.
A pesar de la aparente calma, hay quienes sí le temen al volcán.
“Estamos preocupados”, reconoce Inés Escamilla, originaria de San Pedro Benito Juárez.
“Sí nos da miedo, pero vamos a esperar a ver qué dice Dios”, agrega.
Ella, al igual que el resto de pobladores declara que hay que “estar prevenidos”.
En Puebla, según declaran las autoridades estatales un total de 100 mil personas viven en riesgo ante una posible erupción del volcán Popocatépetl.
Protección Civil informó que hay seis municipios con 24 comunidades en las que 60 mil personas viven en riesgo mayor.
Mientras que otras 40 mil se encuentran en riesgo menor.
En caso de una contingencia el Gobierno de Puebla tiene listos 205 albergues con capacidad para 124 mil personas en Atlixco, Izúcar de Matamoros, Cholula, Puebla y San Martín Texmelucan, principalmente en escuelas y auditorios