Por: Antonio Moreno Castañeda
Programas aislados, que no estaban adecuadamente vinculados unos con otros, sin pies ni cabeza, sin un orden sistemático fue lo único que realmente hubo en materia educativa en dicho gobierno de Peña Nieto, un ejemplo de lo anterior son las propias evaluaciones a docentes que se convirtieron en una auténtica “pachanga”, pues existen testimonios de maestros que aprobaron dicha evaluación con única y exclusivamente escribir su nombre.
Se manejaba así mismo que una parte de la evaluación sería algo tan importante como el darle seguimiento a la labor de los profesores a lo largo de un ciclo escolar, lo que jamás se hizo; para la realización del examen hubo quien inclusive recomendaba no manejar un Marco Teórico lo cual resulta inaudito, pues aquí cabe preguntarse metodológicamente que lógica seguía el proceso en cuestión, porque hasta donde se conoce todo trabajo de investigación sigue un procedimiento lógico –que finalmente eso es la metodología: un procedimiento que debe de seguir una lógica-.
En todo esquema metodológico se establece la problemática que se va a abordar, se justifica el trabajo, se establecen objetivos o propósitos, se ubica el trabajo dentro del momento histórico que se está viviendo lo que se conoce como Marco Histórico o Contextualización, se establece también desde que escuela del pensamiento se va a abordar el trabajo, lo que se conoce como Marco Teórico o Fundamentación Teórica; posteriormente se manejan hipótesis que son las posibles respuestas a la problemática que se ha establecido y de ahí se pueden sacar conclusiones.
No se tomaron en cuenta métodos más actuales para manejar el proceso educativo, durante le mencionada pseudo-reforma, da la impresión que exclusivamente los peñanietistas y sus aliados, lo que hicieron fue seguir ciegamente las “recomendaciones” de supuestos especialistas internacionales en educación, los cuales han sido capaces de recomendar tonterías como el afirmar que se necesitan más horas-clase para mejorar la educación, siendo que la experiencia de un sistema educativo exitoso como el finlandés demuestra lo contrario: no es tan importante la cantidad de horas-clase, sino la calidad de las horas-clase.
Estos supuestos especialistas siguen manejando el obsoleto concepto de “escuelas de tiempo completo”, siendo que en la actualidad muchos sistemas educativos de los mejor calificados, utilizan la idea de “escuela de aulas abiertas”.
El sistema educativo finlandés tiene elementos que vale la pena adaptar a las diversas circunstancias de cada país, como el hecho de que en Finlandia es obligatorio que el Estado proporcione desayunos en las escuelas a los alumnos, mientras que en México lo de los desayunos escolares es un verdadero caos, pues para empezar no existe la certeza legal de saber, con toda claridad, quien tendría la obligación de proporcionar dichos desayunos; ¿qué nivel de gobierno, en México, debe proporcionar los desayunos escolares el municipal, el estatal o el federal? Este aspecto es importantísimo, se requiere especificarlo legalmente sin que deje lugar a dudas, además de tener un estricto control administrativo en el manejo de dichos desayunos para impedir la corrupción.
