Excelsior.
Cuando uno se traslada de un lugar a determinada altitud a otro mucho más bajo o alto, nuestros oídos detectan rápidamente el cambio y se ajustan a la variación de presión sin causar mayor malestar.
Una cosa parecida ocurre cuando pasamos de un sitio alejado que tenga un huso horario distinto del que se parte y no afecta grandemente nuestro desempeño biológico; la situación es distinta cuando son varias horas de diferencia, pero el cuerpo humano se adecúa en un par de días.
Todo esto viene al caso ahora que se inicia la aplicación del cambio al horario de verano que, dicho sea de paso, es básicamente aprovechar al máximo la luz natural de esos meses.
Las molestias que ocasiona han sido planteadas por diferentes grupos, como daños en la salud física y mental de las personas, lo cual no ha sido demostrado fehacientemente y considero que es una exageración.
Por otro lado, y referente a ahorro real durante el horario de verano, el Fideicomiso para el Ahorro de Energía Eléctrica (FIDE) reporta los datos correspondientes a 2017 y no son nada despreciables, pero no detalla los sectores que resultan beneficiados.
Lo anterior hace que surjan dudas sobre las bondades económicas de la medida; los usuarios domésticos, que son la mayoría, no hemos visto disminución alguna en la facturación eléctrica y merecemos una explicación.
Es muy probable que los sectores comercial e industrial sí puedan constatar el ahorro y son ellos quienes deberían ser estimulados para que cambiasen sus horarios laborales sin interferir en el horario global; lo mismo aplica para otros sectores.
En Glosas anteriores se daban ciertos antecedentes del horario de verano y, por otro lado, se proponía la idea de tener horarios flexibles para las actividades laborales, escolares y domésticas. El planteamiento sigue vigente y más aún, dado que la movilidad citadina y contaminación atmosférica continúan en aumento.
Es claro que la medida redundaría en ahorros monetarios reales directos a la población y disminuiría el deterioro ambiental.
En otros países que aplica el multimencionado horario de verano se han hecho planteamientos similares tendientes a eliminarlo, en virtud de que la población, en general, no ve un beneficio real en sus bolsillos y, si lo hay para el país y es cuantificable, pues que se aplique en los sectores sensibles al cambio con horarios “a modo”.
En efecto, la Unión Europea analiza eliminarlo y hay propuestas concretas en análisis y las razones son las ya expuestas, puesto que la ciudadanía no recibe beneficio alguno de manera directa.
Es por ello que, si hay ahorros sustantivos, que cada sector beneficiado los aplique, pues, su facturación eléctrica se verá disminuida y, por otro lado, es menester que las autoridades competentes fomenten el cambio de horario en las escuelas y centros de trabajo; el premio lo recibirán también directamente en mejor movilidad y menos contaminación atmosférica. ¿Por qué no empezar?